Críticas de espectáculos

Autos de Navidad / Títeres Tía Norica

Autos de excepción

En Cádiz. ¿Te ubicas, “pisha”? Ésta es la tierra donde se asentaron lo Fenicios que hace más de cinco mil años dieron origen a Iberia; aquí nació el constitucionalismo español; en esta tierra se documenta el teatro de marionetas más antiguo de España. La Tía Norica –nombre de la compañía de títeres, del personaje y de un entremés– atesora desde hace más de dos siglos un legado artístico y cultural que se transmite de padres a hijos y que, desde hace unos años por estas fechas, pone en escena “Autos de Navidad”.

Los dramas litúrgicos, en general, que tuvieron lugar en la Baja Edad Media y se desarrollaron en el siglo XVI, tenían dos ciclos, uno navideño y otro de pascua. Si en un principio poseían un carácter catequético, la popularidad en manos de gentes seculares hizo que los autos religiosos pasaran a tener una connotación festiva y profana provocando cierta incomodidad entre los clérigos; lo litúrgico pasó a ser extralitúrgico, las representaciones salieron de las iglesias para ocupar las calles, los intérpretes –en ocasiones financiados por los cabildos– alcanzaron la profesionalización.

Algunos de los textos de La Tía Norica tienen su origen incierto que enraízan con el Siglo de Oro español. Los títeres originales de esta compañía netamente gaditana que conocieran Falla y García Lorca se conservan, junto a algunos libretos manuscritos, en el Museo de Cádiz. La actual compañía, que forma parte de la Fundación Municipal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Cádiz, tiene su sede en el Teatro del Títere La Tía Norica y está regida por la familia Bablé.

Sirvan esos mínimos apuntes aportados más arriba –existen publicaciones y estudios académicos que profundizan en el conocimiento de La Tía Norica tanto del personaje como de la compañía y del entremés– para encajar la importancia artística y cultural de unos títeres que están en posesión de la Medalla al Mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura en 2002, y Premio Nacional en 2007 de la Asociación de Teatro Infantil y Juvenil, ASSITEJ. Pues bien, con una economía precaria, los “Autos de Navidad” se han representado durante ocho días para gozo y disfrute de gaditanos que sienten este espectáculo como de su pertenencia, esperando a que la Junta de Andalucía decida (ya se ha recabado toda la acreditación) declararlo Bien de Interés Cultural.

Desde el punto de vista artístico, los “Autos de Navidad” poseen veintidós cuadros de los que se han seleccionado nueve para la actual representación –aunque algunos se fusionan por su brevedad– que narran los pasajes bíblicos desde la Anunciación a María hasta la Adoración de los Reyes. El espectáculo comienza con un primer cuadro alegórico y fantástico donde se enfrentan el Arcángel San Miguel –el Bien– y los demonios del Mal, Astucia y Luzbel.

Los cuadros son autónomos entre sí, separados por un breve interludio musical con el telón de boca del escenario cerrado para dar tiempo a los cambios de telones y escenografías sucesivas: el Palacio de Herodes, Pidiendo posada, el Paso de los Reyes, la Anunciación a los pastores, el Portal de Belén, para terminar con el ya mencionado Adoración de los Reyes. Es decir, la sucesión de los cuadros tiene un sentido lineal pedagógico para instruir a las gentes como se hacía en el Siglo de Oro español.

No obstante, los Autos de La Tía Norica, por naturaleza tienen un marcado sentido popular –algunos estudiosos utilizan el término folclórico–, popular por dos cuestiones. Una, tanto el origen anónimo como la transmisión a lo largo de varias generaciones se ha realizado de forma oral, lo que ha determinado que, manteniendo lo esencial de la estructura bíblica, algunos diálogos se prestan a la improvisación, a la broma, a la crítica política del momento, a la chanza, a la risa, a la copla con doble sentido que enlaza con la tradición.

La otra cuestión popular se refiere a que La Tía Norica, además de dar nombre a la compañía de títeres, es un personaje humilde que con su nieto Batillo protagoniza varios entremeses de calado etnológico. Ambos representan, se identifican con el carácter de las gentes de Cádiz. Es decir, hablar de La Tía Norica es referenciar a los títeres de Cádiz, porque Cádiz y La Tía Norica participan de la misma identidad.

Pudiera parecer que, entre bromas y burlas, los “Autos de Navidad” pecaran de irreverencias. No, las escenas con los personajes esenciales (María, José, el Niño y el ángel de la Anunciación) siguen los ya conocidos diálogos bíblicos. Los Reyes tienen acento cubano en Baltasar, y francés en Gaspar. Por lo demás, los pastores y soldados de Herodes poseen acento gaditano y son los que llevan más carga crítica centrada en mayor medida con cuestiones locales que son la comidilla de la gente en la ciudad: el carril bici, la escasez de iluminación que ha puesto el alcalde “Kichi” durante esta Navidad, el Club Deportivo y su promoción en el Liga de fútbol, el Diario de Cádiz…Por supuesto, la chanza alcanza a otros temas más generales como la Junta de Andalucía, Mastercheff, Facebook, Google. Y sueltan chistes que, de simples, provocan la risa. Cuentan: “Tú, ¿qué vas a regalar al Niño? / Yo, un microondas. / ¿Por qué? / ´Padorarlo`”. O eso otro diálogo: “Los de Madrid se llaman madrileños. / Los de Valencia valencianos, / y los de Belém (…) figuritas.” En fin, todo un alarde de agudeza en los diálogos utilizando la metatreatralidad.: “La estrella es de papel Albal”. / “Sube más la estrella que no se ve”. / “Este decorado está lleno de mierda por detrás…”

Para finalizar, hay que hacer constar que el montaje escénico que hace La Tía Norica asombra por su complejidad. Dentro de la caja escénica del escenario del teatro Tía Norica se instala un escenario completo con varas para colgar los decorados que se suben y bajan por medio de las tradicionales cuerdas en modo manual, con multitud de puntos de luz, y con varias alturas de suelo. Hay un suelo bajo a modo de banqueta corrida donde se sientan los manipuladores de peana y varilla; otro suelo a la altura de las varas donde se cuelgan los decorados para los manipuladores de hilo; y otros dos suelos para el escenario; uno donde se colocan algunas escenografías y aforos, y otro a modo de pasillo por donde circulan los carretones de títeres de peana característicos de La Tía Norica. Estos carretones permiten que los caballos y camellos pueden mover las patas con un artilugio mañoso y eficaz.

Confieso que he asistido a uno de esos espectáculos que decimos memorables. Gracias a la generosidad de La Tía Norica he presenciado la magia de los “Autos de Navidad” como un simple espectador. Me he dejado llevar por el encanto de una puesta en escena deliciosa, naif y tradicional, primorosa y llena de ingenio acompañado de fino humor. Pero también he tenido el privilegio de presenciar –en otra función– todo el montaje escénico por detrás. He visto a los manipuladores y actores actuar en vivo; son otro espectáculo en sí mismos; descubrir cómo se desarrolla la puesta en escena entre bastidores es asistir a otro espectáculo con otra dimensión digno de admiración.

Manuel Sesma Sanz

Espectáculo: Autos de Navidad. Autor: Anónimo. Actores manipuladores: Manuel Abascal, Carmen Bablé, Carolina Bablé, Eduardo Bablé, Oliver Bablé, Pepe Bablé, José Manuel Dueñas, Manuel Malines, Adrián Morillo, Manuel Morillo, Josefina Pereira y Manuela Quintana. Maquinaria teatral: Fernando Bablé. Coordinador técnico: Luis Jiménez. Técnico de sonido: Tom Baltar. Técnico de luminotecnia: Manuel Alcina. Diseño de iluminación: Pepe Bablé. Música original: Eduardo Bablé. Canciones y villancicos: Coral Universidad de Cádiz y Grupo Vocal Tía Norica. Puesta en escena y dirección: Pepe Bablé. Compañía La Tía Norica. Sala: Teatro del Títere Tía Norica de Cádiz.


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