En cartel

Ángel Pavlovsky llega al Teatreneu de Barcelona con ‘Alas furtivas’

El próximo 22 de diciembre llega al Teatreneu de Barcelona la obra Alas furtivas, el nuevo espectáculo de Ángel Pavlovsky. Recién llegado de su exitosa estancia en el Theatre de la Ville de París colaborando en la interpretación en el montaje Loretta Strong. Le Frigo (de Copi), dentro de la programación del pasado Festival de Otoño, Pavlovsky regresa a los escenarios catalanes con su montaje Alas furtivas. Un espectáculo donde Pavlovsky aparece despejado de su personaje y nos hará sus confidencias, invitando al público a reconocer lo que realmente somos. Eso sí, es totalmente consciente que de divorciar los medios de expresión artística de la realidad, es una ingenuidad. Alas furtivas, por Pavlovsky
Aparece en escena, muy puntualmente el artista anunciado.
Hará sus confidencias, despojado de su personaje; se lo intuye, en esta ocasión, muy alejado de la supuesta ”última star en funciones” como podría esperarse.
Viste su traje “de soñar”.
Sabe que divorciar los medios de expresión artística de la realidad es una ingenuidad.
Sabe también que el sentido del humor, bien entendido, es muy provocativo, en el buen sentido de la palabra y crea una gran solidaridad.
Nos invita a reconocer lo que somos.
En tono confidencial, introspectivo a veces, efusivo en ocasiones y por momentos tempestuosamente histriónico, habla de sus sueños a la vez que esboza un autorretrato bastante real y a la vez bastante fantástico pero sospechosamente aproximado al ser que se supone permanece oculto tras la máscara imprescindible de cualquier salteador de emociones o avasallador de sentimientos.
Hace referencia a cuanto el teatro puede llegar a tener de mensaje humano personal, intransferible y hasta cierto punto inexplicable.
Nos refiere, con ácida ternura sus relaciones con la “gente cuerda”, y nos invita a compartir y a discutir sus consideraciones acerca del poder, la política, la soledad, el paso del tiempo, las crisis, el amor, el desamor, el destino, los sueños…
Huyendo de cualquier moralina, recapacita sobre la irrenunciable relación entre el actor y el público y la búsqueda del verdadero sentido del hecho teatral; ese milagro que solo se produce en el único territorio donde lo fantástico puede ser lo cotidiano; en el Teatro.


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