Sud Aca Opina

Café

A falta de otra alternativa urbana, ya sea por falta de tiempo o porque simplemente es un muy buen laboratorio social de conducta humana, el metro se ha transformado en mi fuente de información sobre nuevos comportamientos, que ni lo son tanto. La forma cambia pero el fondo se mantiene. Los túneles de la ciudad son el lugar por excelencia donde se manifiesta la conducta más animal e instintiva del hombre y por cierto, de la mujer también.

Así como el pavo real extiende su cola con decenas de ojos multicolores para cautivar a la hembra y los pájaros tejedores crean un hermoso nido para atraer a la hembra con quien aparearse tratando de asegurar la conservación de su especie, el ser humano hace lo propio, claro que no necesariamente para asegurar descendencia sino para aparentar más de lo que se es y subir de manera artificial a un nivel más alto en la escala social o de «respeto social».

En el metro se ha puesto de moda por las mañanas subirse a los carros repletos como lata de sardinas con un mug de aluminio coloreado.

Mug porque ya no se llama tazón, de aluminio coloreado porque es mas cool, con la marca Starbucks muy visible y quien sabe con qué tipo de café en su interior, eso si es que tiene café.

¿Será tanta la dependencia al café para despertar a un nuevo día de desgano que los viajeros matinales tienen que beber tanto café o no tendrán el tiempo como para desayunar en sus casas?

Quizás se despierten por las ganas de orinar que les provoca ese enorme volumen de café hinchándoles las vejigas y el apriete obligado dentro del vagón los mantenga suficientemente nerviosos como para no dormir y por supuesto para no orinarse afirmados con una mano de las barras de acero inoxidable del vagón y con la otra de su mug starbucks.

Hoy por la mañana, a la salida de la estación vi un tipo con un vaso plástico humeando buen aroma a café pero sin marca visible ni el volumen necesario, sentado sin prisa en un murete bajo.

Por supuesto no llamó la atención de nadie más que la mía. No encajaba en el estereotipo de ser urbano siempre atrasado por llegar a ningún lado.

Seguramente el deleite sensorial de tener ese vaso caliente entre las manos frías más el aroma acariciando sus narices, tal vez un poco de espuma dibujando líneas indefinidas en la superficie y por supuesto ese aroma especial, eran el preludio perfecto al gusto que despertaría sus papilas gustativas y por supuesto a él también.

No tenía un simple café entre sus manos, tenía toda una experiencia para la cual seguramente se daría el tiempo necesario.

Y si el café fuese una obra de teatro, ¿sería más importante el mug de aluminio colorido con la marca a la vista o el vasito plástico?

Creo que muchos coincidiéremos en que las sensaciones reales inducidas por el vasito plástico, son muy superiores a las que produce el mug en mentes falsamente exitistas.

Si bien la forma es siempre importante, sobre todo en terrenos de la estética, el fondo seguirá siendo lo fundamental. Un buen envase sin contenido no puede aportarnos más que un gusto momentáneo que rápidamente desaparecerá, mientras que un buen contenido, puede transformarse en una experiencia total trascendente para nuestras vidas.

El guión, la trama, la historia, la anécdota o como se le quiera llamar, tiene que ser la piedra angular de una obra dramática para que ese aroma a buen teatro perdure en el tiempo de nuestras mentes.


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