Como agua para chocolate/Laura Esquivel/Ados Teatroa
Melodrama agridulce
Obra: Como agua para chocolate
Autora: Laura Esquivel
Versión: Garbi Losada
Intérpretes: Esther Uria, Mila Espiga, Iñake Irastorza, Ana Lucía Villate, Tania de la Cruz, Elisa Marinas, Antonio castro, Javier Tolosa, Koldo Losada, Celes Gutiérrez
Escenografía: Fernando González
Vestuario: Pedro Moreno
Música original: Aitor Amezaga
Dirección: Garbi Losada
Producción: Ados Teatroa
Antzoki Zaharra –Donostia- 11-11-04
Un historia dramática de amor. Amor compartido pero impedido por las convenciones familiares y sociales. Un mundo cerrado, un rancho, una situación casi lorquiana, un desarrollo de folletín, con un cruce de historias y un hilo conductor casi subconsciente: los platos de comida, sus posibles cualidades para transformar a los individuos, un bálsamo para los desamores, un destino fatal y unas fugas temporales y espaciales dentro de lo que en literatura se llama el realismo mágico y que escénicamente tan difícil es de convertir en algo significante.
Garbi Losada demuestra una vez más su habilidad para estructurar dramatúrgicamente los materiales de los que parte. Ha logrado sintetizar la novela, la misma película y a base de escenas mínimas ir reconstruyendo esas historias, narrar toda la historia, todas las historias casi íntegramente, sin abusar de las elipsis, lo que el confiere un ritmo cinematográfico, pero que en este estreno parece necesitar un poco más de ajuste en las perpetuas transiciones, ya que el tiempo y las acciones se suceden, los cambios de ámbitos, resueltas a veces bien con las filmaciones y con los cambios volumétricos de unos estores que tienen una presencia utilitaria pero que parecen ralentizar otros momentos donde parece suspenderse la narración.
El equipo actoral funciona, aunque no en un estilo de actuación homogéneo, lo que le dota de colorido interpretativo, pero a su vez le resta solidez y no ayuda a resolver algunas lagunas estéticas, y al rozarse asuntos netamente melodramáticos, se está siempre en una línea muy peligrosa de traspasar lo creíble y desembocar en lo sobreactuado y exagerado. Es como si la mano de la directora no hubiera alcanzado la claridad de la dramaturga. La apuesta es ambiciosa, con una buena producción y un trabajo que cuenta una apasionada historia y la cuenta muy bien. En cuanto encuentre el punto de cocción adecuado, crecerá esta tarta agridulce.
Carlos GIL