Al filo de lo imposible
He dudado al titular. Poco a poco voy asumiendo que casi todo es imposible hasta que se logra hacer, por lo tanto, no se vive al filo de lo imposible, sino de lo increíble. Pero tampoco se puede aseverar que lo que uno cree se puede o no hacer, tenga algún relevancia frente a los hechos consuetudinarios que acontecen en los focos de poder real, administrativo, económico y cultural en el sentido más utilitario del término.
Cuando se está en estado de inacción por prescripción, los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas adquieren otra dimensión. Más todavía si esto sucede dentro de una tercera ola de calor que deja los termómetros de tus calles rozando los cuarenta grados centígrados. Quienes hemos tenido la suerte de hacer giras veraniegas, de montar y desmontar escenarios y escenografías un día tras otro por poblaciones pequeñas, grandes o medianas, sabemos que es una temeridad estar montando estructuras a cielo abierto con estas temperaturas, que los miles de maquinistas, electricistas, sonidistas y adjuntos para que se pueda realizar una actuación musical o una representación teatral están trabajando en condiciones extremas, probablemente al filo de lo legal o a menos de lo recomendable.
Pero el espectáculo debe continuar, son meses donde la contratación crece, las empresas deben reciclar a operarios de otras ramas para cubrir sus necesidades y los festivales, fiestas patronales, eventos varios al aire libre requieren de reglamentaciones para medir mejor estas circunstancias de trabajo antes de que sucedan disgustos mayores. Y no es menor el peligro en la carretera porque esas estructuras, esas escenografías, ese personal se desplaza de madrugada de una localidad a otra, en ocasiones con cientos de kilómetros de distancia.
Intento concentrar mis menguadas energías en lo esencial. Reviso programaciones ya presentadas y leo las declaraciones de sus responsables técnicos y artísticos en las plataformas de comunicación que tanto se asemejan a la publicidad encubierta o descubierta o tácita y siento que mientras los políticos recién elegidos siguen con sus trapicheos, componendas y amenazas, la vida de las artes escénicas, según esos avisos y proclamas, va a ser magnífica. No existen dudas, ni un mínimo análisis, sino crítico, sí al menos que contextualice las ofertas presentadas. Todo es estupendo, insuperable, inmejorable. Es la propaganda que va a seguir prevaleciendo frente a la información más o menos sensata, argumentada, referenciada.
Escribiendo lo anterior me entran ganas de hacerle un monumento a Rosana Torres, que, desde El País, logró hacer información contrastada, fuera de la rueda rutinaria y aduladora, de las obras, estrenos, directoras, dramaturgos que durante décadas pisaron los escenarios españoles. No existe ese filtro sensato. Quizás Pablo Caruana, de manera más intermitente, quizás con un sentido de parte más marcado, también se puede considerar que nos coloca pistas para entender lo que nos ofrecen las instituciones y las empresas. No acostumbro a poner nombres propios en estas homilías, y ahora mismo tengo conciencia de que me dejo a profesionales de la radio, los medios digitales, la prensa tradicional y la especializada a los que reconozco y admiro, aunque en estos últimos tiempos a algunos de ellos no acabo de ubicarlos en esta primera línea debido a varias razones, su labor actual, en ocasiones con jubilación mediante. El problema de verdad no es tanto de las personas, sino de los sistemas, de las propias empresas periodísticas que han devaluado estas funciones imprescindibles en el ámbito de la cultura: la información documentada que acompañe a la noticia de impacto. Hoy todo son eslóganes, frases hechas, ruido. Lo peor es que eso acaba llegando a lo que hoy se entiende como crítica y que no es otra cosa que el final del proceso de derrota.
Así que inmerso en este gozo optimista, espero que tenga la oportunidad de ver todas esas maravillas que ya se proclaman a los vientos. Estoy en actividad restringida, a mi pesar he debido anular citas a las que acudía con grandes expectativas, como la feria de Ciudad Rodrigo que tiene una programación muy sólida. Desde que llegué de Miami no me he movido, espero empezar esta semana a acudir a alguna representación de los teatros resistentes de Madrid.
¿Solamente soy yo el que siente una inquietud enfermiza por saber en qué se concreta la situación política y la configuración del gobierno estatal? Lo que se ve día a día con los gobiernos en ayuntamientos y comunidades de la extrema derecha española bicéfala no deja un marco de futuro muy esperanzador. Pero todo depende del color de la subvención con que se mira.
Por cierto, hoy lunes 14 de agosto es uno de los días donde hay más actividad festiva, musical y de espectáculos familiares del año en todo el territorio español.