Cada vez más tonto
Hoy en día con tanto dispositivo inteligente en la palma de la mano, me siento cada vez más tonto.
Antes solía recordar fácilmente varios números de teléfono, por supuesto algunas direcciones y como llegar sin dificultad. Ahora en cambio, a duras penas recuerdo mi propio número, para eso está mi teléfono inteligente capaz de almacenar miles de datos, muchos más de los que realmente necesito y si necesito llegar a una dirección específica, incluso en el mundo, el GPS me facilita la vida.
A veces, de aburrido, me entretenía el sumar números de placas patente de los vehículos. ¿Ahora para qué ejercitar la mente si es más fácil usar la calculadora digital que está en todas partes? En los teléfonos, en los relojes, en los televisores, en el computador, …
Es preferible liberar nuestras mentes para menesteres más elevados como el filosofar o simplemente el pensar sin destino para llegar a conclusiones insospechadas.
¿Alguien utilizará realmente este tiempo que nos regala la tecnología para elevar su mente a niveles superiores de conciencia?
Pfffff, no estoy tan seguro.
Basta subirse a cualquier tren subterráneo del mundo para ver como los pasajeros de esta vida se aíslan del mundo ayudados por su teléfono malamente llamado inteligente e invierten su tiempo en chatear con emoticones que han reemplazado a las emociones, engullir caramelos en juegos interminables hasta aumentar a niveles exagerados su diabetes tecnológica, a evadirse de la realidad real para dejarse secuestrar por la realidad virtual.
Pareciera evidente el asociar estas palabras con un discurso anti tecnológico pero no es así, estoy muy lejos de ser un crítico ciego de los avances tecnológicos que nos han llevado al nivel de desarrollo actual. De ser así, ni siquiera hubiese podido escribir este texto en mi computador ni ustedes lo estarían leyendo en sus dispositivos electrónicos. Lo que me inquieta es el uso fácil de la tecnología, el transformarla es un medio facilista para evadirse de la contingencia social. Aunque no sea un texto digno de recibir algún galardón, al menos para poder escribir lo que ahora leen, he tenido que reflexionar al menos un poco antes de ponerme a teclear, ejercitar mi lado humano para comunicar, en cambio no sé qué tan productivo pueda ser el hecho de apretar un botón que ni siquiera es un botón para matar alienígenas intentando conquistar el planeta tierra.
¿Liberar tensiones producidas por el acelerado vivir contemporáneo?
Mmmm, no me convence.
No creo que si esos desquiciados con armas “legales” circulando por las calles y matando inocentes al azar hubiesen jugado lo suficiente en sus teléfonos inteligentes, algunas masacres injustificadas se hubiesen evitado.
La tecnología puede ser nuestra mayor enemiga silenciosa o nuestra mejor aliada.
Hagámosla nuestra aliada para ser más de lo que somos, eso sí, sin descuidar las fronteras galácticas para que esos hombrecillos verdes con ansias de conquistar el universo, no secuestren nuestras mentes para transformarnos en sus esclavos sin raciocinio, aunque parezca que los micro chips sean su escuadrón de avanzada y ya lo estén logrando.