Conócete a ti mismo
«Conócete a ti mismo», es una famosa frase escrita en el oráculo de Delfos que mandataba a quien la leyese, la difícil tarea de develar el más grande de todos los misterios cual es, el saber quién es uno mismo. Me parece una frase muy simple, gramaticalmente hablando, pero en su esencia, de una extrema complejidad, sobre todo hoy en día cuando lo más importante pareciera estar en la imagen proyectada por sobre la honestidad del ser.
Por todos los medios posibles, se nos bombardea constantemente el prototipo de persona que la sociedad espera que seamos, sociedad que ella misma ha sido moldeada por diferentes aspectos capaces de ir anulando su esencia original.
Desde la carita feliz dibujada en el dorso de la mano de un niño capaz de permanecer en silencio para no interrumpir a su profesora, hasta manejar un automóvil caro comprado hipotecando la vida, pasando por conocer el resort extranjero all inclusive de moda antes del propio país.
Utilizar términos extranjeros antes de conocer palabras de los propios pueblos originarios proyecta una imagen de cultura superior, aunque ni siquiera se sepa de lo que se está hablando, y pareciera ser que el tamaño de nuestras deudas tiene directa relación con nuestra posición social. Mientras más grande y caro el automóvil, más poderosos nos sentimos. Estamos tan ocupados en construir la imagen que deseamos proyectar financiando viajes a destinos exóticos por el solo hecho de estar de moda, que el tiempo no nos alcanza como para hacer el viaje más importante de todos; el de ir gradualmente conociéndonos a nosotros mismos, para de esta manera, llegar a desarrollar todo nuestro potencial.
¿Cuántos no estudian una profesión por el solo hecho de que su padre o madre prácticamente se lo imponen?
En lo personal conozco varios casos, dentro de los cuales, los menos, obtuvieron el título profesional, se lo entregaron a sus padres y abandonaron su formación académica para seguir su vocación.
Un piloto de fórmula 1 debe conocer su auto como la palma de su mano para sacarle todo el potencial que le permita ganar carreras, de lo contrario fundirá el motor sin jamás cruzar la línea de meta.
Del mismo modo, tenemos el deber irrenunciable de conocernos a nosotros mismos para desarrollar nuestro potencial. Si sabemos que nuestro fuerte no es el de ser afinados, no podemos pretender tocar el piano, así como zi somos escrupulosos, jamás llegaremos a ser un buen médico cirujano. Con voluntad y perseverancia, todos podemos lograr nuestros objetivos por muy descabellados que estos sean, pedo creo que a alguien afinado le costaría mucho menos tocar una pieza de Mozart, así como a un médico sin resquemor por la sangre, le costaría menos operar.
En este mundo nadie sobra, o lo que es lo mismo, todos podemos llegar a encontrar nuestro lugar. Si verdaderamente sabemos quiénes somos, nos costará mucho menos hacerlo.
No necesitamos un deportivo rojo para desplazarnos por la ciudad ni un viaje alrededor del mundo como para ser cool. Lo importante es conocer nuestras habilidades y falencias para desarrollarnos en el área en la que seamos felices y con ello, contagiar alegría a nuestro entorno.
No necesitamos viajar a Grecia para leer el oráculo «Conócete a ti mismo», el viaje empieza ahora y somos cada uno de nosotros.