Chejov, actual y clásico
Anton Chejov, inimitable dramaturgo, inimitable porque su estilo es sobrio y personal, ruso y universal, lección de teatro y de difícil puesta en escena. Chejov criticaba a Stanislavsky porque ponía sus obras con mucho dramatismo, mientras que él las consideraba tan ridículas como la vida, sin ninguna intensión melodramática.
Ahora Chejov regresa a París en el Odeón Teatro de Europa con La Gaviota, en una puesta en escena de Stephan Braunschweig en la que destaca la parte más intrépida de la obra: la fracasada e inexplicable obra de teatro de Kostia el hijo de la actriz famosa con la que se abre la pieza. Pero vayamos por partes…
Arkadina, una conocida actriz moscovita (o de otra capital europea) toma vacaciones en casa de su hermano en donde ha dejado abandonado a su hijo Kostia que sueña en convertirse en dramaturgo, quien propone su obra recién escrita para conocer la opinión de su madre y de su amante, un escritor reconocido. La obra es interrumpida por la actriz, pues insinúa que le aburre. Este aburrimiento es mostrado en múltiples puestas en escena como el punto del desprecio de la actriz por la obra de su hijo. Sin embargo para Braunschweig la obra perturba a la actriz por su audacia y visión del futuro… Los hombres, los leones, las águilas y los faisanes, los ciervos de los bosques, las ocas, los mudos peces que viven en el agua, las estrellas de mar, y todos los seres que no se ven en el horizonte, en una palabra, todas las vidas, las vidas, las vidas, su triste ciclo cumplido, se han apagado… En la puesta en escena del Odeón esta es la visión que perturba a la madre del autor: el obscuro mundo del futuro que aparece como motor del drama que ocurre en La Gaviota.
Chejov puso mucho empeño en la escritura de esta obra. Desde el principio sabe que se trata de una pieza difícil, que tardará en encontrar su público. En efecto el estreno en San Petersburgo en 1895 fue un rotundo fracaso. Aunque los días siguiente fue muy bien acogida, pero el daño estaba hecho. Chejov ya no estaba ahí, ver el estreno le causó desasosiego; escribe en una carta a su hermano: La obra ha fracasado rotundamente. En el teatro reinaba una tensión penosa fruto de la perplejidad y la vergüenza. Los actores actuaron fatal y de manera estúpida. Moraleja: No hay que escribir teatro. Más tarde la obra se rescata –con dificultad- gracias a la interpretación de El Teatro de Arte de Moscú y la dirección y actuación de Konstantin Stanislavski.
En una carta escrita en 1895 al periodista Suvorin dice Chejov sobre La Gaviota: Empieza forte y termina pianísima en contra de todas las reglas del arte dramático. Ha salido un relato. Estoy más descontento que satisfecho, y cada vez que leo mi obra recién nacida me convenzo más de que no soy en absoluto un dramaturgo.
Dudas de siempre, Chejov nunca se sintió cómodo como dramaturgo, sus dudas fueron permanentes a pesar de la lección de dramaturgia que da al principio de La gaviota. Escribe en una carta al mismo Suvorin en 1895: Por lo que respecta a mi dramaturgia, al parecer, estoy condenado a no ser dramaturgo. No tengo suerte. Pero no me desanimo porque no dejo de escribir relatos: en ese terreno me siento como en casa, pero cuando escribo teatro me siento incómodo, como si alguien me tuviera cogido por el cuello.
Para interpretar a Chejov se necesitó alguien con el talento escénico de Stanislavki, y aunque su relación con Chejov no fue siempre fluida, finalmente es el Teatro de Arte de Moscú el que logra que Chejov escriba teatro hasta el final de su vida.
Para escribir La Gaviota Chejov encontró el secreto íntimo de Hamlet, la obra de Shakespeare: la corrupción/destrucción de la juventud por parte de los adultos en escena. Todos los personajes adultos terminan corrompiendo o destruyendo a los más jóvenes.
Incluso el escritor que esta en la edad intermedia termina como un hilacho de la actriz y corrompe a la muchacha que simboliza la gaviota. Las citas de Shakespeare al principio de la obra no son gratuitas, Chejov las utiliza como un lema para su drama.
En la puesta en escena de Braunschweig los personajes son muy contemporáneos para resaltar la actualidad de la obra. Tal parece que la humanidad se enfrenta al real desafío de desaparecer y no son conjeturas, basta con ver las informaciones cada mañana. Recordemos que Stephan Braunschweig es uno de los mejores directores de la escena francesa y que sus puestas en escena son una lección de entendimiento del teatro.
París, diciembre 2024.