Atentos al pajarito
La fotografía ha salido movida y debemos repetirla hasta que podamos identificar a todos. Los que salen y los que faltan. Los que están desenfocados y los que tienen el foco saturándolos. Todos atentos al pajarito porque cualquier día de estos pasarán revista y quienes no aparezcan sonrientes, pueden ser rechazados del paraíso. Así que mucho cuidado no sea que quedemos plasmados para la posteridad en actitud poco correcta, demasiado entregados a un dios menor llamado mercado, que nos está abandonando antes de haber llegado a bendecirnos.
Los pajaritos pueden aparecer por cualquier lado. Pueden aparecer también pájaros de mal agüero, buitres que acudan a darse un festín con los despojos. También pueden aparecer los cucos, colocando los huevos en los nidos ajenos, y hasta los que vengan a robar los polluelos para pintarlos y camuflarlos como aguiluchos, o si interesa en gallináceos o en simples gorriones que vienen a tu ventana a cantarte las mañanitas, o como le sucedió a Roberta Carrieri que estaba dando la semana pasada en Holstebro, dentro del Odin Week Festival, una demostración de su trabajo, y lo hacía a partir de la escena final de ‘Casa de Muñecas’, y explicaba cómo había afrontado ella la actitud de Norma en ese final que inaugura un tiempo teatral, dramatúrgico en el que la mujer se hace dueña de su propio destino. Le preguntaban los alumnos cuestiones técnicas y en un momento dado se le inquirió sobre la influencia del estado de ánimo personal, en el trabajo de creación de un personaje, en la misma actuación.
Contestó sobre su situación personal, con su marido Torger Wethal fallecido hace unas pocas semanas, y que ella era capaz de deslindar sus sentimientos y los de su personaje, pero que sabía que él estaba en algún lado junto a ella, y en ese momento apareció un pajarillo dando saltitos, salió de detrás del telón de fondo, recorrió unos diez metros acercándose a las gradas donde estaban los asistentes, parecía contemplar la escena con alegría. Entonces Roberta se percató de la situación y le empezó hablar, a solicitarle que la dejara trabajar, y el pajarito, como si entendiera, fue retrocediendo, hasta hacer mutis por el foro, sin volar, como si fuera una alegoría, una presencia de lo que se estaba hablando. Momentos mágicos. Contagio de un estado de ánimo compartido.
Porque hay que decirlo rápido: existe otro modelo de producción, de ser artista, de hacer teatro, de afrontar la creación, la relación con los públicos. No todo es entretenimiento, porcentajes de ocupación, espectáculos de masas, contratos, fama, proyección mediática. Existe el amor al trabajo, a la investigación, a buscar en el propio cuerpo, en la propia mente, las posibilidades de la actuación, las relaciones entre lo que se cuenta y quién lo recibe. Y cómo lo recibe. Existe una manera de convertir la profesión, el oficio, en algo más que una forma de supervivencia. En vez de vivir del teatro, vivir para el teatro. Y dentro de esta entrega, disfrutar, viajar hasta los confines de lo reconocible, de lo posible. Y no dejarse llevar por el conformismo, ni por la rutina. La vida hecha teatro. El teatro hecho vida. Y la trascendencia se encuentra en convertir cada representación en un encuentro casi espiritual, pero realizado a través de lo físico, del movimiento, de la voz, las imágenes, la gestualidad limpia de retórica, siempre funcional, siempre orgánica, o enmarcada en una teatralidad más allá de lo superficial, en el territorio de la poética.
Atentos al pajarito, porque en la foto se puede buscar otra postura, otro rictus. Podemos quedarnos en esta foto fija de la ausencia de compromiso, de entrega a unas nociones infectadas de intrascendencia, o nos colocamos en la única insurgencia posible: la de mostrar una respuesta directa a la baratija teatral y cultural y entregar todos nuestros esfuerzos a encontrar una manera propia de expresión, fiel a nuestro ideario, pensando en la emoción que va más allá de lo tangible. Será entonces cuando en cualquier ensayo, entrenamiento, lectura, aparecerá el pajarito que traerá noticias de la bondad de la existencia, del arte, de la belleza y el valor del teatro sobre todas las cosas.