El Chivato

Carmela Novara gana el octavo Premio Internacional Dramaturgia Invasora

Raquel Calonge resulta finalista en en este premio que, a partir de esta edición, toma el nombre de Lauro Olmo

La dramaturga Carmela Novara (Madrid, 1992) gana el VIII Premio Internacional Dramaturgia Invasora ‘Lauro Olmo’ con la obra Cartela íntima de una descomposición. Ha sido finalista Verano adentro (y otros vestigios), de la dramaturga Raquel Calonge García (Madrid 1982). El Premio toma, a partir de esta edición, el nombre de Lauro Olmo, rescatando del olvido a un autor de teatro para el pueblo que hablaba sin tapujos de la pobreza, del desarraigo, la emigración, la explotación del trabajo, de la mujer como víctima de la opresión imperante, de la miseria, el chabolismo y el hambre, y de la voluntad por mantener la dignidad pese a la asfixiante tenaza del poder.

Al premio se han presentado 72 textos procedentes de España y diversos países de Hispanoamérica. El jurado ha estado compuesto por Amaranta Osorio, Francisco Oti Ríos, Mayra Fernández y Sebastián Moreno. Tanto la obra ganadora como la finalista serán publicadas por la editorial Invasoras.

En relación a Cartela íntima de una descomposición, el jurado ha valorado la audacia dramatúrgica con la que la autora pone el foco en una cuestión poco tratada y de necesaria visibilidad: la salud mental. La partitura viene situada en clave familiar y circunstancial con un carácter fundamentalmente femenino y está tejida con maestría a través de un lenguaje asequible y preciso, con unos diálogos fluidos que cautivan, cargados de verosimilitud y contundencia para mostrarnos una realidad que es vivida en primera persona por quienes la sufren en silencio, un silencio familiar, institucional y social. Un texto, en consecuencia, muy oportuno, acertado, revelador, y necesario para una sociedad que actualmente le da la espalda a cuestiones que por desgracia son cada vez más acuciantes en cualquier tramo de edad, condición y género.

De Verano adentro (y otros vestigios) el jurado destaca la capacidad de esta historia para proponer una mirada emocionante alrededor de la tradición de los cuidados. La dramaturgia hilvana materiales de diversa índole visual de manera sencilla y preciosista, sobrepasando de esta forma cualquier barrera generacional. Para el jurado, el texto, tal que un atlas de olvidos con su vestido de domingo, y a modo de álbum de recuerdos, con su reloj infantil, consigue atrapar al lector en un universo de metáforas.

Carmela Novara
Doctora internacional, en Historia y Artes por la Universidad de Granada ha desarrollado su trabajo en las posibilidades del arte como elemento de castigo y supervivencia en entornos represivos. En 2020 comenzó su andadura en la escritura dramática como forma de indagación en otras forma posibles de la palabra como memoria. Por esta razón, ha realizado diversos talleres formativos con Nieves Rodríguez, Eva Redondo y Mariana de la Mata. Alumna de la Escuela del Gesto, ha participado como especialista en la última edición del programa “Teatro contra el Olvido”, dirigido por José Sanchís Sinisterra.

Su texto Una grieta en la tierra fue galardonado con el accésit a mejor texto teatral en los premios MUTIS 2023, siendo presentado en lectura dramatizada en la caseta de Radio Televisión Española durante la Feria del Libro de Madrid (junio 2024) y en el XXV Salón Internacional del Libro Teatral (octubre-noviembre 2024). En la actualidad, es co-creadora en la compañía Dissonus, encargándose del ciclo de lecturas dramatizadas A voces llenas que se celebra mensualmente en la librería Sin Tarima.

Raquel Calonge García

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Raquel Calonge

Lleva años explorando distintos lenguajes tanto para público adulto como juvenil e infantil. En el año 2004, en el Aula de Teatro de la Universidad Autónoma de Madrid, funda con otros aficionados la compañía la ‘Cama sin Hacer’, donde participa como actriz y dramaturga. En 2010 funda con David Utrilla la compañía La Casquería, con la que escriben y estrenan media docena de obras de teatro infantil y para bebés, y a la que se unirá, en 2015, Sebastián Moreno. Con La Casquería ha co-escrito y llevado a escena “Nadie come tierra”, “Cartílagos en Technicolor”, “Bye-bye Shangri-La” (SURGE Madrid) y “Pinito. Sombras de un Trapecio” en torno a la figura de Pinito del Oro, estrenada en el Teatro Circo Price y editada por Ediciones Antígona.

Lauro Olmo
Lauro Olmo nació en o Barco de Valdeorras en 1921. Debido a la emigración a Argentina de su padre y a una situación económica insostenible, su madre, sola, con sus 6 hijos tuvo que trasladarse a Madrid al amparo de familiares, y con 8 años, por la dramática situación de su familia, Lauro ingresó en un hospicio. Con la guerra, el Gobierno decidió la evacuación de todos los niños de la capital, y fue trasladado a Alicante, a San Juan, a la finca Abril, donde tuvo como maestro a Manuel Giner de los Ríos, quien le enseñó canciones y poemas tradicionales y lo animó a escribir.

Terminada la guerra, Olmo regresó a Madrid. Hizo de todo: desde recadero y vendedor ambulante a aprendiz en un taller de bicicletas. También se convirtió en un visitante habitual de los puestos de libros en la Cuesta de Moyano y del Ateneo. De allí sacaba libros y más libros que leía en su casa. Su escuela fueron la calle y los puestos de observación en el mercado de Atocha donde trabajaba y donde contemplaba un Madrid de marginados, con ambientes por donde se movían seres entregados al combate diario por la supervivencia, ligados al fracaso y ocasionalmente rebeldes ante la violencia del sistema impuesto por los vencedores. Todo eso está en La camisa, la obra que le dio fama.

Lauro Olmo convirtió la realidad que bullía en los barrios populares en el centro de su teatro y la mostró dolorida y maltrecha, mezclando el drama con el sainete hasta conseguir un efecto de crónica social que ponía la historia a ras de tierra, describiendo gente arrastrada por el torbellino de los sueños y la necesidad. Vida auténtica, retrato moral y político que se imponía por su verdad. Era el autor de un teatro para el pueblo que hablaba sin tapujos de la pobreza, del desarraigo, la emigración, la explotación del trabajo, de la mujer como víctima de la opresión imperante, de la miseria, el chabolismo y el hambre, y de la voluntad por mantener la dignidad pese a la asfixiante tenaza del poder.

Fue después de casarse con su mujer de toda la vida, la también dramaturga Pilar Enciso –con la que después escribiría numerosos y premiados cuentos infantiles– cuando comenzó su fructífera producción de dramas y narraciones dolorosamente realistas. La obra de Lauro Olmo se inscribe en la línea de lo que se dio en llamar «realismo social», formando parte de un grupo de autores (Buero Vallejo, Rodríguez Méndez, Martín Recuerda…), que durante los años sesenta dieron un nuevo impulso al teatro español, preocupados por lograr, a través de sus obras, una sociedad más justa. Este tipo de obras, en las que la denuncia era patente, fueron censuradas durante años. Lauro no escapó a la censura, y muchas de sus obras fueron prohibidas en los escenarios, como La condecoración, que se estrenó en Francia en 1965 y no fue presentada en España hasta 1977, o La noticia, que no se estrenó hasta 1990, dentro del primer ciclo de Teatro Español Contemporáneo, a pesar de que Olmo la escribió en 1963, influido por dos acontecimientos de la época (la huelga general en Asturias y el proceso a Julián Besteiro).

Su obra más famosa es La camisa, un drama estrenado en 1962 después de haber sido inicialmente censurada, en la que se explica la realidad española del momento a través de los ojos de aquellos obreros que habitaban en las chabolas sin esperanza ni trabajo. La obra marcó la irrupción del teatro social en España pues La camisa ponía por primera vez en el centro del debate dramático nacional un problema que acababa de estrenarse en la propia sociedad, y no solo en Madrid, aunque Olmo centrara la trama de su obra en el extrarradio chabolista de la capital de España. La obra está traducida a varios idiomas, estrenada en muchos países, y por ella obtuvo el Premio Nacional de Teatro.

Otras de sus obras fueron La pechuga de la sardina, La condecoración, El raterillo, English Spoken, El cuarto poder, Pablo Iglesias, La jerga nacional, etc; que también han sido traducidas a varios idiomas y representadas en numerosas escenas internacionales. Muchas de estas obras fueron prohibidas en España debido a la confrontación de sus ideas progresistas con el régimen dictatorial de Franco, convirtiéndose en uno de los autores más censurados. A pesar de ello ha obtenido importantes premios entre los que destacan: el Leopoldo Alas, el Valle-Inclán, el Larra, el Álvarez Quintero de la Real Academia Española (en dos ocasiones), el Premio a la Mejor Obra extranjera de Buenos Aires, el Manuel Espinosa y Cortina de la Real Academia, el Premio del Círculo de la Crítica de Uruguay, el Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud, el Fastenrath de la Real Academia, etc.

Además de su condición de dramaturgo, Lauro Olmo se identificó con todas las causas progresistas y militó entre los intelectuales durante la Dictadura y la Transición política, siendo así conocido no solo por su calidad de dramaturgo, sino también por su ejemplo de ciudadanía activa. A principio de los años 70 protagonizó en primera persona la lucha contra el derribo de las viviendas del Barrio de Pozas, donde actualmente se levantan los edificios del El Corte Inglés de Argüelles y el hotel Princesa. Durante tres años mantuvo una pancarta de protesta en el balcón de su casa, hasta que la policía desahució a su familia por la fuerza en1972. El caso Pozas tuvo un fuerte seguimiento en la prensa de la época, conociéndose como la Numancia de las inmobiliarias y al mismo Lauro Olmo como «el escritor sitiado».
En su afán de lucha había estado escribiendo mucho contra el desahucio, como aquella coplilla que decía: «¿Qué culpa habéis cometido? / A nadie la culpa extraña. / La culpa es de haber nacido / sobre uno de los solares/ más cotizados de España». Años más tarde, el Tribunal Supremo le daría la razón. Pocos dramaturgos como Lauro Olmo estuvieron tan atentos durante el franquismo y los primeros años de la democracia al devenir social español y madrileño.

La ciudad de Madrid fue donde vivió, pero también fue el escenario donde se desarrollaban sus obras. Y la vecindad madrileña, sus mujeres y hombres, sus costumbres y sus expresiones populares fueron protagonistas principales de las mismas. Fue coherente, de ideas claras y sin dobleces. Lo mostró hasta el final. En sus dramas están Chéjov, Valle, Lorca, Arniches, los clásicos. Todos pasados por el filtro de lo popular y situados en escenarios donde el público de a pie se reconocía. A Lauro Olmo, como dijo en una de sus últimas entrevistas, le bastaba con que lo recordasen simplemente como un hombre solidario. Murió en Madrid el 19 de Junio de 1994.


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