Críticas de espectáculos

Argelino, servidor de dos amos/Animalario/Teatro de la Abadía

A borbotones
Obra: Argelino, servidor de dos amos
Autor: Alberto San Juan
Intérpretes: Elisabet Gelabert, Javier Gutiérrez, Alberto Jiménez, Rosa Manteiga, Daniel Moreno, Nerea Moreno, Pepa Zaragoza
Escenografía: Beatriz San Juan
Iluminación: Dominique Borrini
Dirección: Andrés Lima
Producción: Teatro de la Abadía, Animalario
Teatro Arriaga –Bilbao- 25-01-08
El título es una paráfrasis de la conocida obra de Goldoni de la que mantiene parte de su estructura dramática, algunas circunstancias de los personajes y el resto es una versión realizada con absoluta libertad y sin reparos. Sin medianías, sin miedos, todo se plantea y se dice en crudo, como si lo importante fuera qué se dice y no cómo se dice. Acercando al lupa se diría que es un retorno al teatro popular en el mejor sentido de la palabra, en una búsqueda de una identificación con las clases populares, con los más necesitados, con los seres humanos que comparten nuestro tiempo, hasta nuestro espacio, pero no nuestra riqueza ni nuestra bienestar social.
Es inequívoca la intención política, su contenido, su adscripción ideológica y el punto de vista de los versionistas, el director y la compañía, pero nos estancamos en nuestro seguimiento al ver las formas, al ver las costuras teatrales tan descosidas. Si no cabe duda de la globalidad, fragmentando, diseccionado, las partes flaquean, y en el desarrollo del espectáculo eso se nota, hay unos momentos valle demasiados extendidos en el tiempo, hay después muchas urgencias, pero se llega a recovecos que parecen inoportunos, como si cada vez que se canalizan las aguas apareciese una compuerta que las detuviera y las desviara. No obstante hay una armonía general, los elementos estéticos, el texto destripado con lenguaje vulgar, las canciones, la interpretación de conjunto muy cohesionada, con una gestualidad impostada le dotan de prestancia, aunque posiblemente se espere un algo más que no acaba de suceder. Lo que sucede, sucede con mucha contundencia y a borbotones.
Carlos Gil


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