¿De qué sexo es la palabra?

Cuando el amor no alcanza para la resistencia

Reciclar la dignidad. Habrá que hacerlo. Uno se da contra el mercado, contra el IVA, contra el Estado que no paga los contratos a los artistas. Contra la constante más estable de todas: la cultura no importa, se recorta, se aniquila. Uno se da contra el cuerpo social, cultural, político, contra los medios de comunicación, la educación y las jerarquías arcaicas. El sistema en una palabra. Un sistema que tampoco es una entelequia, es un sistema compuesto por personas, muchos de ellos votados por nosotros o aceptados cuando son asignados. Aceptamos, nos resignamos, perdemos dignidad. No alcanza el amor para la resistencia.

Y uno piensa el mundo desde el teatro y es complejo, difícil, casi imposible producir en estos contextos inestables, sin realidades económicas favorables, producir, reflexionar, hacer, capitalizar la crisis, y crear lenguaje que luego será destruído por el crítico de turno o ignorado por el público¿Cómo? No hay cómo ni cuándo, ni por qué, ni respuesta almacenada o clasificada. La misma pregunta que nos orienta para los contenidos es la misma pregunta que nos deja sin respuesta para los asuntos prácticos. No hay respuesta activada en el momento. No es por ahí la ruta de la acción o sino cambiamos de puerta. Esa puede ser otra posibilidad. Ahí el peregrinaje dramático tiene serias posibilidades de convertirse en un Happening for ever.

A veces el paño es corto cuando se mide el tiempo histórico que nos toca vivir, y a veces nos come la queja, el abandono, la tristeza, la depresión, el cuerpo propio que ya no tolera una vida marginal sin derechos sociales normales como cualquier trabajador del siglo XXl. Y cada día leo la prensa, la gente se manifiesta en las calles, sale, se organiza, protesta en las redes sociales, sufre,se entrampa, se enoja, putea, se acorrala. ¿Estamos pensando salidas o solamente usamos las energías para vomitar el odio, el dolor y el despecho de ser nuevamente ignorados? Sí. Otra derrota. Nos vuelan de un plumazo.No terminamos de ingresar al espacio necesario,pero tampoco es real. Es una campaña, pero no es la realidad que nos devuelve lo que significa una sociedad con personas sensibles a lo cultural, en lo cotidiano y en lo extraordinario. Quieren decirnos que No somos, pero les respondemos: existimos. No podemos dejar que el otro determine cuánto nos quieren o no. ¿Hay una forma concreta de evaluar hasta dónde incide la cultura en la vida diaria de las personas hoy?Ya estamos. No somos una posibilidad de ser. Somos, fuimos y seremos. De eso no se duda. De la identidad, la pertenencia, la resonancia, los beneficios que generamos, no se duda. Que el otro no nos cuestione nuestro lugar. De ahí es que me refugio en el amor enorme que me antecede.

Busco el amor anterior cuando el presente se debilita. Como busco los clásicos cuando me pierdo en mi absolutismo personal.


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