Sud Aca Opina

Bicicleta bajo la cama

¡Llame ya, nuestras operadoras lo están esperando! ¿Frase conocida? Muchos han sido víctimas de la publicidad engañosa televisiva que se mete en nuestro cerebro hasta convencernos de que al adquirir tal o cual producto, obtendremos los maravillosos resultados muy bien expuestos en alta definición y con sonido cuadrafónico.

 

Tras una simple encuesta entre nuestros conocidos, nos daríamos cuenta de cómo bajo la cama hay más de alguna bicicleta estática de esas para hacer ejercicios y reducir así tanta vivencia y experiencia acumulada en forma de grasa abdominal.

¿Publicidad engañosa?

¡No!

Ingenuidad acomodaticia.

Para bajar de peso no existe ningún secreto milagroso atesorado por un gurú del buen estado físico; dieta sana y ejercicio frecuente.

Con dieta sana no me refiero a ser un maniático contando las calorías de cada alimento e ingiriendo suplementos alimenticios, sino que comiendo de todo un poco, sin excesos, pero sin privaciones, y con ejercicio tampoco está en mi mente eso de levantarse a las 5 de la mañana para salir a trotar varios kilómetros y después ir a trabajar durante todo el día. El que quiera que lo haga, pero ejercicio no necesariamente significa agotamiento.

Equilibrio, la formula alquimista para transformar un cuerpo en ruinas producto del desorden, en un soporte sano para nuestra mente, es el equilibrio en todo, desde la alimentación al ejercicio, pasando por supuesto, por un debido descanso.

Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato y en consecuencia sabrá tomar sus propias decisiones como para tener una vida plena. Lamentablemente muchas veces nos dejamos influir por la masa hasta transformarnos nosotros mismos en masa, comprar la bicicleta y terminar guardándola bajo la cama con la ingenua esperanza de re utilizarla algún día.

¿Cómo conservar entonces nuestra capacidad de seguir siendo individuos?

La velocidad de la vida moderna no nos da el tiempo para reflexionar y nos empuja a una inmediatez en el actuar. Bien o mal, es una variable estadística en función de la masa, lo cual no necesariamente es una conducta positiva para el bien común, sino la manera más rentable en términos de tiempo y de dinero. MI tiempo y MI dinero.

Así como el pedalear en una bicicleta estática frente a una pantalla donde se exhiben paisajes dándonos la sensación de avanzar, aunque sigamos clavados al piso, nuestro actuar, muchas veces involuntariamente errado, nos da la falsa satisfacción del haberlo hecho rápido. Rápido, pero no bien.

La bicicleta podemos guardarla bajo la cama, pero un acto errado no lo podemos esconder en el olvido y puede tener consecuencias negativas duraderas en el tiempo.

Así como no necesitamos pagar un gimnasio para hacer ejercicio, tampoco necesitamos una necesidad imperiosa para el buen actuar.

Caminar más de una hora, ojalá con buena compañía, es gratis y puede ser tan gratificante como el ayudar al necesitado o simplemente escuchar a alguien que requiera hablar sobre sus problemas.

Por más que nos persuadan, no es indispensable comprar aquello que no necesitamos, pero si necesitamos nutrirnos de experiencias humanas positivas.


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