Y no es coña

Algunas manías reconocibles

Supersticiones, rituales, tics, de todo hay en el ejercicio de las artes escénicas, pero algo me tiene un poco inquieto desde hace décadas, el lenguaje empleado por los que tienen la facultad de decir sí o decir no a una propuesta de producción o de exhibición y los resortes intelectuales, sociales o culturales empleados por directoras, productoras, empresarios, directores generales y directores artísticos para confeccionar sus programaciones anuales.

Me sitúo fuera de toda oficialidad, en el terreno del que no está ahora mismo participando ni por omisión en ninguna de esas situaciones para indicar que todos, desde la agrupación de teatro amateur hasta el Centro Dramático Nacional tiene la misma responsabilidad en sus decisiones en cuanto eso significa su proyecto, su manifiesto, su declaración de principios. Cada elección por consenso, asamblea, decantación, liderazgo o decisión de amistad, familiar, por moda o militancia, va a significar un camino trazado de manera voluntaria, por lo que se puede admitir errores, confusiones, pero no ignorancia en poner en pie tal obra, o cual montaje. Insisto en que en todos los rangos de la producción existe la misma responsabilidad. Otra cosa es valorar la repercusión de esa responsabilidad.

No le estoy dando vueltas al asunto, no. Voy al tema. Me tiene preocupado que de repente aparezca en nuestras carteleras tal dramaturga, o una nueva directora que acapara un porcentaje de lo que se produce, especialmente con dinero público, como si fuera una moda, un suceso. Me deja totalmente fuera de toda capacidad de discernimiento las modas, los temarios que parecen obligatorios durante unos tiempos y en unos puntos de producción muy específicos.

Porque en las mejores condiciones, con los equipos más solventes, dentro de una proyección cultural de compañía, de ciudad, de comunidad o de país, en las unidades de producción relevantes, uno quisiera que existiera una decisión previa para planificar desde un tema, una efemérides, unos autores, unas estéticas, todo eso que decimos de manera somera tantas veces que condicionará las programaciones. Esta sensación de casualidad, de ocurrencias, de amistad, de moda, de vaguedad o hasta banalidad, me coloca ante el punto de no retorno. Creo que no se puede dejar al libre albedrío de nadie en solitario nada que sea del bien común. Tendría que existir mecanismos de defensa de lo cultural, de lo ético, de la elección de autores, asuntos, momentos para buscar y propiciar unos tipos de obras que fueran presentadas desde varias miradas.

Por lo que sabemos los teatros de Madrid de titularidad municipal van a dedicar los próximos meses a rescatar teatro de los siglos diecinueve y veinte. Me parece una elección clara y respetable y no voy a entrar a indagar sobre los motivos. Dentro de este marco veremos dónde fijan sus objetivos y a quienes les encargan sus puestas en escena. Espero que no sea tan estricto y que se vean creaciones de textos y propuestas de este mismo siglo veintiuno. Y si hubiera una moratoria de obras de Federico García Lorca, sería bien recibida.

Hasta aquí todo lo que puedo decir sin acabar de concretar. Porque todo esto es extensible a compañías privadas, semi-privadas o no profesionalizadas. Las decisiones previas marcan un espacio ético, estético y político.

De aquí en adelante entraré en el repertorio, en lo que se estudia en los bachilleratos en este terreno del teatro, el tratamiento del teatro clásico como elemento aglutinador por excelencia de los primeros contactos de masas de jóvenes con el arte teatral. Asunto que habría que mirar con calma.

Y algo que no soy capaz de definir si es bueno, malo o regular: el que varias propuestas se realicen a partir del mismo texto inspirador. En Alemania una obra de una dramaturga elegida por sus teatros públicos puede ser estrenada el mismo día en siete teatros diferentes, de diferentes ciudades con montajes diferentes. Es la política de públicos de cercanía, la de compañías estables, la del repertorio constante. Pero en nuestro ámbito, es poco habitual ver dos montajes de la misma obra en la misma temporada en los mismos teatros circuitos. Está pasando en estos momentos que se han estrenado dos Coriolano, a partir de Shakespeare, uno en Mérida y otro en Madrid. Es posible que concurran en los mismos teatros, debido a que el teatro donde se presentó en Madrid pertenece al productor de la obra de Mérida.

El CDN en su presentación de la temporada anunció un montaje Sobre el Orlando de Virginia Woolf y la compañía Teatro Defondo, que lleva alrededor de un centenar de representaciones de su montaje inspirado en la misma obra remitió una nota de sorpresa sobre el asunto o competencia. Aquí existe un dato añadido. Es un montaje que fue cancelado en varios lugares por su contenido, lo que quizás hay que tener en cuenta.

No lo tengo claro. Como tengo la suerte de viajar bastante, sí he tenido el privilegio de ver varios montajes en la misma temporada inspirados en la misma obra. Recuerdo un caso emblemático con el Otelo que hacían los chilenos de Elviajeinmóvil de Jaime Lorca y los argentinos de Buendía Teatro de Gabriel Chamé. Coincidieron ambos montajes en Manizales y fue algo importante, especialmente esa noche en que ambos creadores se conocieron y después de haber visto sus obras estuvieron compartiendo detalles de sus dramaturgias y soluciones a problemas concretos.

Aquí es donde digo yo que interviene ese lenguaje arcaico de la parte contratante, que, si no les interesa la compañía, el director o lo que sea, dicen que ya han tenido el otro montaje para decir que no. O, algo peor, que no pueden someter a su público a la misma obra dos veces en poco tiempo. A lo mejor tienen razón, y son los delegados de la ciudadanía en estos asuntos, pero me permito dudarlo. Además, en otros ámbitos de las artes en vivo no existe esta exclusión tan férrea, incluso creo que se propicia lo de siempre, sea en ópera, zarzuela, música o ballet.

También podemos dejarlo en que estos asuntos pertenecen a las manías reconocibles de algunos agentes que intervienen en algo tan importante.


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