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Calixto Bieito estrena en Bergen (Noruega) su última puesta en escena titulada ‘Voices’

Calixto Bieito estrena hoy, 27 de mayo, en el Festival Internacional de Bergen (Noruega) su última puesta en escena: ‘Voices’, un oratorio contemporáneo con dramaturgía del propio Bieito y Marc Rosich, inspirado en la Pasión según San Mateo, de Bach, y con textos de diferentes escritores y filósofos contemporáneos, así como con la música de artistas contemporáneos como Nick Cave, Pj Harvey, Abba o el pop nòrdic. El espectáculo es una coproducción del Festival Internacional de Bergen (Noruega) y el prestigioso Betty Nansen Teatret de Copenhaguen, donde se representarà posteriormenet durante la temporada 2010-2011.

 

‘Voices’, presenta siete personajes cerca de la muerte para ofrecer una visión “del sufrimiento del hombre, del dolor que significa nuestro paso sobre la terra”, en palabras del dramaturgo Marc Rosich:

Un enjambre de voces

Un enjambre de voces, un hervidero de gritos desgarradores, un magma palpitante que nos enfrenta a nuestros miedos. La idea de la que parte Voices es la intención de crear, bajo la inspiración en las pasiones de Bach, un oratorio moderno que, en lugar de tener como temática central el tortuoso camino de Jesús hacia la cruz, se centre en el sufrimiento del hombre, el dolor que significa nuestro paso sobre la faz de la tierra.

La forma que ha tomado finalmente nuestra pasión es la de un collage de textos y músicas que pretenden mostrar una panorámica de la angustia del hombre de hoy. Esta visión, que en un buen principio parecía muy amplia, en el proceso de creación del espectáculo, se ha acabado focalizando en el tema de la muerte. Así, de la misma manera que las pasiones barrocas nos describen los últimos días de la vida de Cristo según los evangelios, nosotros hemos querido hablar de nuestra existencia dolorosa a partir de unos personajes que ven cernirse sobre ellos la sombra de la muerte y ven cercano el punto y final de su vida.

Los textos escogidos para el espectáculo son confesiones de todo tipo extraídas de fuentes de la más diversa naturaleza: escritos en primera persona sobre el suicidio, testimonios encontrados en Internet sobre experiencias cercanas a la muerte, fragmentos de ficción alrededor del dolor de la pérdida (Chris Cleave), poesías sobre la naturaleza autodestructiva de hombre (Jaime Gil de Biedma y Tom Kristensen) o las memorias de Primo Levi sobre sus vivencias en campos de concentración, que sacadas de su dramático contexto hablan de manera más abstracta del sufrimiento humano. Sin embargo, el esqueleto central sobre el que reposa el espectáculo son las reflexiones que Fritz Zorn nos dejó escritas en su libro Mars justo antes de morir de cáncer. La voz de Zorn, el reconocimiento de que su mal físico es un espejo de la decadencia moral de nuestra sociedad, se convierte en el hilo central de la pieza.

En lo que se refiere a la música, la columna vertebral del espectáculo es deudora de Bach, con un juego sutil de reelaboraciones de sus piezas en clave actual, un homenaje a la pureza y perfección indescifrables de su obra. Al lado de Bach, hemos inoculado al espectáculo un juego de contrastes, que ofrece como resultado una combinación entre lo banal y lo trascendente, la música culta enfrentada a la futilidad del pop, al sentimentalismo de una balada clásica o a la dureza del rock, nombres que van de PJ Harvey a Johnny Cash, pasando por Nick Cave, Abba o pop nórdico. Al fin y al cabo, las letras de los temas se traban en el entramado textual, ofreciendo nuevos comentarios al tema central y convirtiéndose en otra capa más de complejidad dentro de la pieza.

Las historias que se hilvanan sobre el escenario son sólo unas entre muchas otras miles. Esta idea se ha plasmado en el montaje a partir de una altísima pared de altavoces inspirada en la imagen del muro de las lamentaciones y en las que los actores parecen atrapados, enmarcados por su tecnológica monumentalidad. Para nosotros, este gigantesco muro es una gran maquinaria capaz de grabar los murmullos dolientes de toda la humanidad y que luego es capaz de reproducirlos, ofreciéndonos una selección representativa de lo que es todo ese magma sonoro. Las voces de nuestros intérpretes (ahora confesiones habladas, ahora testimonios cantados) son tan sólo una pequeña muestra representativa, aunque subjetiva, de lo que es para nosotros la esencia del dolor humano. A partir de esta muestra representativa el montaje busca un efecto de pathos, tanto en el origen etimológico del término, que lo enraíza con el sufrimiento, como en el efecto de identificación que pretende tener sobre cada uno de los miembros del público. Reconocerse en lo más puro y sublime, en lo más abyecto y mezquino, y en consecuencia, en lo más humano, de nuestro dolor.

 

Marc Rosich

Copenhague, Mayo de 2010

 

 

 

 

 


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