Sud Aca Opina

Arquitectura, Deporte, Cultura

La arquitectura, sobre todo la buena, desde siempre ha favorecido a la cultura y esta le ha retribuido generando mejor arquitectura en un enriquecedor círculo virtuoso de nunca acabar.

Los grandes ejemplos a escala planetaria de teatros, salas multi funcionales, ágoras y demases construidos en el pasado, ya son archi conocidos y estudiados pero qué clase de arquitectura cultural genera la sociedad contemporánea.

Seguramente cada uno de nosotros tendrá un buen ejemplo cercano aunque después de una segunda mirada, quizás no cumpla con este estatus de ejemplo planetario.

Bajo la consabida frase «pan y circo» y el crecimiento exponencial de la población, los pequeños recintos que albergan solo unos cientos de espectadores han pasado a segundo plano en relación a los espacios que pueden recibir miles, decenas de miles de personas que pierden su individualidad pensante para transformarse en masa eufórica anónima en su actuar.

Piscinas olímpicas, pistas atléticas, velódromos, estadios, etc…

Desde siempre el deporte llamado «profesional» ha tenido un rol socio político fundamental y en nuestros días no es la excepción. Los antiguos gladiadores romanos que entraban a la arena dirigiéndose al emperador con la frase «los que van a morir te saludan» o el hombre pájaro de la isla de pascua que al ganar una competencia por ser el primero en traer a la isla un huevo de pájaro migratorio, después de nadar por un mar agitado y escalando una pared de piedra casi vertical, lograba que su grupo gobernara los destinos de la isla, más que deportistas, eran una pieza fundamental en el ajedrez político de los pueblos.

Hoy en día las cosas no han cambiado, basta con darse cuenta que cercano a eventos políticos importantes donde se corre el riesgo de desilusionar a los votantes, suele existir un partido importante de futbol con amplia cobertura hecha por los medios de prensa cómplices en la maniobra distractora.

Los jugadores de futbol y otros deportistas son los gladiadores contemporáneos del circo romano en que se han transformado los estadios.

Los antiguos triunfos militares por ganar territorios y establecer fronteras han pasado a los campos de juego donde ganar un partido equivale a ganar batallas.

Recordable es «la mano de dios», cuando después de la guerra entre Argentina e Inglaterra por las Islas del sur, Malvinas para unos, Falkland para otros, en un mundial de futbol, Maradona hizo un gol con la mano para derrotar al equipo Inglés.

No creo que se pueda refutar si este fenómeno deportivo es cultural o no, ya que genera sentimientos que llegan a modificar comportamientos. Por irracional que sea el actuar de las llamadas barras bravas, este es propiciado por los medios y acogido por la arquitectura de mega recintos deportivos.

¿Hospitales, colegios salas de teatro o estadios?

Qué duda cabe, los estadios sin duda son más rentables en términos político sociales que la salud adecuada o la buena instrucción de la población.

A pesar de lo crítico de mis comentarios, las grandes luces que se salvan para cubrir recintos deportivos han forzado la técnica así como la carrera espacial incomprendida, sobre todo por su aparente despilfarro económico, ha traído desarrollo y bienestar. La arquitectura deportiva ha tenido que esforzarse para satisfacer los requerimientos cada vez más exigentes tanto desde los aspectos técnicos como de las necesidades espaciales para recibir más espectadores.

¡Citius, altius, fortius!

¡Más rápido, más alto, más fuerte!

Esta premisa olímpica se aplica no solo al deporte sino también a la arquitectura de los espacios que lo acompañan.

¿El deporte es competencia de otras actividades culturales?

La respuesta parece ser evidente, pero ante esta realidad existen 2 alternativas posibles. Una sería combatir ciegamente con una derrota asegurada y la segunda es como las artes escénicas van a ser capaces de encontrar en el deporte un aliado para llegar al público potencial.

Para los mundiales de futbol o las inauguraciones de las olimpiadas, a manera de teloneros, se han hecho grandes espectáculos donde la puesta en escena ha sido fundamental para quedar en la memoria del mundo, tanto o más que las medallas de oro.

Sin duda se podría hacer una relación entre estos teloneros y esas coreografías perfectamente coordinadas, ejecutadas por cientos de chinos frente al gobernante comunista de turno o los desfiles militares que tienen por objetivo seducir al propio habitante y disuadir al potencial enemigo.

Todas y cada una de estas actividades sean consideradas artísticas o no, son puestas en escena de cuidada factura.

Las artes escénicas no pueden pretender desplazar al deporte seductor de masas pero fácilmente se podrían acomodar para obtener su propio espacio de representación, teniendo el público que se merece.

Así como el deporte tiene desde siempre y hasta nuestros días un rol político social, el arte en general ha estado en la misma situación.

Buscar aliados y no enemigos parece una buena alternativa para que el beneficio sea mutuo y las artes escénicas irrumpan con fuerza en los mega espacios donde hoy el deporte es el emperador absoluto con el poder de poner su pulgar hacia arriba o hacia abajo.


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