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Ana Vallés estrena la última parte de la ‘Trilogía de la Fragilidad’, vinculada a la pandemia

‘FRÁXIL’ se puede ver en Naves del Español en Matadero del 30 de junio al 16 de julio

Ana Vallés presenta en Naves del Español en Matadero, Madrid, -del 30 de junio al 16 de julio-, Fráxil. Handle with care, tercera parte de la Trilogía de la Fragilidad, tras ‘El diablo en la playa’ (2020) e ‘INLOCA’ (2022). Esta pieza, creada y dirigida por Vallés e interpretada por Pau Cólera, Antón Coucheiro, Claudia Faci, Celeste González y Alfredo Pérez, es una producción de Teatro Español, Matarile y Centro Dramático Galego, y quiere recuperar lo que para Ana Valles es la esencia del teatro, “la presencia desnuda de unas personas que se muestran en toda su vulnerabilidad y fragilidad”.

Con ella, la autora ha buscado la ligereza y el contacto. “Ligereza en un estar no condicionado o potenciado por el carácter espectacular de la propuesta, ligereza en la posibilidad de dar vida y transformar el espacio que habitamos con pocos recursos: nuestros cuerpos, las luces y sombras que los envuelven y el sonido exterior que los acompaña -explica a Artez-. Considero que estas motivaciones, sobre todo formales, responden a una época pospandémica marcada por la realidad virtual, el ruido, la deshumanización de las relaciones y la consciencia absoluta de nuestra fragilidad. Y quizás, desde ahí, desde el cuerpo y el lugar que habitamos, podamos empezar a plantearnos preguntas que cuestionen cómo queremos relacionarnos, cómo queremos gestionar nuestro tiempo; replantearnos necesidades adquiridas, el peso del pasado. Parar y escuchar la lluvia, por ejemplo. O pasear, andar lo suficientemente despacio como para oír al paso, ver al paso, divagar e incluso, en ocasiones, encontrar (lo que implica una disposición de ir al encuentro)”.

Fraxil (C)Manuel G. Vicente (1) artezblai
©Manuel G. Vicente

La idea de esta trilogía que homenajea a la fragilidad se generó durante el confinamiento, y cada una de las partes responden a etapas pospandémicas diferentes. “‘El diablo en la playa’ planteaba los conceptos de caos y orden (que se tambalearon durante el confinamiento), la playa como metáfora de límite inestable entre la tierra firme, sobre la que dejamos huellas y nos sujeta, y el mar, como horizonte de posibilidades, temores o deseos. ‘INLOCA’ respondía a un deseo ingenuo de recuperar algo perdido, de encender todas las luces y, al mismo tiempo, la necesidad de replantearnos nuestro lugar en el mundo, nuestra herencia europea y la utopía de la huida. Estábamos en el paisaje, en un exterior con límites definidos. En ‘Fráxil. Handle with care’ volvemos al cuerpo, a las figuras, las sombras y las huellas; y al concepto de casa, lo que nos protege de la intemperie, un espacio protegido, un espacio para los cuidados; la casa es lo cotidiano, la posibilidad de reunirnos, la bienvenida; la casa une, es el lugar al que se vuelve”.

Lenguaje híbrido

Vallés es junto a Baltasar Patiño la fundadora de la compañía gallega Matarile Teatro, que con una trayectoria de 35 años dedicada a la creación, sigue innovando con diferentes tipos de lenguaje, para desdibujar las fronteras entre el teatro, la danza, la performance e incluso el circo. El lenguaje híbrido atraviesa también esta última pieza. “Algunos elementos de partida han sido: el agua siempre presente y cambiante, la luz y el vídeo de proyectores que deforman la arquitectura, el claroscuro, la voz sin cuerpo, las sombras presentes, las huellas que se desvanecen, lo que se entrevé, la ausencia de silencio absoluto, el sonido que se cuela del exterior, la luz que se filtra al abrir una puerta, la música que no siempre acompaña a la danza…Y elementos o figuras de las otras partes de la trilogía que reaparecen aquí”.

Inmersa en un proceso de creación que define como “difícil, apasionante, extenuante, gozoso y doloroso”, Ana Vallés ofrece sus razones por las que homenajear a la fragilidad: “Porque somos fundamentalmente frágiles. Y porque ser conscientes de nuestra fragilidad es lo que nos hace fuertes y nos mantiene vivos. En INLOCA decíamos: “Mi fragilidad es mi fuerza. Mis dudas también. Mi silencio, por supuesto.” Esta confesión de fragilidad implica también la reivindicación de una manera de estar: contra lo que se sabe, se cree o se asume. Contra mis prejuicios y la fuerza de la costumbre, siendo consciente de que hablo desde una posición concreta, anclada en la cultura occidental, la herencia europea, la realidad de vivir en España, mi edad y mi cuerpo”.

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