El ciclo de ‘Teatrulias’ que se ha desarrollado en el marco del Festival Teatro Gayarre; Otras miradas, Otras escenas y que tenían lugar a continuación de la puesta en escena de los espectáculo que se han representado, finalizó el viernes 19 de mayo con la paricipación de la directora y creadora del espectáculo Historia natural (elogio del entusiasmo) de la compañía Matarile Teatro, Ana Vallés. Con un encendido pero comedido elogio del entusiasmo se cerró el viernes pasado el ciclo de ‘Teatrulias’ ofertadas por el Teatro Gayarre dentro del Festival Teatro Gayarre; Otras miradas, Otras escenas, que tuvieron lugar en el Nuevo Casino Principal tras las representaciones. El director Lluis Pasqual, el director Andrés Lima y los actores de Animalario, el director Pippo Delbono y la directora Ana Vallés, fueron los encargados con sus distendidas charlas de hacer realidad esta propuesta impulsada por el Teatro Gayarre.
La encargada de intervenir en el última de las ‘Teatrulia’ fue Ana Vallés, que, como autora, actriz y directora y creadora de Historia Natural (elogio del entusiasmo), reconoció que ”esta profesión es de resistentes y todo lo que encuentras son obstáculos y desánimo, por eso hay que elogiar el entusiasmo porque si no es imposible. Y como hay un paralelismo claro entre el teatro y la vida, es lo mismo. Nada de lo que hayamos hecho importante en la vida lo hemos conseguido sin entusiasmo”.
La directora, conducida por el moderador de la charla, Víctor Iriarte, hizo un repaso a la metodología de su proceso creativo en general y el seguido en la obra Historia Natural (elogio del entusiasmo), que fue premiada como espectáculo más original e innovador del Festival Internacional de Teatro y Artes de calle de Valladolid. “Durante el proceso los actores tienen muchas preguntas y muchas dudas. Empezamos desde cero, sin un texto. Ellos no tienen el armazón, no es un teatro convencional con un texto al que agarrarse. Yo misma convivo esos días con el caos; pero es que el teatro debe hacerse con los actores sobre el escenario y cada uno aporta sus particularidades. Hay un núcleo de actores, pero para cada montaje contamos con actores nuevos que pongan en tela de juicio lo que hacemos. No me gusta la comodidad”, apuntó Vallés.
Aunque reconoció que en Historia Natural (elogio del entusiasmo) sí existía un texto previo que fue tomando forma a lo largo de los dos meses de ensayos, tiene claro que la obra, como su teatro, es un hecho vivo que pone sobre las tablas a “personas que hablen de personas, ante personas”. De este modo, Ana Vallés da mucha importancia al público al que va dirigida la obra que actúa más como un interlocutor que como un espectador como comentó Roberto Leal, actor de Historia Natural (elogio del entusiasmo), que participó al ser interpelado por el moderador: “Los espectáculos de Ana son hacia fuera, necesitamos mucho del público porque es un personaje más, un actor, un interlocutor”, y añadió que “aquí, en Pamplona, nos hemos sentido muy acompañados por el público. Ha seguido la evolución lógica del espectáculo, tras la expectación inicial, ha entrado enseguida en el código de la obra y nos ha arropado”.
Y es que para contagiar con su entusiasmo el contacto debe ser directo. “Yo pretendo que todo lo que suceda sea de verdad. Busco más un acontecimiento que una representación”, aseguraba Ana Vallés. Y en esta obra el acontecimiento es una fiesta, una reunión en torno a una mesa, “porque a lo largo de nuestra vida los hechos más importantes surgen en torno a la mesa. En nuestra cultura, la comida es muy importante. Los temas más delicados también se tratan y se discuten en torno a una mesa”, donde los actores comen, beben, discuten, se enamoran… en una clara exaltación de la vida, aunque continuamente se esté mencionando a la muerte, y es que, como defendía Ana Vallés: “Las dos cosas van tan unidas. Ser vitalista es estar recordando la muerte todo el tiempo. No es contradictorio, es lógico. Cuanto mayor me hago, más abogo por la vitalidad, porque tener conciencia de lo que significa la muerte a los 20 años es muy difícil”.
La obra, escrita para ser representada en teatros a la italiana, logró su primer gran éxito en el festival de calle de Valladolid. Al ser preguntada por la experiencia, la directora aseguraba que: “Fue muy particular. Hicimos una adaptación de la obra porque los elementos naturales estaban muy presentes, la noche, la lechuza, el tren, que van influyendo en la función. Pero, todo es diferente, cambia la perspectiva, los planos… me parecía un efecto más cinematográfico que de teatro”. Y aunque la compañía gallega Matarile Teatro, fundada en 1986 por la propia Ana Vallés, aboga por una fusión de lenguajes escénicos encima de las tablas, “uno de los mayores errores del teatro del siglo XX es que se supedita a la literatura; el resto de los lenguajes escénicos se abandonan a un texto. La escena es tantas cosas que por qué delimitarnos: el actor con la palabra y el bailarín con el cuerpo” la directora no es muy partidaria de incluir lenguajes ajenos al teatro, como proyecciones, músicas grabadas….
Pero el objetivo fundamental de la compañía, que pone de manifiesto con esta obra en particular, es buscar la alegría, la sensualidad de la vitalidad, como reconoce Vallés: “Desde hace cinco años una de nuestras premisas con los actores nuevos es hacer el ridículo y reírnos de nosotros mismos. Si no tenemos la capacidad de mirarnos desde fuera para desdramatizar, se cae en una trascendencia que yo no quiero. La vida es muy complicada como para hacerla trascendente”.
Pero, no es un objetivo fácil, porque, según un extracto sacado del propio texto: “Qué contagiosos son los apáticos, los indiferentes, que todo lo desprecian; a su lado, qué difícil resulta aferrarse a la experiencia y al entusiasmo”.
Ellos, la compañía Matarile Teatro, como todos los participantes en este festival, se aferran con sus obras al entusiasmo para escapar de la apatía y de las convencionalidades que poco a poco acaban con las ganas de vivir y de actuar.
