¿Boicot a Batsheva?
La compañía israelita Batsheva acaba de finalizar en Plymouth la gira inglesa del espectáculo Deca Dance, que les ha llevado por Edinburgh, Salford, Bradford, Brighton, Bimingham, Leicester y Londres. La gira ha sido marcada por un hecho que va más allá del contenido estrictamente artístico y que ha sido una llamada al boicot por parte de activistas británicos en defensa de los derechos humanos en relación a la ocupación de Gaza. Las protestas empezaron al final del verano durante el Festival de Edinburgh y se han reproducido a las puertas y en el interior de cada teatro donde ha actuado la compañía.
Tuve la ocasión de ver el espectáculo la semana pasada en el Sadler’s Wells. El ambiente era más propio de un aeropuerto que de un teatro. Equipos de seguridad privada a la entrada, control de objetos, cacheos, policía, seguratas por todo el teatro, etc. Batsheva Dance Company, como la mayoría de compañías, orquestas y demás grupos artísticos israelitas que se mueven por todo el mundo, viaja con un equipo de seguridad privado. A la entrada del edificio, una centenar de personas gritaban consignas tipo «Your tickets are covered with Palestinian blood» o «Free Palestine». El nombre de la campaña era «Don’t dance with Israeli Apartheid» y tuve la ocasión de hablar brevemente con uno de los activistas. El argumento principal a favor del boicot es que la compañía está estrechamente ligada a un programa del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel que se denomina «Brand Isarel» (marca Israel), cuyo objetivo es difundir una imagen positiva del país por todo el mundo. Según me comentaba, la compañía recibe financiación de este programa, cosa que Ohad Naharin, el director artístico de Batsheva, niega rotundamente. No he podido contrastar esta información en las páginas oficiales del Ministerio y por lo tanto no sé cuál de ellos lleva la razón. En cualquier caso, la compañía, como cualquier otra compañía de danza de éxito que gira por el mundo, recibe ayudas de su gobierno, ya sean de los departamentos de cultura, turismo o agencias de promoción al exterior.
Me cuesta mucho entender la llamada al boicot, más aún teniendo en cuenta que la compañía ha criticado públicamente determinadas actuaciones de su gobierno en relación a la cuestión palestina. ¿Cómo se puede llamar al boicot en estas situaciones? Mi extrañeza se agudizó aún más a la salida del Sadler’s Wells. ¿Cómo alguien puede boicotear algo tan bello? Después de ver el espectáculo mi cuerpo estaba lleno de energía, había visto una de las compañías de danza contemporánea más importantes del mundo. Me venían a la cabeza palabras como modernidad, frescura, alegría, riesgo, humor. La verdad que sentí un poco de vergüenza. Los activistas no van en contra de la compañía como grupo artístico (lo cual es evidente pero no deja de ser un alivio también), sino que critican sus conexiones con el gobierno y la política de este en relación al conflicto de Gaza, lo cual es más que comprensible. Aún así, ¿justifica esto el boicot a una compañía de danza? ¿Es justo que Batsheva tenga que cargar con algo tan ajeno a su actividad?
Supongo que son daños colaterales y que la compañía ya está acostumbrada a que haya interrupciones y acciones pacíficas de protesta en cada función. En la que asistí yo, hubo tres o cuatro personas que gritaron consignas en determinados momentos antes de ser expulsadas de la sala. Queda pendiente para otra columna hablar de la propuesta artística de esta compañía.