BARTI/EL CIRCO DE LAS PULGAS Alex Jorgensen/Doninique Kerignard
Dos pequeños tesoros
BARTI Alex Jorgensen (Dinamarca) EL CIRCO DE LAS PULGAS Doninique Kerignard (Francia) Parque de la Marionetas. (Zaragoza) 10 de octubre 2010.
Entre los espectáculos que componen la programación del Parque de las Marionetas, en las barracas de feria, se pueden encontrar estos días dos pequeñas joyas teatrales. Se trata de “El circo de las pulgas” de Doninique Kerignard y de “Barti”, del titiritero danés Alex Jorgensen. En ambos casos descubrimos cómo el teatro es pura convención, juego, imaginación, complicidad y comunicación. Y magia, mucha magia. Entendemos por tal esa fuerza, esa corriente que nos hace entrar en un mudo de ficción y asumirlo como cierto y real. Real, puesto que ocurre, pero cierto…
Ya sabemos que sólo es teatro. El intrépido domador Alfredo Panzani nos invita a su carpa, la más pequeña del mundo, para presenciar las acrobacias y números de riesgo de sus tres pulgas, Mimí, Zazá y Lulú, una vivaz sucesión de extraordinarias proezas que siguen esa inexorable ley del circo, el más difícil todavía. Magnífica su capacidad de empatizar con el público (con los pequeños y los grandes) y su capacidad de construir y desarrollar el juego teatral. Nadie que haya estado en esa carpa de los pequeños milagros, podrá decir que no ha visto una pulga entre los dedos de Alfredo, o dando un triple salto mortal en el aire, atravesando el aro de fuego o zambulléndose en la pequeña piscina. Imaginativo, divertido, encantador, son algunos de los calificativos que podrían adornar el nombre de Doninique Kerignard y su circo de las pulgas.
Barti, el muñeco que maneja Alex Jorgensen, en una compleja marioneta de hilos que toca el piano. Pero es algo más que un virtuoso concertista de música clásica. Puede ser también un cantante de rock o un delirante intérprete de flamenco. Pero es, ante todo, la demostración de cómo un muñeco, un pedazo de materia inanimada, puede cobrar vida, transformarse en un ser capaz de cautivar a los espectadores, de arrancar su risa, de captar su atención, de sorprenderles. Alex Jorgensen maneja a Barti con técnica, elegancia y precisión, dotándolo de un variado repertorio gestual, haciendo de él un ser con una personalidad muy acusada, con una gran presencia y enorme capacidad para conquistar al público. Dos propuesta de pequeño formato, pero que en sus apenas veinte minutos, derrochan buen humor, inteligencia, buen gusto y teatralidad. Un verdadero deleite para chicos y grandes.
Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 12-10-10