Con el rumor del paisaje/Faro Luciole-Teatro Errante
Existencialismo vital
La movilidad geográfica forma parte de las señas de identidad de la juventud contemporánea. Este colectivo social no es que reniegue de su origen ni de su patria sino que posee una capacidad de desplazamiento sin límites ideológicos, lingüísticos, culturales o económicos. El hábitat de los jóvenes de hoy tiene un ámbito global.
En este sentido, la frase «ciudadanos del mundo» ya no es mera retórica o ilusión romántica del movimiento hippy. Ahora, en cualquier parte del mundo se puede hallar una multitud de jóvenes de los más diversos orígenes, colores, idiomas, pensamientos y prácticas sociales. Aventura, búsqueda de otras sociedades, descubrimiento de paisajes, colaboraciones con ONGs, oportunidades laborales, incluso el amor convierten a la juventud actual en nómada no solo como realidad sociológica sino como experiencia existencial. Éste es el nudo central de «Con el rumor del paisaje», un texto colectivo que se puede presenciar hasta el día 3 de diciembre en la Sala Cuarta Pared de Madrid.
Dos jóvenes parten de sus vivencias personales para construir un mundo fascinante y poético a través de la palabra, la expresión corporal y el juego teatral. La palabra, el texto, surge y se desarrolla con frases, palabras y onomatopeyas yuxtapuestas. Apenas hay diálogo. Hasta pasada media hora del relato, los personajes escasamente siguen una conversación aunque las réplicas de cada uno se complementen. Las frases parten del pensamiento y del histórico ejercicio íntimo y personal. Las ideas carecen de subordinación, de lógica aparente, pero poco a poco conforman un discurso coherente. Es más, si nos fijáramos en el discurso individual de cada personaje, cabría pensar en la paranoia personal. Sin embargo, ambas mujeres –que indistintamente utilizan el castellano, el francés y el inglés en sus expresiones verbales– entrelazan una narración congruente al alimón.
En «Con el rumor del paisaje» se cuenta la historia de dos mujeres, de dos personajes, de miles de personas que se sienten «esclavos de nuestros propios sueños». Son seres humanos que viajan arrastrando historias personales sin nostalgias, que llevan sus contradicciones a cuestas sin complejos, que ocupan territorios prestados, que transitan sin rencor porque «lo que hago en otros sitios también lo puedo hace aquí».
La pieza describe a unos seres que toman conciencia de su existencia a través de los paisajes que perciben: «mi casa (…) mi escuela», el bar, aquel cine que ha cambiado, el teatro que ya no está, el mercado con sus tenderos, la visita al médico, la charla con el taxista, la familia, el amigo… El paisaje, como la postal dinámica que se aprecia por la ventanilla del tren en marcha, nos hace entender el movimiento, nos hace sentir vivos. Aquí está la metáfora: el viaje es como un camino existencial.
El texto, en cierto modo, evoca a las vanguardias europeas de los años 50 y 60 del siglo pasado. Se acerca al Ionesco de «Las sillas» en el absurdo y en el existencialismo que también estuvo en el universo de Brecht. Da la sensación de que la obra bebe de una sociedad tan desconcertada y tan llena de contradicciones como la que los grandes autores sufrieron tras la Segunda Guerra Mundial. Es otro punto en común. Sin embargo, al contrario de aquellos, en «Con el rumor del paisaje» no solo no hay una visión pesimista que aboca al suicidio sino que aporta una postura esperanzadora. Hay constantes signos de vida. La canción de Boney M «Brown Girl in the Ring» que cantan las dos actrices suena como un himno de absoluta vitalidad.
En el plano escénico, Jorge Sánchez ha dirigido un espectáculo bello y cargado de poesía, de significado. Ha planteado una puesta en escena que se apoya en la sinceridad del juego escénico tanto en la relación entre las dos actrices como en la manipulación de objetos. Es decir, Morgane Amalia y Marta Cuenca juegan a ser actrices que conjuntamente cuentan su historia individualizada –Buenos Aires y Madrid- hasta confluir en una historia genérica, la del nómada universal.
Una pequeña muñeca de papel, «Tina» es el punto de unión. El humilde pero poético objeto simboliza y concretiza los millones de nómadas del mundo. Camina, salta, viaja de Francia a Venezuela, de Argentina a Mozambique, de Alemania a Perú, Uruguay, Canadá, Portugal, España, Chile o Ecuador. Una esfera luminosa da todo el significado terráqueo, puro juego poético y visual.
Siendo «Tina» y la esfera luminosa los objetos esenciales, la escenografía aporta del mismo modo un sentido poético y funcional. Una especie de mueble con formas rectangulares y cuadradas a modo de cajones y estanterías pintados de color neutro permite descubrir un universo mágico. Paisaje urbano, y soporte de sorpresas, la escenografía encierra diversas cajas luminosas que son habitáculos de vida, ventanillas que dialogan con la burocracia, también islas por donde transitar, y losas en el suelo, y espacios de juego infantil.
El montaje de la compañía Faro Luciole-Teatro Errante se mueve dentro del teatro minimalista, casi íntimo en la estética. Es el teatro de cerca hecho con primor que se crece, que atrapa progresivamente al espectador sin aspavientos, sin sobresaltos, sin trucos. Es el teatro inteligente que exige un esfuerzo porque contiene una poética delicada y un sentido ético e intelectual. El trabajo cuenta con dos estupendas actrices que, de procedencias distintas, se compenetran en el juego, manipulan con finura, cantan y tararean al tiempo que dialogan en un difícil ejercicio de combinación; Morgane Amalia y Marta Cuenca se muestran actrices sin aditamentos haciendo de la naturalidad una experiencia expresiva que parte de la interiorización. Ambas, actrices y personajes, se funden y multiplican para conformar una especie de espectáculo coral.
Finalmente, es preciso ilustrar que «Con el rumor del paisaje» forma parte de un conjunto de espectáculos programados por la Sala Cuarta Pared de Madrid con el genérico de «Cosas que decir». En el mes de noviembre tuvo lugar «Perros en danza» de María Velasco con la compañía Quinquilimón. En diciembre, tras «Con el rumor del paisaje» que estará hasta el día 3, se podrá presenciar «Tocar madera», un espectáculo dirigido por Gustavo del Río para la compañía Sudhum. Sin duda, en la Cuarta Pared hay propuestas que tienen cosas que decir.
Manuel Sesma Sanz
Espectáculo: «Con el rumor del paisaje». Reparto: Morgane Amalia y Marta Cuenca. Escenografía: Ariel Vaccaro y Faro Luciole. Vestuario y realización: Pilar Guerreño. Dirección: Jorge Sánchez. Compañía: Faro Luciole-Teatro Errante – Sala Cuarta Pared de Madrid, hasta el día 3 de diciembre.