Algunos anhelos de la historia contemporánea
Hace poco, en Lima tuvo lugar la premiación Oficio Crítico. Su propósito es el de reconocer lo más destacable de la escena teatral capitalina, como hace desde hace casi veinte años. El espectáculo que obtuvo el Premio Especial del Jurado fue Algunas formas de los anhelos. Coproducida por la Asociación Iberoamericana de Artes y Letras (AIBAL) y la Facultad de Letras de la UNMSM con apoyo del Centro Cultural de la Universidad del Pacífico, fue ganador del IBERESCENA y estuvo codirigido por un trío de directoras de tres países andinos: Madeleine Loayza, de Ecuador; Samadi Valcárcel, de Bolivia y Sandra Castro Pinedo, de Perú. Escenificó tres historias del libro Teatro migrante de los dramaturgos Percy Encinas, Julia Thays y Carlos Gonzales Villanueva.
Las tres partes del espectáculo corresponden a cada una de las obras de ellos: “Caminantes”, “Duo domo” y “Rutas circulares”, respectivamente. La primera nos muestra a dos viajeros, AZ y SHAL, que se cruzan en un punto del desierto y construyen una buena relación a pesar de sus diferencias lingüísticas. Una vez decididos a continuar el viaje, descubren que persiguen destinos distintos; sin embargo, luego de verlos construyendo la cooperación y hasta la empatía entre ellos, surge la revelación de sus orígenes respectivos, lo que, automáticamente, los convertirá en enemigos. La segunda nos presenta a dos personas, una mujer y un hombre herido, que se hallan en una situación de emergencia. La mujer presta auxilio al hombre y le salva la vida. Pasado un tiempo, vuelven a encontrarse, aunque esta vez los roles se han invertido, la mujer depende del hombre al que salvó. El inconveniente es que es un soldado en un mundo distópico y está obligado, por su compañera de patrulla, a someterla. La última, en registro mucho más simbólico, nos sugiere, a partir del nacimiento, crecimiento y muerte de cuatro personas, el derrotero de la humanidad. Uno que se ha caracterizado por la competencia y el egoísmo. Si bien cada parte puede ser pensada como un drama autónomo, lo cierto es que la disposición escogida potencia su efecto estético en el espectador.
En su ensayo “Algunas ideas, autores y escenarios del arte moderno”, José Carlos Mariátegui sostiene que “Todas las inquietudes, los contrastes y los problemas de la historia contemporánea se reproducen en el mundo del teatro”, aludiendo a los parecidos entre el teatro de Pirandello y la física relativa de Einstein. Traemos a colación dicha cita, porque juzgamos que esta plasma muy bien el caso del espectáculo en cuestión. Es decir, Algunas formas de los anhelos es una cartografía acertada y crítica de las emociones de nuestra época.
Basta con observar la escena contemporánea, para comprender que este espectáculo se sitúa en el plano de las discusiones políticas sobre la viabilidad del encuentro con el otro, la polarización social y la crisis climática. Así lo ratifican la inclusión estratégica, en la primera parte, de un poema sobre el conflicto israelí-palestino y la utilización, en la última parte, de bandas presidenciales del Perú como alegoría de la historia inestable y violenta del país. Así, Algunas formas de los anhelos invita al espectador a descentrar el culto a la competencia y a la depredación para repensar la importancia de la cooperación humana.
Tampoco es casual que las tres partes del espectáculo estén ambientadas en espacios desérticos. Consideramos que este hecho más que ser un rasgo de la literatura distópica, el desierto como fin de la civilización humana, es una metáfora de la tragedia de nuestra época. El desierto como símbolo de nuestra existencia vacía que nos aísla de los demás y nos demanda desesperadamente ser llenado a través del cumplimiento de un anhelo. El espectáculo ha sabido matizar esta búsqueda paradójica e inmediatista de sentido. Ejemplo de ello es “Rutas circulares”, donde los personajes, en un inicio, se pelean por una manzana (un guiño al fruto del jardín del Edén) y, al final, terminan enfrentándose violentamente por apoderarse del saber y el poder. A pesar de que la existencia contemporánea sea como un desierto inhóspito, que nos “obliga” a ser agresivos con los demás, el espectáculo ofrece al público una serie de pistas para combatir la desertificación. Esto es sugerido en “Caminantes” por la propia AZ cuando dice que se encamina hacia EUDAMON (término que recuerda a la eudaimonía aristotélica), es decir, a la tierra donde se hace y se vive bien en comunidad. De manera similar, al final de “Duo domo”, la mujer le revela al soldado que sabe dónde encontrar agua en medio del desierto, pero que primero debe consultar a las canciones de sus ancestros.
A propósito de esto último, hay que señalar que en Algunas formas de los anhelos se aprecia una economización del discurso verbal, de modo que se opta por otros mecanismos expresivos como el movimiento corporal o la sonoridad. Esta decisión no debe ser entendida como un capricho estilístico, sino como una estrategia coherente para complementar la idea de la felicidad colectiva. Esta no se consigue mediante el logos racional que es usado tradicionalmente como arma retórica que elimina al otro, sino mediante el canto y el ritual corporal que es heredado por la comunidad. Allí residen las claves para encontrar el sentido en un mundo cada vez más desertificado y ensimismado.
Por último, es indispensable destacar la labor del elenco, integrado por Daniela Rodríguez León, Rodrigo Rodríguez, Henry Sotomayor y Andrea Cárpena. Sus actuaciones materializaron de forma íntegra la propuesta de los textos y de la dirección, no solo por su solvencia para encarnar los diversos y exigentes personajes de cada historia, sino también por el dominio prolijo del cuerpo para sugerir las contradicciones de la realidad contemporánea. Asimismo, es importante saludar el trabajo realizado por Estéfano Encinas y Rafael Arenas, quienes crearon la música original que acompañó a este espectáculo. Los temas musicales intensificaron las significaciones del despliegue actoral, favoreciendo así su comprensión. El aplauso enérgico y sostenido por parte del público así lo confirmó.
Eduardo Ávalos
(Universidad Nacional Mayor de San Marcos)