Aviñón 2020. El festival que no pudo ser
Estamos en una profunda crisis para el espectáculo viviente; para quien lo dude, sepamos que el 3 de julio debía empezar el Festival de Aviñón creado por Jean Villar en 1947. Desde entonces se ha convertido en una cita para el indispensable del verano teatral-escénico de Francia. Aviñón, como Edimburgo en Escocia (suspendido), o Salzburgo en Austria (muy modificado), son festivales que dan la dimensión de la creación escénica en Europa. Pero este año no habrá desfiles por las calles de la Ciudad Papal, ni la ronda de espectáculos callejeros de promoción, ni grupos de estudiantes buscando su teatro; silencio espectral en donde reina la tristeza en escenarios naturales sin público. Nada, nadie, vacío, el festival no tendrá lugar en 2020. Ruinas en las ruinas.
Quienes piensen que ya se termina esta peste, toman sus deseos por la realidad. Estamos en cuarentena reducida, lo que no quiere decir que la pandemia haya pasado. Nada, está aquí, ronda taimada de una contaminación selectiva. El famosísimo Cirque du Soleil acaba de anunciar que está en quiebra y que van a despedir a 3.500 trabajadores del espectáculo. El naufragio anunciado del Cirque du Soleil es una verdadera catástrofe para el escenario viviente y anuncia una serie de bancarrotas de grupos que impulsan al nuevo circo. Una señal muy negativa para el mundo del espectáculo.
Pero no es todo, también los teatros de Broadway en Nueva York anunciaron que bajaban el telón hasta en 3 de enero 2021. Treinta y un musicales quedan así en suspenso desde el pasado mes de marzo. Y aunque la fuerza de la pandemia haya bajado en Nueva York, el peligro de contagios y rebrotes no ha desaparecido del todo, por lo que las medidas de protección continúan, pero se necesitan llenos completos en los teatros para que el negocio funcione. Si el corazón de Show Business americano renuncia masivamente a presentar su temporada de otoño, quiere decir que el asunto está muy grave para el espectáculo viviente.
Existe la esperanza es que las pequeñas compañías resistan mejor la tormenta. Pero si tomamos como ejemplo a las compañías independientes en Francia, su principal impulso aquí es el Festival Off de Aviñón, donde entran en contacto con los posibles compradores de los espectáculos en el país. Aviñón se ha convertido en un mercado del espectáculo. Ahí organizan giras y presentaciones. Sin este estímulo las compañías quedan desamparadas.
Calles vacías, rincones históricos desiertos, monumentos silenciosos. Cada verano el centro de Aviñón revive de sus magníficas ruinas. La anulación del festival en 2003 fue muy dolorosa, pero diferente, porque todas las compañías del off siguieron representando, por lo que había un aire de fiesta en el ambiente. Este año entre los temores por la pandemia y la anulación total del in y del off, no habrá nada. Acaso una serie de lecturas escénicas organizadas por los teatros permanentes de la ciudad papal, acaso una semana propuesta para el otoño con los principales espectáculos anulados en la programación oficial, acaso la difusión cada noche de obras de festivales anteriores en la televisión pública francesa. Poca cosa.
El teatro es vida, es comunidad, es aliento común. Todo esto se ha perdido con la anulación de la fiesta del teatro que es Aviñón. Para recobrar este aliento el teatro va a necesitar de nosotros: público, creadores, críticos que debemos estimular a los más jóvenes para que el teatro siga vivo después de esta hora de la peste.
París 2020