El Teatro La Abadia de Madrid presenta un adelanto de lo que será su programación en septiembre con las obras Sueños y alucinaciones de un enano enamorado y Gritos de Odessa. Albert Vidal, acerca al espectador en Sueños y alucinaciones de un enano enamorado, que se podrá ver el 13 de septiembre en la Sala José Luis Alonso, al canto telúrico, una forma original de canalizar las energías del cuerpo basada en milenarias técnicas orientales. Acompañado por dos músicos (en tabla-tarang y didgeridoo) y un vídeo-artista, Vidal ofrece un concierto y convoca al publico a realizar un canto colectivo de energías solares, para irradiar desde la ciudad de Madrid y en plena Noche en Blanco, luz, felicidad y conocimiento a todo el universo.
El canto telúrico, descubierto por Albert Vidal en su refugio en las montañas del Pirineo, vino precedido de veinte años de estudios y espectáculos en torno a la energía del cuerpo humano. En un principio, se pueden observar ciertas analogías con las técnicas ZoKeh de los monjes budistas tántricos o el kharkhiraa khuumii mongol. No obstante, las características del canto telúrico guardan más bien relación con el control y dominio de los canales sutiles del cuerpo humano, técnicas milenarias del hinduismo tántrico.
Tras el órgano de bambú y el gamelán, La Abadía vuelve a presentar en esta tercera Noche en Blanco madrileña una actuación de un europeo que, impregnado por la cultura de Oriente, es capaz de integrarla en su propio temperamento y de compartir esa experiencia con el público.
Por otro lado Gritos de Odessa, está creada a partir de ‘Ocaso’ de Isaac Bábel y dirigida por Simeón Spivak. La obra se presentará entre los días 26 y 28 de septiembre en la Sala Juan de la Cruz. “Se empieza por cortar leña y se termina cortando cabezas”, dice uno de los personajes. Nos encontramos a principios del siglo XX, en una ciudad de provincias, donde rusos y judíos todavía conviven, un entorno que Isaac Bábel, nativo de Odessa, conocía de sobra.
Este gran escritor de relatos y teatro, que en la era estalinista cayó en desgracia y murió fusilado, posee un estilo particular: un realismo que roza el barroco, repleto de contrastes.
En Gritos de Odessa muestra la quimera de un padre, que pretende vivir una nueva juventud, provocando la ira de sus hijos. El director Simeón Spivak aborda la obra buscando la alternancia de espectáculo e intimidad.
Bajo una cara amable, subyace en este espectáculo un tema poderoso: la convivencia con el otro, la comprensión mutua en la diversidad cultural y generacional.
