Escritorios y escenarios

Asunto de interés

Ejercer el rol de profesor es una gran responsabilidad. Y no soy de las que piensa que cualquiera puede serlo. A pesar de que el sistema educativo diga lo contrario. Tampoco creo que solo se puede ser profesor si uno domina un saber en la ciencia o en las humanidades. Es ingenuo creer que alcanzar un nivel de experticia, convierte a alguien automáticamente en competente para educar o enseñar. Yo misma tuve un profesor que era un actor extraordinario que, además, gozaba de una reputada fama en el teatro, la televisión y el cine. Sin embargo, a la hora de trabajar con aprendices perdió la materia. Recuerdo que lo pasé realmente mal dado que nunca fue claro qué era lo que estábamos intentando hacer. El profesor nos ponía a improvisar y cuando veía que la escena no salía como él la visualizaba, paraba el ejercicio y él mismo se ponía a improvisar de la manera “correcta”, por lo que al final uno terminaba imitando la manera “correcta” de actuar, pero sin comprender por qué. Este artista de la actuación no sabía provocar las condiciones necesarias para el aprendizaje.

Pero no sé bien porque empecé por ahí, desahogando ese pequeño trauma de aquel lejano taller en el que me di cuenta que a veces el que más sabe y mejor lo hace, es el peor profesor.

Y es que en realidad quería compartir una idea, seguramente, más sencilla. Cuando estoy con un grupo de estudiantes puedo percibir su grado de implicación. Esto no es un descubrimiento, pero siempre ha sido algo que me cuestiona, sobre todo cuando uno se da cuenta de que por “X” o “Y” motivo, dicha implicación se pierde. También es cierto que cuando uno acepta que esto hace parte del oficio, uno está más tranquilo.

Por otro lado, es importante tener claro que un profesor no se dedica a la recreación, y esto lo digo porque también he sentido que, en ciertos escenarios educativos, esto es lo que se espera. Incluso los mismos estudiantes esperan que el profesor los entretenga. Y, honestamente, me parece mala idea. Es ridículo que un profesor tenga que competir con Candy Crush Saga, Facebook, Netflix o con los chistes y las bromas que circulan en tales espacios.

Ahora bien, me parece que el profesor, el director teatral o, incluso, el artista tiene algo en común que, precisamente, tiene que ver con el grado de implicación que son capaces de generar en los otros: creo que todos deben encontrar la manera apropiada para generar y dirigir la atención; en el caso del profesor este debe producir el interés de los estudiantes, y en el caso del director teatral y del artista, el interés de los espectadores. Al final quienes nos dedicamos a trabajar con y para los otros volvemos una y otra vez a cuestiones esenciales: ¿cómo provocar el interés? ¿Cómo hacer para dirigir la atención?

Domingo 26 de febrero del 2023


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