Crónica del XXXII Festival Internacional de Teatro y Danza Contemporáneos de Badajoz
Calidad y gran acogida del público
¿Qué ha pasado este año con el Festival? Obviamente, ha pasado todo lo contrario del año pasado que no entendimos el cambio de su orientación reducida a una simple programación comercial, falta de calidad, echando a perder la apreciada imagen de un evento vanguardista, significado y consolidado. Ha pasado que esta cita anual del teatro vivo en torno a lo contemporáneo ha recuperado con mayúsculas la multiplicidad de actos (funciones tanto en el teatro oficial como en salas alternativas o en la calle) con objetivos artísticos de crecer y de innovar -“recuperación en el más amplio sentido de la palabra”, como manifestaba previamente su director Miguel Murillo– que responden a las expectativas creadas, de prestigio y personalidad propia, en la historia del evento. Y ha pasado que en la abundancia de espectáculos presentados, por lo general, casi todos han tenido un buen nivel de calidad o de aceptación del público.
La programación exhibida se acercó al hecho teatral desde dos perspectivas: la que tiene que ver con las nuevas tendencias (en la que intervienen elencos con trayectoria) y la de los éxitos en cartel de prestigiosos autores de actualidad (repleta de conocidos actores del panorama teatral, provenientes del teatro independiente) que se han identificado, en la variedad de temas, tanto por su condición crítica como por sus genialidades estéticas.
De los espectáculos foráneos destacan: “Los chicos de la historia”, de Alan Bennett, por la compañía Focus (de Cataluña), una comedia profunda y divertida sobre el valor y el sentido de la educación. Esta dirigida e interpretada por José María Pou -en el papel del profesor Héctor– junto a un cuadro de actores –alumnos– que conforman un cuerpo vital, emocionante y de máxima entrega, en los que cuesta encontrar alguien que resalte: porque todos son un lujo de actuaciones. “Flamenco para Traviata”, basada en el libreto que inspiró a G. Verdi su más dramática ópera, por La Cuadra (de Andalucía), adaptada con la imaginería poética de Salvador Távora que logra una depurada y bellísima puesta en escena, integradora del arte popular del flamenco y del arte culto de la lírica. La escena de un caballo blanco danzando flamenco a ritmo de música de ópera y la de la muerte de la prostituta ante los personajes de su vida resultan cuadros expresivos de impactante emoción y rutilante colorido. “Cantando bajo las balas”, de Antonio del Álamo, dirigida por Álvaro Lavín, un texto inteligente de reflexión satírica sobre la figura de J. Millán Astray en el primer acto franquista, celebrado en la Universidad de Salamanca. El personaje, interpretado magistralmente por Adolfo Fernández, saca a la luz del escenario, con toda una gama inagotable de vis cómica, cuanto de ridículo tiene el temible fundador de la Legión. También es justo mencionar, de la larga lista de conocidos actores, la excelente interpretación de Santiago Ramos, como presidente de los EEUU -en “Noviembre”, de D. Mamet– atendiendo con singular gracejo los teléfonos de la Casa Blanca.
De los espectáculos extremeños lo mejor corrió a cargo de Arán Dramática/Rechipé Teatro, con “En casa en el zoo”, de E. Albee, un trabajo riguroso de recreación teatral con el soplo vital de Eugenio Amaya que completa ingeniosamente el texto original del autor americano, poniendo en tela de juicio una visión más actualizada del conflicto ideológico entre los dos personajes protagonistas. Un trabajo desnudo centrado en la palabra que cobra vida -en cada uno de los matices- a través de tres interpretes formidables: Elías González (Jerry), Pablo Bigeriego (Peter) y Elena Sánchez (Ann, en la pantalla). Destacó igualmente la compañía NadaQueVer, con “Viajeras en la memoria”, espectáculo de danza-teatro-música-audiovisuales, ideado y dirigido por Sara García sobre relatos de nuestras abuelas. Utiliza múltiples espacios -con pantallas- inundados de imágenes creadas a partir de las acciones, luces y elementos (como un barquito de papel) que logran un gran atractivo de plasticidad, donde navega lo poético, sin excluir los momentos de humor.
El Festival recuperó asimismo el Foro Teatral Ibérico, celebrando el II Encuentro Teatral en la Raya -presentado por la consejera Leonor Flores y coordinado por Javier Leoni– con debates estimulantes de ideas y consecuencias prácticas.