Camping urbano
Mi ciudad se está transformando en un inmenso lugar de camping. Antiguamente los más desfavorecidos económicamente vivían bajo los puentes en precarios refugios hechos con cajas de cartón. Nuestras plazas no eran tan bonitas, pero cumplían de manera razonable con su función de plaza; los ancianos alimentaban palomas que se bañaban en las fuentes y los niños correteaban para espantarlas.
Fuimos un polo de desarrollo capaz de atraer a muchos inmigrantes de países vecinos y no tan cercanos también. Incluso se creó una compañía aérea privada llamada LAW (Latín American Wings), la cual originalmente hacía viajes a Cancún llevando chilenos arribistas, pero terminó, como suele suceder, aprovechando la oportunidad de ganar dinero con la ilusión de unos pocos haciendo vuelos entre Puerto Príncipe, la capital de Haití y Santiago de Chile, con su capacidad de pasajeros copada, para luego retornar a Puerto Príncipe, absolutamente vacío, y esto, 2 veces a la semana y por varios meses. Uno de sus aviones ya fue vendido como chatarra porque el negocio bajó y se declararon en quiebra.
Tráfico de personas legalmente no fue, pero llegaban todos esos supuestos turistas, sin saber hablar español, con la misma cantidad de dinero en efectivo y con la misma reservación a un hotel incapaz de alojar a todos los pasajeros de ese avión, ni siquiera por una noche. A la salida del aeropuerto, alguien estiraba la mano para recibir su dinero de vuelta, y por supuesto con intereses como gasto de gestión por la adquisición del pasaje, el préstamo del dinero y la reservación en el hotel fantasma. Y de nuevo a ser pobres, pero ahora en terreno desconocido lleno de perspectivas irreales.
En Chile no existían los coyotes, aunque de seguro algunos aprendieron de los mexicanos en la frontera con Estados Unidos de Norteamérica, quienes asesoran a los espaldas mojadas, y ya forman parte de la fauna nacional.
Muchos ya están haciendo camping en plazas y espacios públicos, desplazando a los ancianos, el agua es la de la fuente donde ya no hay palomas, la electricidad se pincha por ahí, el baño es algún rincón, y las carpas o tiendas se han multiplicado como nunca antes se había visto. Antes la pobreza la escondíamos bajo los puentes, así como barríamos la basura bajo la alfombra. Hoy, la pobreza se ha multiplicado, haciendo imposible el esconderla.
¿Avanzamos, retrocedimos, nos fuimos para el lado?
Por un momento fugaz tuvimos la ilusión de ir avanzando, con el estallido social y la pandemia como guinda de la torta, retrocedimos, y ahora, no nos queda más que ir para un lado y otro esquivando problemas, no solucionándolos, sino que imitando el dribling de nuestro ídolo futbolero esquivando rivales, sin nunca hacer un gol.
Estamos viviendo momentos de tanta incertidumbre, que no tengo ni la más mínima idea.
De lo único que puedo tener certeza es de que hoy mismo me compro una carpa y me aseguro lugar en alguna plaza poco concurrida, ojalá cerca de un cruce vial importante donde pueda pedir monedas a cambio de malabares.
Mal que mal esta vida se está transformando en un circo pobre donde todos nosotros, los artistas, debemos vivir en carpas haciendo malabares para sobrevivir.
Ya no es camping urbano, es la vida.