El Hurgón

Con la tecnología a cuestas

Aunque el desarrollo de la tecnología se halla ligado conceptualmente al fortalecimiento del ser humano desde el punto de vista intelectual, la práctica diaria nos da argumentos para suponer que una buena parte de su encanto está en el placer sensorial, porque tiende a reducir cada vez más el esfuerzo físico de quien se sirve de ella.

Este placer, guardadas las excepciones de la regla, resta consciencia al usuario de la tecnología, razón por la cual se va excluyendo del contexto toda posibilidad de análisis acerca del desarrollo real a que puede llevar ésta al ser humano, y, por extensión a no saber definir qué inconvenientes puede generar en el futuro, su aplicación indiscriminada, en la naturaleza del individuo.

Se nota a leguas que el uso de la tecnología es cada vez más compulsivo, y que el criterio del usuario frente a ella no pasa de ser el de un valor de uso mecánico, porque aún no ha terminado el aprendizaje de una versión de tecnología y pasa a la otra sin que por su experiencia pueda argumentar que el salto dado por ésta lo beneficia de tal o cual manera, pues lo que importa del nuevo modelo, para el usuario, es que exija menos, y «ayude» a realizar la tarea de manera más rápida.

La disminución del esfuerzo físico, suponemos, debe incidir en la mente, porque el individuo es una unidad cuyo desarrollo depende de la interacción coordinada de sus partes. Si a medida que pasa el tiempo éste deja de ejercitar parte de su corporeidad, con seguridad que dicha restricción va a incidir en su actitud para relacionarse socialmente.

La influencia de la tecnología puede generar, en consecuencia, disminución de habilidades para comprender, memorizar, interpretar, crear, en fin, para llevar a cabo una serie de ejercicios y de esfuerzos que el ser humano hace durante su desarrollo cuando sólo cuenta con herramientas naturales.

Son cada vez menos las partes del cuerpo que se utilizan en la experiencia diaria. Se usa menos caminar para desplazarse, se usa menos la mano completa para asir cosas, se usa menos la vista con sentido de observación, se usa menos el oído con sentido de escucha, porque los apoyos que tenemos para sortear la vida diaria actual no nos lo exige.

El mero hecho de hallarse muchos pendientes de su desarrollo, con la idea de que todo va a ser cada vez más fácil, es una forma de comprender que la tecnología también puede reducir la capacidad mental del individuo y por ende su habilidad para el razonamiento y la reflexión, y también su capacidad de creación.

Es por todo esto que, tal como les está ocurriendo a los animales, que han debido desechar partes de su naturaleza para adaptarse a otros medios, el ser humano, de seguir andando detrás de la tecnología, buscando en ella sólo placer y facilismo, será cada vez menos idéntico a lo humano, y el automatismo reemplazará su consciencia y se convertirá en su destino.

No estamos diciendo en absoluto que somos enemigos de la tecnología, y una prueba de ello es que nos hemos anticipado a asegurar, que su inconveniencia solo radica en la forma inconsciente como la emplea el individuo, sin preocuparse por averiguar la dimensión real que la misma ofrece a su desarrollo.

Nuestra pretensión es expresar una opinión sobre este tema, porque tenemos la sospecha de que la tecnología, tal como está estableciendo su relación con la gente, y dada su indiscutible misión comercial, va camino de convertir a la persona en una subalterna suya.


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