¡Ay Manolo!/Teresa Calo/Tentazioa-Peineta-SKA
La pared de los desencuentros
Obra: ¡Ay Manolo!
Autora: Teresa Calo
Intérpretes: Alfonso Torregrosa, Joaquín Fernández, Maribel Ripoll, Camilo Rodríguez, Amagoia Lauzirika
Escenografía: Fernando Bernués, Edi Naudó
Vestuario: Eli Elizondo
Iluminación: Xabier Lozano
Dirección: Eneko Olasagasti
Producción: La Tentación Producciones, Peineta Producciones Artísticas, Serantes Kultur Aretoa
Serantes K.A. – Santurtzi- 19-11-04
Como si la fatalidad fuera el dominante de las relaciones, todas pueden acabar peor de lo imaginado. Las situaciones cotidianas miradas con un poco de acidez provocan situaciones que rizando el absurdo van dando sentido a un texto liviano, que parece flotar atravesando a unos personajes que expresan su temeridad vivencial al buscar una lógica a lo que la fuerza de la inercia existencial nos demuestra que es siempre azaroso. O fatal.
¿Qué pasaría si está haciendo una reforma de su casa y en medio del levantamiento de un tabique el operario y patrón sufriera un accidente que le impidiera acabarlo? De esta anécdota parte toda la trama. Un encadenado de personajes que habitan esa casa, puesta a la venta, comprada, habitada y siempre con la pared sin terminar. Una situación de comedia. Un lenguaje muy televisivo. En este sentido, una contaminación., que parece ahogar algunas escenas en un esquematismo de urgencia.
Esta pared es testigo de muchos de los desencuentros que las relaciones de pareja aportan al desencuentro general. Personajes identificables, cercanos, que llegan al espectador por el tratamiento dado a toda la propuesta, que sin ningún tipo de remilgos apuesta por un lenguaje de comedia de situación. El equipo actoral debe afrontar diversos personajes a lo largo de este recorrido por las penas y estupideces que parecen acentuar la infelicidad, y desarrolla su labor con eficacia. La dirección ordena espacios y tiempos y busca una unidad en el tono interpretativo, dentro de un espacio escénicos de siluetas y fondo para que sea esa pared, esa maldita pared, la que ejerza de símbolo, porque al final se puede interpretar este amable paseo por estos desacuerdos a dúo en un grito de esperanza. Solamente hace falta derribar la pared que separa una vida y la otra.
Carlos GIL