Acumuladores de aplazamientos
Las energías renovables han sido arrumbadas por el ministerio de Industria debido a los intereses particulares de quienes, a la hora de la verdad, ponen y quitan ministros y consejeros. Las multinacionales de las energías procedentes del petróleo son las que engrasan las puertas giratorias. Es un mundo dominado por los hechos consumados, por las mentiras y por el desprecio al futuro. Estas políticas industriales criminales, con sus singularidades y matices son las que se aplican a la Cultura. O a sus mal denominadas industrias culturales. O mejor dicho, a todos aquellos que forman parte de la casta cultural y que solamente atienden a los números, especialmente de sus nóminas y prebendas varias.
Acabamos el año con el IVA al 21 % y eso que los cinco magníficos se hicieron una ridícula foto advirtiendo al gobierno del que viven y de manera excelsa algunos, que o rebajaban ya ese impuesto o…. Y algunos nos desternillábamos de la risa. Ver a esos personajes, pringados hasta el cuello con negocios con el propio PP, haciendo ese gesto patético nos dio la radiografía exacta del momento en el que se vive. Demasiada impostura, maridaos miedos, demasiadas actitudes colaboracionistas con los que están desmontando con dedicación plena lo poco existente en materia cultural. Y después vinieron esas cartas de novias despechadas, sacando sus miserias. Es decir el señor que preside (sic) FAETEDA, reclama a Rajoy que le quiera como le quería cuando le prologaba libros. ¿Se puede pedir más? Este es el Gran Conductor de las empresas de Producción Teatral. Punto y aparte.
Empezamos el año con todo exactamente igual. Acumulando demasiados asuntos sin resolver que lastran el futuro. Todos hacen muecas, todos van a hacer pasillos, a los besamanos, a recoger las migajas. Es deplorable que no existan plataformas realmente consistentes que planteen actitudes serenas y constantes contra todos los desmanes que se van perpetrando, desde el INAEM hasta la última pedanía pasando por las consejerías y gobiernillos. Esta actitud de bajar los brazos, de considerar irremediable la situación es lo que les da alas a los mediocres, chupópteros, encastrados en las estructuras para seguir con su meliflua complicidad en el deterioro del mapa cultural. No defienden la cultura, defienden sus sueldos. No saben de cultura, saben de medrar. Han convertido las artes escénicas en un entretenimiento inocuo al servicio del estatus quo al que solamente le aplican leyes mercantiles.
Por eso este año de elecciones hay que apretar un poco más. Existen jóvenes, maduros y viejos con ganas de hacer cosas y hacerlas desde iniciativas no mercantiles ni oficialistas, que saben que la Cultura es un derecho que hay que reclamar, que no se puede consentir el falso liderzazo de esos personajes que juegan a tres o cinco barajas, que hay que limpiar el edificio entero, no el apartamentito de cada uno, reforzar las estructuras y las tuberías bajantes, porque si se hunde nos hundiremos todos.
No voy a dejar de fumar, ni iré al gimnasio, ni me apuntaré a estudiar inglés, pero este año 2015 lo voy a dedicar a mi Comunidad, al Teatro Iberoamericano, desde este espacio pequeño, en la calle, en los periódicos donde escribo, con mi labor editorial y en los escenarios, con la intención de ayudar a dignificar las Artes Escénicas desde la ética y la profesionalidad. Y a señalar a todos los parásitos, los arribistas y la mala gente que no hace otra cosa que engañar a los demás. Es poco. No pertenezco a ningún partido, no me verán celebrando en ninguna sede si gana uno u otro. La Cultura en un país democrático debe estar por encima de las coyunturas. Y a eso voy a dedicar parte de mi esfuerzo. Seguro que me señalarán con el dedo y me putearán lo que puedan los que todavía tienen poder, rencor, cosas que esconder, pero me afeitaré todos los días y seguro que me aguantaré la mirada en el espejo. No tengo propiedades, vivo de alquiler, no tengo fincas ni chalets, pero vivo mejor que cualquiera de estas ratas que se han comido el queso de todos.
A trabajar duro. Hay que echar a los mercaderes del templo teatral. Eso para empezar.
Feliz 2015.