Entrevistas

Ainara Gurrutxaga: «En ‘Itzulera’ está implícita una mirada humorística hacia nosotras mismas»

La compañía guipuzcoana Dejabu estrena nueva obra

Tras estrenar en su localidad natal, Errenteria (Gipuzkoa), la compañía Dejabu presenta ‘Itzulera’ en Azkuna Zentroa / Alhóndiga Bilbao este jueves, 23 de enero, a las 19:00., antes de recabar el 24 en Elorrio (Arriola Antzokia) y el 25 en Donostia (Gazteszena). En la obra, la compañía narra un viaje a México mezclando humor, poesía y acción. Charlamos sobre ello con Ainara Gurrutxaga, una de las tres componentes de la Dejabu, junto a Miren Alcalá y Urko Redondo.

Itzulera’ narra un viaje que hicisteis a México. ¿Cuál era el fin de aquel viaje y qué sucedió para que se convirtiera en materia dramatúrgica?

    Bueno, la verdad es que el viaje a México no es el inicio de la idea, sino que llegó hacia la mitad. Nuestro modo de trabajar y crear la dramaturgia es en el espacio, poniendo los cuerpos y el movimiento. Las imágenes también son esenciales. Es de ahí de donde partimos, esa es la base de la dramaturgia. Entonces, empezamos a trabajar como siempre, con un deseo de celebrar el teatro, de celebrarnos a nosotros, porque ya llevamos más de 20 años, cosa que es casi milagrosa trabajando en euskera, haciendo creación propia en colectivo… Vitalmente estábamos en un punto donde pensábamos que si volvíamos, teníamos que hacerlo desde el reencuentro con el público. Con esa pequeña pauta, empezamos a trabajar improvisaciones, generando material, como siempre solemos hacer, de una manera no intelectual, cero trabajo de mesa y 100% escuchar a nuestros cuerpos. Son las obras las que vienen a nosotras, nosotras lo que hacemos es abrir un espacio vacío, un útero, donde acoger lo que quiere ser expresado, lo invisible que quiere ser materializado. Y ahí empezó a aparecer México por primera vez. Un viaje, estilo road movie, aventura y paisajes, paisajes que luego hemos materializado en forma de maquetas. Ese paisaje nos resonaba cada vez más a México, por sus texturas, su energía, su colorido, su fuerza vital, sus luces y sus sombras, y es entonces cuando la compañía decide ir a México. En la sinopsis pone que Etxepare Institutoa nos da una ayuda, pero eso es ficción. Nos costeamos el viaje y a los tres meses estábamos allí. Hicimos contactos desde aquí para poder, además, convertir ese viaje de inspiración en un encuentro. Y nos acogió el Teatro de la Rendija, en el Yucatán, Mérida, para una residencia artística. Nos alojaron y tuvimos el placer de impartir un taller allí y de mantener un encuentro con Red Alterna, la asociación de teatros alternativos de Yucatán. Y nos pudimos mutuamente conocer y reconocer. Compartimos muchísimo, siempre reconociendo el privilegio del que partimos nosotras aquí, en Europa. Pero en lo que se refiere a las búsquedas, las dificultades, los miedos, las ilusiones, los deseos y la necesidad de encuentro y de forjar redes se produjo un diálogo muy parejo y fue maravilloso. Todo eso siguió alimentando el proceso creativo.

    La pieza se presenta como una ‘autoficción’, pero ¿cuánto hay de ficción y cuánto de realidad en ella?

      Yo creo que es una pregunta que nos hacemos todas. Si hubiese sido solo ficción, también la pregunta estaría ahí. ¿Cuánto hay de ti? No creo que haya una respuesta posible. Yo respondería que la obra es una representación de lo vivido. No es real, pero es totalmente verdadero. Aunque nos hemos dado el lujo de ir a lo fantástico, a la imaginación, hay mucho juego, hay mucho color, hay mucha ida de olla. Ya es un disparate lo que sucede, es muy punky, pero lo que cuenta la obra es verdaderamente cómo nos sentimos los últimos años como compañía, qué ha sucedido ahí, los miedos que hemos pasado y cómo los hemos enfrentado.

      ¿Qué relación tiene ‘Itzulera’ con el cine?

        Itzulera‘ es cine y es teatro. Ese ha sido el reto mayor para nosotras: cómo poner en diálogo el cine en directo y el teatro, cómo poner esos dos lenguajes en diálogo parejo, sin jerarquía, que es muy difícil porque siempre uno se pone encima del otro. La cultura tan visual que tenemos ahora de pantallas es muy grande y competir o dialogar con esa presencia en escena es un reto. Y ese ha sido el viaje mayor de creación y donde hemos aprendido más. Ha sido muy bonito el aprendizaje mutuo del cineasta con los actores y de los creadores escénicos con el cine. Creo que hemos conseguido ese diálogo, donde cada elemento aporta al otro por igual.

        Itzulera Dejabu artezblai

        ¿Cómo se resuelve escénicamente que sea una road-movie?

          El reto era cómo dar movimiento al teatro o cómo representar el viaje, que es esencial en la dramaturgia de la road movie. Y en este caso se ha resuelto con maquetas y pequeños coches, cogiendo un poco los cánones y los arquetipos del cine de escapada, con persecuciones en coche. Para ello, Urko Redondo, miembro de la compañía, ha pasado en el laboratorio muchos meses pensando cómo armar esos mecanismo que generen esa ilusión. Creo que el resultado es espectacular.

          Es una creación colectiva. ¿Es complicado escribir y dirigir a tres manos?

            Sí, es una elección que hicimos hace muchos años. Nosotras entendemos la creación colectiva como una manera de co-crear una obra sin jerarquizar las funciones. La dirección y la autoría siempre han estado asociadas a figuras masculinas, lo nuestro es una posición rebelde hacia eso, hacia esa figura paterna de director brillante, esas autoridades que de repente parece que ven la luz. Siempre hemos pensado que no va con nosotras. Nosotras venimos de Errenteria, Orereta, que es un pueblo muy organizado. La cultura de la colectividad la hemos vivido desde pequeñas, todo viene de ahí. Eso no significa que no haya roles. La que tiene el ojo para dirigir, que dirija, la que tiene las manos para crear mecanismos mágicos, que lo haga, y lo disfrute y lo regale al colectivo. Así es como trabajamos. Luego todo es consensuado, pero no al mismo nivel. Cada una asume una responsabilidad en diferentes ámbitos. Pero respondiendo a la pregunta, sí, es mucho más complejo. Es más que complicado y necesita mucho tiempo, mucha más escucha, mucho diálogo. Pero nos encanta y es lo que hace que nuestras obras sean particulares, yo creo.

            ¿Qué papel juega el humor en esta obra?

              En este caso, el humor juega un papel central. En nuestra compañía hemos hecho muchas tragedias, traumas y tal, pero siempre se cuela la comedia. En este caso, ya en el arranque había un deseo de hacer comedia. Seguramente porque también nosotras lo necesitamos ya que estamos en un punto vital donde ya tenemos más responsabilidades, pues hemos creado familia. La cosa se pone más seria y justo como antídoto, dijimos: aquí nos tenemos que reír de nosotras mismas. La obra conlleva una mirada humorística hacia nosotras mismas y hacia nuestros patetismos y nuestras imposibilidades, se trata de reírnos juntas, de decirnos que no pasa nada, que todos somos imperfectos.

              La obra reflexiona sobre la vulnerabilidad, sobre la amistad, sobre lo colectivo y también sobre la identidad

              Además de las peripecias, la obra esconde una reflexión, ¿cuál es?

                Más que hacer un manifiesto, nos gusta que la poética y el aspecto filosófico trasciendan generando imágenes superpuestas. En el choque, en el contraste, en el modo de ejecutar las escenas, es donde se halla la filosofía de la obra. La peripecia es una celebración de estar perdidas. En esta sociedad, parece que tenemos que dar a entender que tenemos respuestas, pero yo creo que todas y todos estamos muy, muy perdidos. No tenemos ni idea de por qué estamos aquí, qué hacemos en este planeta: nos puede todo, nos puede la vida, nos pueden las emociones. Es compleja esta experiencia terrenal y, en vez de apoyarnos unos a los otros en eso, en esa vulnerabilidad, generamos imágenes irreales de autoridad y de fuerza, que no es verdad, que si rascas un poquito verás que todo el mundo llora en su casa de noche en pijama. En esta pieza reflexionamos sobre la vulnerabilidad. También se habla mucho sobre la amistad y lo colectivo, la importancia del otro, decir que no estamos solos, que en esta sociedad individualista solo hace falta mirar a la de al lado y ese apoyo es indispensable. Otra línea bastante importante es la de la identidad. Hacemos un juego un con eso, nos preguntamos: ¿Quién serías si te atrevieras a ser otra cosa? Cuando viajamos a un lugar remoto, nos damos el permiso de hacer las cosas de otra manera, de explorar más nuestros deseos, nuestras inquietudes… cosas que no nos permitimos aquí.

                Actuáis siempre en euskera. ¿Os habéis planteado alguna vez hacer doble versión euskera-castellano, como hacen muchas compañías vascas?

                  No, no nos lo hemos planteado nunca, la verdad. El castellano es un idioma que también amamos, pero no hemos sentido nunca esa necesidad. Hace mucho sí que hicimos una obra en inglés y en castellano, cuando fuimos a Galicia, pero no es algo que nos inquiete y eso que nos lo piden muchísimo. Nuestro idioma es el euskera, es la lengua en la que nos expresamos libremente y que nos encanta, también a nivel creativo y escénico. Es verdad que nos encantaría ir a México con esta obra, sería como devolver un poco lo recogido allí, y si para ello hubiese que adaptar la obra al castellano, yo creo que no habría ningún problema. O sea, que lo dirá el destino. Aunque lo que nos encantaría es hacerlo en euskera en otros lugares del mundo, quizás con subtítulos. Nosotros, que hemos vivido y estudiado en Londres, ¡era tan bonito ver propuestas italianas, francesas, rusas, brasileñas, japonesa… en el idioma propio! Hay algo que trasciende la palabra. Las palabras son como música, como puertas a la cosmovisión de una cultura.


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