Cartografía en movimiento Lugo
Septiembre, este mes en el que casi todo recomienza y, en algunos casos, empieza. Últimos estertores de un verano en el que hemos apurado el placer, del mismo modo que, a partir de ahora, vamos a apurar los trabajos y los días. Quizás, porque no nos damos cuenta de que con eso también estamos apurando la vida, que se nos escurre entre los dedos igual que el agua en tiempos de sequía. Pero la pujante era tecnológica y el individualismo aumentado, que esta era acrecentó a la época capitalista, consumista y de competitividad productiva, dan esa ansiedad en la que estamos.
Para mí este nuevo curso arranca en Becerreá y Lugo, en mis paisajes originarios, en una “cartografía en movimiento”, que es novedad y sorpresa feliz.
La ciudad de Lugo de mis recuerdos de los años 80 y 90 consiste en escenas, de alguna manera, mediatizadas por la muralla. La joya arqueológica, histórica, que da testimonio de un pasado romano esplendoroso, pero cuya literalidad se vincula directamente, como la de cualquier muro, con las fronteras, los límites, la defensa y, en consecuencia, el miedo. Un monumento militar que, con el paso de los siglos, se ha re-significado, aunque su halo continuase vinculado a una ciudad cerrada, más conservadora en lo que se refiere a las artes escénicas.
Sin embargo, desde hace unos años, algunas cosas, en ese sentido, han comenzado a cambiar. Gracias a la intercesión de poetas, como Nieves Neira Roca, o de bailarinas como Cris Vilariño, por citar solo dos mujeres que conozco, vinculadas ambas a las artes del movimiento.
La programación municipal de danza contemporánea y artes del movimiento, en la que la coreógrafa Cris Vilariño trabaja, dentro del margen que tiene, ha hecho que Lugo se abriese a formatos y experiencias artísticas más allá de las convenciones del teatro clásico, del ballet, de la danza neoclásica o del tradicional. Y le hacía mucha falta, porque la danza contemporánea es pura creatividad y, en este sentido, puede reflejar y expresar las inquietudes y pulsiones del presente.
La Asociación 3 Monos organiza el festival “Cartografía en movemento” que, en este septiembre de 2022, llega a su 11ª convocatoria. Una “edición palíndroma” a la que se ha sumado, ya desde la 10ª convocatoria del año pasado, una de las compañías más interesantes del panorama peninsular, afincada en Lugo: Colectivo Glovo, formada por la luguesa Esther Latorre y el portuense Hugo Pereira.
3 Monos y Colectivo Glovo nos han regalado una 11ª edición de “Cartografía en movemento”, del 2 al 4 de septiembre, mi primera vez en este festival, que fue una auténtica gozada.
He vuelto a Lugo y he encontrado otro Lugo. Una gente des-murallada. En el MIHL (Museo Interactivo de la Historia de Lugo), un ciento y medio de personas acogiendo, receptivas, participativas y cariñosas, propuestas inusuales de artes del movimiento. Propuestas muy abiertas, las del primer día del festival, trabajos en proceso, inacabados, que, sin duda, también ayudan a abrir algo más.
La primera: ‘XERACIÓN Z’, de iXa y el alumnado de 6º curso del Conservatorio Profesional de Danza de Lugo, con coreografía de Xián Martínez Miguel. Un viaje de la uniformidad y el formato clónico, que la tecnología, la globalización y el mundo digital están haciendo de la juventud, a un universo más queer y sensual, menos maquinalizado y más cálido y colorista. Todo esto en danza, con una estética fresca y con el placer de ver un hermoso trabajo coral.
La segunda propuesta, ‘VELAR’ de Fran Martínez Buceta, fue una invitación a entrar en una atmósfera de intimidad. El espacio circular y blanco, el perfume de romero quemado, las dos velas, el libro, el mechero, el teléfono con la voz contando impresiones personales, el ordenador portátil y el bate de béisbol, como elemento, este último, de contraste respecto a ese universo de suavidad y vulnerabilidad. ‘VELAR’, de cuando estamos en vela, de velar a alguien… e incluso de pasar el velo, el misterio y lo implícito, sin lo cual el arte se pierde.
La tercera propuesta, ‘MULTIPERSPECTIVAS#2’ (work in progress) de Paula Quintas, acompañada por Antón Coucheiro y Rut Balbís, fue un cierre heterodoxo para la primera jornada. El público formaba parte de las posibilidades que, en la interacción guiada por Coucheiro, podían generarse con Paula y su bello y acrobático movimiento, tanto en el suelo como en los cables de acero de la futurista y circense estructura escénica. El circo y la danza conjugados con la improvisación. El dúo Quintas/Coucheiro posee un gran potencial por el contraste entre ambos y por el humor que Coucheiro le aporta.
El sábado, delante de la Plaza de Abastos de Lugo, nos regalaron 4 piezas de danza con mucho poderío.
‘MIÑA XOIA’ de Clara Ferrão. Es la tercera vez que veo este solo y me ha emocionado especialmente. Creo que ha sido porque Clara estaba más próxima, más cerca. La dimensión estética de su movimiento acrobático, amplificado por el vestuario, continúa siendo impresionante.
‘8 Km EN MULA’ de Álvaro Murillo es la segunda vez que la veo y también continúa prendiéndome de sus movimientos sostenidos, de ese zapateado que tensa la cuerda lorquiana de ‘Bodas de sangre’. Mágica mezcla de elegancia, sensualidad, desafío y arrebato. Pasión afilada y, por encima del “fatum”, la gracia final, ese canto (en este caso: baile) a la vida sin muros.
‘ANÓNIMAS RAÍCES’ de Premoh’s Cru es un cuarteto que cruza flamenco con danzas urbanas, en un contemporáneo teatral en el juego con gestos cotidianos, reelaborados dancísticamente y ejecutados en complicidad con el público. Un derroche de simpatía y buen rollo.
‘BLUES DE MEDIANOITE’ de Alba Fernández Cotelo puso el broche de oro. Homenaje a las grandes damas negras del blues y del jazz, en una reivindicación directa de la mujer negra y de la mujer lesbiana. Musicalidad y plasticidad coreográfica, a la que se suma Afonso Castro (reconocido diseñador de iluminación) a la guitarra eléctrica, en un cierre a dúo desbordante de fuerza y poderío.
En el domingo, el tercer día, el alma de la “Cartografía en movemento”. Siete propuestas amateurs de diversa naturaleza, re-significando espacios emblemáticos de la vieja ciudad, el Parque de Rosalía, la Praza do Cantiño, la de la Soidade, la de Santa María, la Fonte do Pazo de Sangro y la Muralla.
Una cartografía en movimiento gracias a las artes vivas y a la danza. Una manera mágica, emocionante y poética de abrir una ciudad. ¡Así comenzó septiembre!