Clarito, clarito
Es que usted no me entiende señor policía. Para ser clarito, clarito, es cierto que vengo saliendo de un asado de vidrio bien regado. A todos se nos calentó el hocico y de tanto empinar el codo, rápidamente todos quedamos arriba de la pelota, pero yo no le puse tanto a la rayuela corta porque algunos de mis amigos chupan más que orilla de playa y a ellos sí que les entró agua al bote. Ellos sí que le ponen hasta el dedo chico, chupan hasta que les flotan los ojos y es ahí donde empiezan a dar jugo.
A algunos se les apagó la tele y se les arrancaron las cabras pal monte, pero son los menos. A la mayoría el viejo chico les salta en la nuca y estoy seguro de aunque duerman anclados, van a despertar con mala caña, de esas con hachazo que te obligan a abrazar el trono de cerámica cuando uno invoca a Guajardo.
Es que usted no me entiende señor policía, no estoy curado.
Copete había, nada muy cabezón; cola de mono suavecito para empezar, mono fuerte, combinados, chimbombo para no gastar demasiado, quevin, pillín, jote, chelas, Juanito caminante, michele Adams, terremotos, submarinos y Melvin como si fuera postre. De todo había.
Es que usted no me entiende señor policía, no estoy curado. Es cierto que antes de llegar a este brillo pasé por una picada a ponerle entre pera y bigote, pero ni tanto ni tan poco.
¿Me quiere llevar a la capacha?
¿Y cómo le digo después a mi pierna?
La bruja de seguro me va a paquear con cuatica y capaz que termine con el pijama de palo en el patio de los callados.
No sea vaca, relaje la vena y présteme ropa para que la jefa no me pinte el mono con los broca cochis. Apáñeme.
Increíble; el policía chileno, sin ningún problema comprendió al ciudadano. A pesar de su nutrida argumentación, el alcotest no estuvo de su lado y fue detenido por conducir en indesmentible estado de ebriedad.
Se me hace difícil creer que alguien que no sea chileno pueda traducir estos argumentos a un castellano de diccionario, comprensible por toda la comunidad hispano parlante.
Desde siempre el lenguaje ha sido influenciado por los diferentes grupos socio culturales, quienes introducen nuevos vocablos en su hablar cotidiano, algunos de los cuales terminan siendo aceptados e incorporados al sacro santo libro de nuestro idioma, el diccionario oficial de la Rae.
Sin duda, un lenguaje oficial único es fundamental como para entenderse entre nosotros, pero también se me hace indispensable que los diferentes grupos humanos adapten el idioma a sus propias realidades, dándole así, identidad.
Hoy, con el fenómeno de la mundialización dado por el avance en tecnología de las comunicaciones, algunas palabras atraviesan fronteras muchísimo antes de llegar al diccionario.
¿Bueno o malo?
Cada uno tendrá su propia opinión.
En lo personal, creo que esto del fenómeno MacDonalds, que permite comerse exactamente la misma hamburguesa en cualquier parte del mundo, tiende a aplanar nuestro planeta, homogeneizando la rica diversidad.
Me gustaría seguir comiendo la mejor pizza en Italia, beber caipiriña en Brasil, ver encantadores de serpientes en la India, bailar tango en Buenos Aires y conocer los Canguros en Australia.
Influenciados por los medios de comunicación, mis hijos ya están hablando en mexichicolomargeñol.
Prefiero la diferencia. Viva la diferencia.
Espero haber sido lo suficientemente clever para que me cachen. ¿Clarito, clarito?