Corpo(a)terra 21. Gondomar. Allariz
La tierra es la que nos sustenta. Salimos de ella y a ella volvemos. Velahí el mito de la madre Tierra. El cuerpo no es ni más ni menos que el puente o el transporte entre eses dos momentos: el de salir de la tierra y el de volver a ella. Las artes del cuerpo y, entre ellas, la danza, son una exploración de ese transporte que nos mueve y nos conmueve.
Los festivales de danza y artes del movimiento en Galicia parecen señalar siempre el punto de apoyo y la raíz: En Pé de Pedra [En Pie de Piedra] (organizado por el Teatro Galán y Matarile en Compostela, 1995-2007), HerDanza (que juega con la palabra “herencia”, organizado en Compostela por Isabel Sánchez, Xiana Vilas y Leodan Rodríguez desde 2016), Primavera en Danza de Carballo (organizado por el Ayuntamiento de Carballo desde 2003) y, entre otros, Corpo(a)terra, que nace en Ourense hace una década, organizado por el colectivo Traspediante, formado por Marta Alonso Tejada, Begoña Cuquejo y Paula Quintas, con la ayuda de Manu Lago, Ángel Sousa, Paulina Funes, Carlota Mosquera, Ana Quintas y Alejandra Balboa.
La ciudad de Ourense ha perdido el festival a causa de las anti-políticas anti-cultura del alcalde. Pero ha encontrado el apoyo de Allariz (Ourense) y en su 11 edición de 2021 la inteligente apuesta del ayuntamiento de Gondomar (Pontevedra). ¿Por qué digo inteligente? Pues porque se trata de uno de los festivales de referencia en Galicia, conectado a nivel estatal a través de la excelencia artística que promueve la Red Acieloabierto. Porque se trata de una propuesta con una programación que no solo saca la danza a la calle para acercarla a la gente, convirtiendo en escenarios espacios emblemáticos de uso público, sino también por ofrecer piezas inusuales, muy difíciles o imposibles de ver en las programaciones regulares de los teatros y auditorios.
Gondomar, en la comarca del Val Miñor, pertenece a la zona metropolitana de Vigo y, por tanto, goza de una situación geográfica estratégica, al estar a pocos kilómetros de la ciudad más grande de Galicia. Además, está pegada a pequeños núcleos rurales de población, muy cerca del norte de Portugal y también de Ourense.
Allariz es una villa monumental y entrañable, cercana a Ourense. El día 1 de septiembre el Corpo(a)terra se celebró allí. Comenzó en la aldea de Amiadoso, en pleno rural gallego, en A Casa Vella, un edificio civil que es una casa grande labriega, recuperada como centro de creación y residencias artísticas para la danza y las artes del movimiento. Un proyecto de la coreógrafa y bailarina Nuria Sotelo, junto al fotógrafo Rubén Vilanova. Un lugar muy especial con encanto, donde se puede sentir latir el corazón de la tierra.
En A Casa Vella asistimos a la presentación de la História da dança contemporânea na Galiza de Através Editora, acompañada por la muestra de fragmentos de dos piezas en proceso, Retake de Amparo Martínez Paz, pionera de la danza contemporánea en Galicia, junto al músico Tony D’Arco y Mortais e vulnerables deNuria Sotelo, que debuta como coreógrafa en torno a 2010. Por tanto, en la presentación del primer libro de historia de la danza en Galicia, pudimos disfrutar observando la conexión entre una creadora que comenzó a principios de los 80 y otra de las últimas generaciones. Curiosamente, tanto en Retake de Amparo como en Mortais e vulnerables de Nuria, pudimos apreciar una danza desnuda de efectos teatrales o espectaculares ajenos a la propia naturaleza del movimiento expresivo del cuerpo. Delicadeza y fuerza combinadas bajo una impresión de danza libre, por la sensación de espontaneidad e implicación que produce.
Esa misma tarde, en Allariz, disfrutamos de Hito de Chey Jurado y Akira Yoshida (Barcelona), a través de la Red Acieloabierto. Un dúo divertido, por el punto de clown sutil que tienen, y muy alucinante en el unísono coreográfico, próximo a las danzas urbanas, sobre todo en el trabajo de suelo. Movimiento de gran calidad y precisión, con una ejecución teatral en las caminatas, las carreras y muchos de los contactos entre ellos, sobre todo en el juego con el pequeño objeto que, en algunos momentos, manejan: una brújula. Esto facilita la apertura a lecturas temáticas, como puede ser todo lo que da de sí intentar orientarse en la aventura de la vida. Y, sobre todo, que no falte el humor. Al salir, uno de los bailarines hizo un gag, tipo broma, y se quedó con toda la gente.
Acto seguido, Paula Quintas nos regaló SET, junto a Sonic parkour/Nacho Muñoz. Estética y movimiento de alta precisión, con un bello juego de geometrías y evocaciones fantásticas. El espacio sonoro extraterrestre de Nacho Muñoz y los ciclos coreográficos, con un aspecto atlético de heroína interestelar, son muy cautivadores. El diálogo con el objeto, una especie de esfera hinchable translúcida de grandes dimensiones, genera posibilidades de movimiento y de imagen sorprendentes y hermosas. El Pabellón de los Deportes de Allariz, donde finalmente se hicieron las funciones por causa de la climatología, resultó ser un espacio muy apropiado, por las geometrías de la cancha de baloncesto y también porque ese espacio enorme le aportó a la pieza una dimensión más amplia, una kinesfera ilimitada que refuerza ese aspecto fantástico, casi de ciencia-ficción.
El viernes 3 y el sábado 4 de septiembre, el Corpo(a)terra recaló en Gondomar. La inauguración del festival ya se había realizado el 31 de agosto en esa localidad, con la pieza 8 km en mula de Álvaro Murillo (Extremadura), que yo no he podido ver. Pero, según el programa, es una crónica danzada de Bodas de sangre de Federico García Lorca, una versión flamenca de esa historia de amor maldito.
El viernes 3 de septiembre, asistimos al estreno de Onde pousa a humidade de la coreógrafa y bailarina gallega Marcia Vázquez. Una joven de mirada intensa y profunda, igual que acontece con su movimiento. Su contemporáneo es expresivo. En él hacen eco las vidas pendientes del trabajo marinero. La mar (en gallego: “A mar”) que nos lleva, por la vida y por el gusto que nos da, pero también el mar que nos da disgustos y que se vincula con la muerte y con la pérdida. Tanto la música tradicional gallega como el espacio sonoro, en el que podemos escuchar las declaraciones sobrecogedoras de alguna gente que vive del mar, abren una atmósfera simbólica en la cual, la danza, gira y navega. Marcia cae y se levanta, tiene los ojos en el horizonte sin dejar de estar con nosotras/os. Mantiene el equilibrio en un navío que chirría mecido por las olas. En la ondulación, bella y expresiva, de su cuerpo en movimiento surgen ímpetus de danzas urbanas, como contrastes de fuerza, de capacidad de adaptación a la piedra dura y áspera del suelo. La vida del mar no debe de serlo menos. Marcia es de constitución física menuda, como un navío en alta mar, sin embargo, su presencia artística es enorme.
Esa misma tarde del día 3 de septiembre, en la misma plaza del ayuntamiento de Gondomar, otra propuesta muy diferente a la anterior, AM27 de la Cía. Javier Guerrero (Catalunya), a través de la Red Acieloabierto. Un despegue hacia el planeta de la fantasía, de evocaciones entre el manga y lo marcial, al estilo samurái. Una comunidad que parece funcionar teledirigida por alguna fuerza externa (en este caso la que marca la coreografía) y de la cual, de repente, se separa un bailarín, que bien podría ser el chivo expiatorio, de blanco y con una estética queer. Una pieza que da para flipar y, cómo no, también para fabular.
En la pradería de un antiguo pazo, en la parroquia de Mañufe, Gondomar, después de la puesta de sol y entrando en la noche, Corpo(a)terra nos ofreció su apuesta más ambiciosa y polémica: Draconis Lacrimae de Pablo Esbert Lilienfeld y Federico Vladimir Strate Pezdirc, ambos de origen gallego, asentados actualmente en Bruselas. Una pieza provocadora, transgresora y polémica en los contenidos y en las formas. Una experiencia artística arriesgada y atrevida, que escapa de los moldes más comunes de lo que podemos entender por danza, por teatro o por cualquier otra modalidad escénica más o menos estandarizada. Una acción directa y, a la vez, no exenta de poesía, contra el heteropatriarcado y que hace frente a múltiples discriminaciones vigentes (mujer, femenino, cuerpos fuera de los cánones de la moda o a los que les falta alguna parte, homosexualidad, VIH+, color de la piel, poder adquisitivo o clase económica, etc.) Sencillez en las formas y en la acción, referida a un juego de rol con personajes mitológicos, entre la carne y la tecnología, con momentos impactantes y de una belleza inhabitual.
El último día, el 4 de septiembre, la artista multidisciplinar María Roja (Galicia) presentó en la calle su performance Meminiss-e. Una propuesta que consiste en la activación de retratos de María, dibujados por otras personas próximas a ella durante el confinamiento por la pandemia, realizados con una aplicación móvil que emula un software para la construcción de retratos robot policiales. Las imágenes resultantes, que María, en la performance, muestra en un dispositivo electrónico, situado delante de su rostro, a modo de máscara, reflejan la subjetividad de la evocación y la fragilidad del recuerdo.
En la plaza del ayuntamiento de Gondomar se sucedieron cuatro piezas de muy distinto tenor. La levedad de la Cía. Qabalum (Navarra/Galicia) fue lo que su propio título anuncia: una oda a la levedad. Convertir los cuerpos, a través de la relación dancística, en levedad y que esa sensación física y visual, pase a ser una emoción necesaria contra todos los pesos y cargas que la vida nos pone. Además de la emoción de la levedad, Qabalum nos regaló algunas figuras a tres de gran inventiva y hermosura, casi como si la tríada se convirtiese en una maravillosa flor de orquídea, que gira y fluye, florece y se desvanece. Un encanto.
A propósito dese equilibrio de Alba Troiteiro (Galicia). El título, en gallego, ya juega con “de ese equilibrio”, que puede leerse como desequilibrio, para mostrarnos, quizás, lo cerca que están el uno (equilibrio) del otro (desequilibrio), siendo el primero el ansiado. La pieza pone en órbita el hula hoop y juega con los equilibrios más sutiles que podamos imaginar. Como si el aro fuese un apéndice de su cuerpo, girando alrededor de su nariz, de una ceja, pasando a un hombro, orbitando alrededor de su tronco y desplazándose hacia las extremidades… para hacer, incluso, mutar su apariencia. Un viaje sencillo a la filigrana de lo más difícil todavía circense, a propósito de ese equilibrio.
Leira de Nova Galega de Danza, en su versión para exteriores es como devolver a la plaza pública la fiesta del trabajo. Porque trabajo y fiesta parecen oponerse, sin embargo, sin uno es muy posible que no exista la otra. Una “leira” es una finca para trabajar la tierra y que pueda dar fruto. De ese trabajo, para animarlo, salieron muchos cantos y músicas, muchos ritmos y pasos. Es la segunda vez que veo esta pieza, después del estreno en el Teatro Rosalía de Castro de A Coruña. En esta versión de calle la energía del grupo es compacta y brillante. El baile tradicional nos estremece, como si nos conectasen con la esencia intangible de la tribu, y el contemporáneo, que lo atraviesa, nos sorprende con sus contorsiones y acrobáticas invenciones. Todo se inviste de una fisicalidad profundamente musical y eficazmente popular. El público, claro está, no aplaudió, sino que aclamó.
Y el XI festival Corpo(a)terra se cerró con Niágara de la Cía. La Intrusa (Catalunya/Euskadi). Una explosiva mezcla de contact y sesión disco. Una pareja de mujeres, en un cuerpo a cuerpo, entre lo lúdico y lo festivo, que contagia las ganas de bailar y de celebrar. Elegancia Marlene Dietrich, llevada hacia el rojo deslumbrante y la danza contemporánea. Con momentos cantados con una música que nos despegaba del suelo.
Porque eso ha sido, si tuviese que resumirlo, el Corpo(a)terra 2021, un despegar del suelo gracias a no perder y a asegurar nuestro centro, como raíz y toma de tierra. Ese vínculo que tiene en el cuerpo el lugar más excelso para la imaginación, la emoción y el pensamiento.
P.S. – Otros artículos relacionados:
“‘Draconis lacrimae’ en Gondomar”, publicado el 5 de septiembre de 2021.
“Corpo (a) terra”, publicado el 30 de agosto de 2020.
“Tierra y danza. Leira de Nova Galega de Danza”, publicado el 20 de enero de 2020.