¿Cambio posible?
Muchos comparten la idea de que la crisis actual por la cual el mundo está pasando cambiará radicalmente a la sociedad y la forma de relacionarse de sus individuos. Los más ilusos creen que este cambio humanizará a la humanidad modificando la manera en que los individuos consideran a los otros. ¿Humanizar la humanidad? Sí, porque no existe otro ser más inhumano que el ser humano.
Actitudes olvidadas como la de valorar la experiencia de los mayores, la solidaridad hacia el necesitado, la tolerancia ante la discrepancia de opiniones, la paciencia para tolerar la diferencia, y otras actitudes olvidadas de la sociedad, se manifestarán para salir de su olvido.
Por supuesto el confinamiento obligado y la reclusión a la forzada meditación, tendrán un efecto modificador en todos y cada uno de nosotros.
¿Quién no ha pedido consejo a sus padres para sobrellevar la difícil situación actual?
¿Quién no ha telefoneado a sus amigos como nunca antes?
¿Quién no se ha conmovido ante la tragedia humana expuesta por los medios informativos?
¿Quién no ha discutido de buena manera con su pareja por como las autoridades han enfrentado la pandemia?
Todos hemos cambiado en estos últimos meses, pero mi lapidaria pregunta es: ¿Cuánto tiempo durará este cambio?
Ni las guerras despiadadas, ni las plagas aniquiladoras, ni los desastres de la naturaleza queriendo retomar su espacio, nada, nada, ha modificado el comportamiento humano de manera imperecedera en el tiempo.
No creo ser negativo sino más bien realista.
En estos momentos de hipersensibilidad, se ha sabido de actitudes de sumo destacables e incluso conmovedoras, como la de personal médico trabajando horas extenuantes o la de jóvenes llevando ayuda y consuelo a hogares donde ancianos son abandonados, eso en el lado A del ser humano, pero en el lado B, se ha sabido de agresiones a contagiados, de usura ante los evidentes problemas económicos de la enorme masa de desempleados. El ser humano ha sido, es y será ángel y demonio.
Por un tiempo limitado los angelitos andarán merodeándonos brindándonos una falsa sensación de mejora social, pero lamentablemente, el demonio, más temprano que tarde, volverá a hacer de las suyas.
La sociedad cambiará, es evidente, pero como lo he dicho antes, cambiará la forma, pero no el fondo.
Si ya existía un distanciamiento social, al menos para mí, incómodo, este se acentuará.
El tele trabajo, la tele educación, las reuniones virtuales, todas las facilidades que nos otorga la tecnología para sobrellevar el momento actual, deshumanizarán aún más a los hombres. El distanciamiento social obligado para evitar contagios se perpetuará aumentando el distanciando deshumanizador.
Los ancianos a casas de reposo. Los amigos pocos. Saludar en el elevador es de desadaptado. Mirar a alguien a los ojos por más de algunos segundos es una intromisión inexcusable. Sonreírle a una persona desconocida es siempre mal interpretado. Visitar a los parientes, sólo si sobra tiempo. Por favor y gracias prácticamente olvidados.
El cambio de la humanidad es imposible, pero cada uno de nosotros, en la intimidad de su conciencia, puede tratar de modificar su actitud para con el prójimo.
¿Difícil?
Por supuesto.
Pero se puede al menos tratar.