Festivales

Casi 4.500 personas coparon los trece conciertos del Luna Lunera

De «muy satisfactoria» ha calificado Ignacio Machín, alcalde de Sos del Rey Católico, la cuarta edición del festival Luna Lunera, que se ha saldado con un balance de 4.482 entradas vendidas, de las cuales 40 correspondían cada día a bonos totales o bonos semanales. Machín ha explicado que «el festival ya se puede considerar consolidado, a la vez que configura a Sos como un importe destino de turismo cultural»; de hecho algunos conciertos que han llenado todo el aforo de la Lonja medieval —450 localidades— apenas concitaron a 600 personas en Zaragoza. En concreto, Rosendo, Bebo Valdés, Coti Ismael Serrano, Georges Moustaki, y Luz Casal, con una alta asistencia en el resto de espectáculos.
El alcalde sosiense manifestó su satisfacción por el llenazo total en «seis de los trece conciertos», destacando la práctica ocupación hotelera de la villa y alrededores en los dos fines de semana, algo más que significativo en un año en que la montaña aragonesa está viendo descender el número de turistas. «Uno de los objetivos de Luna Lunera es, además de situar el festival como un hecho diferenciado en el panorama estival aragonés y del norte de España, consolidar un turismo cultural para nuestra zona», lo que se está logrando año tras año. Además, destacó, la «población se implica de forma notable, con numerosos voluntarios del Servicio civil y de los jóvenes del pueblo, trabajando para el festival, además del campo internacional de trabajo».

Excelente balance musical
El balance musical de Luna Lunera no ha podido ser más satisfactorio, contando con que se trata de uno de los festivales aragoneses más jóvenes, que el año próximo celebrará su quinta edición. Luna Lunera ha conseguido, siempre dentro de su línea de canción de autor, una interesante variedad de estilos, con lo que se ha ampliado, especialmente hacia los jóvenes de la comarca, la proyección del festival. Los artistas han entendido el peculiar carácter de este escenario, ubicado en una lonja medieval y con capacidad para 450 personas, de forma que han adecuado sus propuestas al marco en que actuaban. Ello ha dado pie a numerosas anécdotas, entre ellas el reconocido miedo escénico de varios de ellos, que jamás habían cantado tan cerca del público. No obstante, las prevenciones iniciales de Rosendo, Coti, Constante o Luz Casal, se convirtieron en entusiasmo ante la cálida y cómplice respuesta del público. Un público no sólo local, sino que ha venido de muchas partes de España, confirmando ese proyecto sosiense de convertir Luna Lunera en un referente nacional. En su mayoría, el público foráneo ha acudido desde Navarra, el País Vasco, Valencia, Madrid , Barcelona, Cádiz, Albacete y de las vecinas regiones francesas del Bearn y Aquitania, en muchos casos exclusivamente para varios de los conciertos. Otros franceses o ingleses que ocasionalmente disfrutaban de sus vacaciones en el Parador acudieron sorprendidos por la presencia de figuras como Marianne Faitfhull o Moustaki.
El peculiar carácter íntimo de este festival, ha provocado numerosas anécdotas simpáticas. Desde la perplejidad de Rosendo, que jamás había actuado en un escenario con flores —ni en toda su carrera había aparecido en un telediario nacional… Tuvo que venir a Sos—, hasta los caprichos de los divos, como Marianne Faithfull, para la que hubo que conseguir desde una limusina para que durmiera en Biarritz, hasta jengibre fresco —¡en Sos y un sábado de agosto!—; por cierto que la británica, que lleva muy mal las alusiones a su pasado con los Rolling o a su abuelo —que dio nombre al masoquismo—, actuó con un esguince que se hizo en el tobillo tras resbalar en las escaleras del camerino, a pesar de lo cual completó toda su actuación con absoluta brillantez.
Un clima de cordialidad que se extendió al genial Bebo Valdés, que prefirió alojarse en una singular casa de turismo rural —en lugar de la suite que la organización ofrece cada día a los artistas en el Parador— a la par que aprovechó el carasol la mañana siguiente para charlar distendidamente con varios ancianos de Sos, mientras su gente le apuraba para seguir la gira.
En resumen, consolidación y satisfacción en un festival, humilde, pero cada día con más proyección, sobre el que se vuelca la población y deja un imborrable recuerdo —según afirman sobre el escenario— en los propios artistas, varios de los cuales ya quieren volver a actuar bajo la luz mágica de la luna de Sos del Rey Católico


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