Aran-Aran estrena su nueva obra en la ENT
La Escuela Navarra de Teatro (C/ S. Agustín 5, Iruñea-Pamplona), acoge los días 8 y 11 el estreno de la obra De cómo moría y resucitaba Lázaro, el Lazarillo de Arístides Vargas, última creación de la compañía Aran-Aran, mientras que el día 12 actuará la compañía Histrión Teatro con Del maravilloso mundo de los animales: Los corderos de Daniel Veronese. La puesta en escena de ambas pieza permite disfrutar con dos textos representativos del teatro sudamericano actual.
De cómo moría y resucitaba Lázaro, el Lazarillo del autor argentino Arístides Vargas, exiliado en Ecuador donde fundó la compañía Malayerba junto a la pamplonica Charo Francés, se estrena los días miércoles y el sábado (2010/12/08 y 11, a las 20.00) en una producción de la joven compañía Aran-Aran. Dirigida por Vargas y Francés e interpretada por Eva Azpilicueta, Ion Iraizoz, Maider Lecumberri, la pieza muestra como un pícaro hace a otro pícaro… y éste hace a otro… y aquí es donde entra Lázaro…. que si no quiere acabar mareado como una perdiz, tendrá que aprender a ser el más pícaro de todos. De cómo moría y resucitaba Lázaro, el Lazarillo es una divertida y actual versión del Lazarillo que, en este caso no es de Tormes sino de Mata Mandingas. Lázaro llega al mundo y no se encuentra más que con charlatanes, trepas y ladrones… los valores no aparecen por ningún lado y hay que sobrevivir. Sea como sea, ¡lo importante es sacar tajada!
La programación de la semana se completa con la puesta en escena de Del maravilloso mundo de los animales: Los corderos, obra de Daniel Veronese que pone en escena la compañía granadina Histrión Teatro y que sitúa al espectador como voyeur o testigo del horror en una puesta en escena transgresora.
Interpretado por Gema Matarranz, Paco Inestrosa, Enrique Torres, Manuel Salas y Elena de Cara, el texto de Veronese es una pieza oscura, con indirectas pero implacables referencias a un mundo degradado y a una época feroz, concebida en un sutil contrapunto con la pseudotranquilidad y alegría de un ‘reencuentro’ familiar.
En esta puesta en escena Veronese combina verborrea infernal con silencios absolutos, bien elegidos, al tiempo que los intérpretes convierten esta obra en una expresión de puro teatro.