Críticas de espectáculos

Alucine/Teatro Paraíso

El cine tridimensional
Obra: Alucine
Autor: Toni Albá
Intérpretes: Tomás Fernández Alonso, Elena Galaz, Rosa A. García, Ramón Monje, Asier Saez de Ugarte
Espacio escénico: Toni Albá, Platea
Vestuario: Pilar López
Máscaras: Amadeo Ferrer
Atrezzo: Ana Fdez. Alonso
Dirección: Toni Albá
Producción: Teatro Paraíso
Teatre Municipal de Manacor – 10-10-03
El cine va formando en todos los seres humanos una memoria que puede acumularse en paralelo a las sensaciones más profundas, llegando incluso a cruzarse entre la realidad y la imaginación, consiguiendo la magia del cinematógrafo y su difusión amplificadora crear personajes de ficción que conviven en el imaginario colectivo como alguien que ha existido, que ha influido en el compartimento de capas sociales, que van conformando incluso un ideario estético, una manera de ser y comportarse, de analizar las situaciones de peligro.
Con este material Toni Albá y «Platea» (una marca de Teatro Paraíso para la ocasión) han armado un cuento de ensoñaciones de unos trabajadores del escenario que van dando vida a ciertos personajes de la historia del cine. No es una sucesión histórica, sino que se hilan a partir de una serie de coincidencias en temas, o en tipos, sin una imperiosa necesidad de conseguir unas ilustraciones que logren una identificación inmediata, sino que buscan la alegoría, el detalle, el encadenado subvertido de secuencias, con la música como guía experimentada en conseguir la aproximación por otros sentidos. Hay momentos que parece un juego de adivinar películas a partir de unos detalles, unas pinceladas, unos rasgos de humor.
Es un trabajo muy redondo, hay ritmo interno, se suceden las películas y héroes populares con un agradable tono comunicativo, al que ayuda una buena iluminación y la utilización de diferentes técnicas, con objetos o marionetas, que se funden con la caracterización casi de cómic de los actores que, en su conjunto, forman un equipo muy eficaz que sabe servir sin fisuras las necesidades marcadas por la dirección que busca el gesto que rubrica la acción, el gag que engrasa las transiciones, lo chocante para adentrarse en ese mundo mágico que aquí se presenta tridimensional, para recordarnos que estamos hechos con un alto porcentaje de influencia mitológica mostrada en treinta y cinco centímetros.
Carlos GIL


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