Críticas de espectáculos

Alexis, una tragedia griega/Motus/XXX FESTIVAL DE OTOÑO A PRIMAVERA

 

 

Cómo transformar la indignación en acción

 

Ya en 2009, en este mismo Teatro Pradillo y con ocasión del Ciclo Autor que su director, Vicente León, dedicara aquel año a la obra dramática de Pier Paolo Pasolini, tuvimos la oportunidad de presenciar Como un cane senza padrone, un espléndido trabajo de la compañía italiana Motus que sus fundadores, Enrico Casagrande y Daniela Nicolò, habían hilvanado a partir de Petroleo, la novela póstuma del autor del Friuli. Ahora los tenemos aquí de nuevo al frente del grupo de Rimini como responsables del montaje de este Alexis, una tragedia griega cuya dramaturgia compuso en 2010 la Nicolò conjugando el mito de Antígona con la muerte, en las calles de Atenas, de un muchacho de quince años, Alexandros Grigoropoulos-Andreas (Alexis), a manos de la policía griega. Un asesinato a sangre fría que, de haber seguido la democracia liberal su acostumbrado y hacendoso tran-tran, no habría tardado en olvidarse como una baja colateral más en la esforzada y filantrópica tarea de construir la sociedad del bienestar pero que, en las condiciones de crisis que vivimos, no tardó en revelarse como un ejemplo extremo de hasta dónde es capaz de llegar el Poder a la hora de defender sus verdaderos intereses.

Así que el escenario, desnudo, puede ser a la vez el pie de la muralla de Tebas y esa calle del barrio de la Exargia de Atenas en la que fue abatido Alexis. Y el cadáver que yace sobre el suelo, tanto el suyo como el de Polinices. En el torbellino de la Historia, las épocas llegan a confundirse pero el conflicto entre el Estado y la ciudad permanece. De modo que la escena, ardiendo en tonalidades rojizas y vibrando al inquietante ritmo del Pyrovolismos sto prosopo del grupo The Boy, refleja ese clima de revuelta. Y es en esa atmósfera insurreccional, cuando el aire se carga de nubes de gases lacrimógenos y humo de «cocktails Molotov», por donde corren, saltan, se agitan y debaten los jóvenes intérpretes de Motus. Unos vinieron directamente de Italia tras participar durante dos años en un programa de investigación relacionado con el mito de Antígona; otra estuvo aquí el día de la muerte de Alexis y les sirve de intérprete e introductora. Da igual, sus papeles bien podrían ser intercambiables: uno representa a Alexis mientras cae, otra a la mujer que le vela, un tercero al policía que le hiere. Mientras tanto, las paredes del escenario se han ido cubriendo de imágenes de aquellos días y escuchamos textos, opiniones y entrevistas sobre aquellos sucesos. No en vano se trata de un trabajo con una sólida base documental. Pero son los intérpretes quienes, de una manera u otra, responden al estímulo de aquellos acontecimientos: doliéndose de la violencia del Poder algunas veces, a punto de lanzar un adoquín otras, y siempre preguntándose qué hacer: ¿colocarse en el lugar de las víctimas? ¿reaccionar ante la violencia con más violencia y de mayor calado? ¿organizarse, es decir, politizarse y dar una respuesta estructurada? Antígona, esta vez, no está dispuesta a suicidarse: sabe que su deber de ciudadana consiste en acosar y derribar a Creonte. ¿Y su deber de artista? En que, se haga lo que se haga en la ciudad, hacer «aún más». Por de pronto, subir de nuevo a escena y seguir adelante con la obra.

Porque la Antígona de Sófocles no se termina solo con el sacrificio de la protagonista. Es el propio Tiresias quien se lo predice al tirano: Ya se están sublevando las ciudades en donde perros, bestias salvajes, pájaros, arrastrando consigo el impuro hedor, van depositando en los altares jirones de carne descompuesta. Y es que, cuando se está hablando de injusticia, de un suceso muy chico, como tal vez lo fuera la muerte de Alexis, puede surgir un movimiento muy importante: doscientas mil personas le despidieron en Atenas. Y tras Grecia, afincada la crisis en el Sur, vinieron Italia, Portugal, España y las diversas primaveras árabes: todo el Mediterráneo en llamas. A los primeros indignados, se unirían después estudiantes, trabajadores, pensionistas y parados. Son las fotografías y los vídeos que ahora cubren los muros del teatro. Para poner en marcha esa tarea de reparación tan gigantesca, los actores no suman más que cuatro y es por ello que, desde el escenario, Silvia Calderoni, soberbia Antígona, invita al público a que suba con ellos y lo ocupe. Tras un momento, varios espectadores lo hacen… La representación se termina con Creonte, envuelto en una manta, impotente ante el fuego que consume la ciudad: ¡Oh, sino infausto, no sé ya adónde dirigirme! Todo lo que poseía se me escapa; y el destino pesa cada vez más sobre mi frente. No puedo más. De modo que el sacrificio de la ciudadanía no fue en vano: cayó el tirano. Y justo en el último momento, Antígona responde a la pregunta de Vladimir Ilyich, «¿Qué hacer?», con una verdad de Perogrullo: «hacer» (Fare, dice la Calderoni).

Aún antes de que algunos de sus miembros suban al escenario, el público se siente fascinado por la sencillez de un montaje que se sostiene sobre todo en dos patas: interpretación y dramaturgia. Así, los cuatro actores que constituyen el elenco – Silvia Calderoni, Vladimir Aleksic, Massimiliano Rassu y Alexia Sarantopoulou – forman un grupo homogéneo y bien conjuntado. Lejos de los cánones declamatorios a los que solemos estar acostumbrados, disponen de una preparación vocal y física que les permite componer unos personajes muy próximos al espectador y estar ahí, como quien dice, al alcance de nuestras manos. Verlos actuar en la Pradillo ha sido una verdadera experiencia. En cuanto a la dramaturgia de Daniela Nicolò, no responde a ningún personalismo de «autor» ni persigue ningún fin exclusivamente «literario» sino que, a la hora de estructurar la función y desarrollar su contenido, ha sabido encontrar en la vieja tragedia la modernidad que el tema requería.

David Ladra

Título: «Alexis, una tragedia griega» (2010) – Compañía: MOTUS (Rimini, Italia) – Directores: Enrico Casagrande y Daniela Nicolò – Dramaturgia: Daniela Nicolò – Intérpretes: Silvia Calderoni, Vladimir Aleksic, Massimiliano Rassu, Alexia Sarantopoulou – XXX Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid – Teatro Pradillo – 7, 8 y 9 de Marzo.


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