Bipartición
Todavía escucho comentarios en los que los creadores teatrales no se explican la deslegitimación de los saberes prácticos del teatro en la academia. Eso dicen. Otras la acusan de inflexible y castradora, de decimonónica. Y sí, muchas veces sorprende el volumen, la dimensión de sus sesgos. La academia todavía tiene que revisar su estructura y remodelar sus cimientos para ponerse en sintonía con los cambios de mentalidad de este retador comienzo de siglo. La formación teatral en dicho contexto necesita re-evaluarse constantemente y aprender, como en una clase de movimiento, a fluir de una posición a otra.
Sin embargo, escucho poco que los hacedores de teatro, en su inmensa mayoría, profesores de la academia, algunas veces contribuyen a reforzar la brecha. Como si el escenario académico, realmente, fuera irreconciliable con las búsquedas y los saberes que se construyen fuera de él. Como si una cosa fuera la mente y otra cosa el corazón, como si una cosa fuera el cuerpo y otra el pensamiento, cuando lo cierto es que todo es cuerpo. Y si estamos haciendo teatro en la academia o en una sala de ensayos, en algún sector de la ciudad, todo es teatro.
Pese a que hay muchos esfuerzos dentro de la academia por provocar conciliación, pienso en los coloquios que diseña invitando a los hacedores, en los libros que produce, en la actualización semestral de sus programas, como también por fuera, y pienso en la cantidad de actividades organizadas por grupos y otro tipo de proyectos que invitan a la reflexión, divulgación o el diálogo, me pregunto cuánta responsabilidad individual pesa en el afianzamiento de esa bipartición. Y me pregunto si lo que está de fondo es, más bien, una dicotomía entre una mentalidad procedente y representante de otro sistema de valores, de una mentalidad que no proviene del universo ni de la educación ni del arte.
Domingo 12 de enero del 2025
Bogotá, Colombia.