Críticas de espectáculos

Cincuentones/Joan Casas/Teatro de la Derrota

Alegre pesimismo
Obra: Cincuentones
Autor: Joan casas
Intérpretes: Janfri Topera, Kike Díaz de Rada, Paco Obregón
Dirección: José Antonio Ortega
Producción: Teatro de la Derrota
Kultur Leioa – 10-05-07
La línea de los cincuenta como rubicón de una ascensión. De ahí en adelante todo es bajada. Así parecen entenderlo tres amigos reunidos en el chalé de la playa de uno de ellos. Tres personajes socialmente relevantes: publicista, abogado y profesor de universidad. Un encuentro en el cincuenta aniversario de uno de ellos. Una paella previa, la hora del café. Tiempos muertos, tiempos de confesiones, de enfrentamientos. Amor y odio. Envidias, celos, desinformaciones. No es una amistad precisamente idealizada ni ejemplar. Es una amistad contada de manera realista, como son las amistades, convulsas, desasistidas, intermitentes. Y con sorpresas. Con más de veinticinco años de amistad se pueden relatar hasta los intercambios de parejas.
El planteamiento dramático es colocar a tres hombres para hablar de algunas de sus obsesiones al sobrepasar la cincuentena, es decir, el discurso de tres maduros sobre el matrimonio, el amor, los hijos, el dinero, el poder, y hacerlo desde un pesimismo histórico, pero contado de manera alegre. Agridulce, personajes reconocibles, con pasados más o menos magnificados, pero que nos van proporcionando un cuadro general de tres individuos en la cúspide de sus vidas, pero que no pueden volver por la vía de ascenso y la bajada es por un precipicio. Un precipicio que en ocasiones se festonea con detalles, pero que rezuma oscuridad, casi como si fueses un mensaje punk de madurez: no hay futuro. El cáncer, el accidente de coche, el final de una escapada no emprendida nunca.
El texto es ligero, pero muy funcional. No profundiza en exceso en algunos puntos de la trama que le llevarían a escapar de ese tono de comedia dramática donde se mueve, pero señala los contornos sociales y hasta políticos, y los personajes sí están muy bien dibujados, desde la autoría, pero especialmente por la interpretación. Los actores metabolizan sus personajes y le dan verosimilitud escénica, verdad, credibilidad y eso es muy importante para seguir con carcajadas las peripecias de estos tres cincuentones que demuestran no comprender con claridad el mundo de las relaciones personales, que en ocasiones los vemos entrañables, siempre desamparados. Unos varones adultos, desengañados.
Carlos GIL


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