Dansa València, más que un sueño insinuado
Hace unas horas que ha finalizado la 38ª edición de Dansa València cuando me pongo a redactar este artículo. ¡Estoy extenuado pero muy contento! Desde el miércoles 9 hasta el domingo 13 abril he visto 20 espectáculos de danza y artes del movimiento. Entre tantos mundos, me ha parecido vislumbrar varios ejes en la programación diseñada por María José Mora.
Por un lado, no sé si influenciado por el lema de este año: “Somni insinuat” (Sueño insinuado), estarían los efetos psicotrópicos de algunos espectáculos, que me sumergieron en un estado de gracia entre la vigilia y el sueño, medio alucinando. En este eje me atrevería a situar el primer espectáculo de sala, el inaugural: ‘VORTEX’ de HUMANHOOD; siguiendo la línea cronológica, estaría también ‘… TODAS ESTAS COSAS DENTRO DE LAS COSAS QUE LLAMAMOS COSAS ESCONDIDAS EN…’ de JESÚS RUBIO GAMO; y ‘REMACHINE’ de JEFTA VAN DINTHER.
‘VORTEX’ de HUMANHOOD (Teatre Principal de València, 9/04/25) fue como una especie de melopea sonora y visual donde los cuerpos de los bailarines desaparecían o se desmaterializaban por los efectos ópticos producidos por la coreografía, de fluidez ultraterrena, con el fantástico diseño de la luz y el humo o la niebla que inundaba el escenario. En este sentido, creo que se trata de una propuesta donde la apariencia humana se transfigura en una masa de movimiento etéreo con acentos telúricos o, quizás, con una vocación onírica de belleza cósmica. ¡Hubo momentos en los que yo no sabía si estaba viendo un espectáculo de danza o teniendo alucinaciones en una especie de sueño insinuado!
‘… TODAS ESTAS COSAS DENTRO DE LAS COSAS QUE LLAMAMOS COSAS ESCONDIDAS EN…’ de JESÚS RUBIO GAMO (La Mutant, 10/04/25). Con ropa de entrenamiento o chándal, un grupo de bailarines y bailarinas y un creador de música desarrollan movimiento en relaciones fluidas que parecen emerger como por generación espontánea, como si no hubiera una coreografía previa. Esta sensación se acentúa por la calidad atmosférica conseguida por la acumulación sonora y de movimiento, de naturaleza fluida, continua y sostenida. De este modo, van floreciendo, de forma progresiva, atmósferas cinéticas muy absorbentes, de energía centrípeta, que mutan en otras diferentes, alumbradas por las anteriores. Esto produce una especie de viaje a través de un paisaje de movimiento que mantiene la tensión entre la singularidad y la personalidad de cada bailarina/bailarín y la amalgama fusional. Se trata de otra propuesta inmersiva o que parece sumergirnos en un sueño en el que el movimiento nos lleva por su abstracción sin perder el calor de la interacción humana.
‘REMACHINE’ de JEFTA VAN DINTHER (Teatre Principal, 11/04/25). El escenario es un gran disco en el que giran las canciones que canta el elenco y en el que el movimiento de los cuerpos se mueve dentro del movimiento circular del disco que los sujeta. ¿Metáfora de los humanos deambulando por la esfera terráquea? Sea como sea, luces, coreografía, música y canto, se conjuran en ciclos de repeticiones que nos despegan hacia una especie de estado hipnótico que nos conecta con la utopía y el sueño de la eternidad, abolida la duración temporal por el efecto omnímodo de la repetición. Yo creo haber vivido momentos de alucinación y estados de atención y duermevela. He vuelto a disfrutar, como en otras piezas de Jefta van Dinther que he podido ver en el GUIdance de Guimarães (Portugal) y en el Teatro Municipal do Porto, con esa traslación de la gestualidad aparentemente práctica y laboral a la generación inusitada de lo coreográfico de la danza.
Por otro lado, estaría el eje sobre el amor, sus heridas, sus ausencias, sus celebraciones y sensualidades, enfocado desde una perspectiva que no es la hegemónica (la que yo defino como heteropatriarcal), para acercarse a la manera de ver y de sentir homosexual. A este eje de programación yo lo titularía “el ciervo herido del amor gay” o algo por el estilo. ¿Y por qué le daría este título? Pues porque hay dos espectáculos muy significativos, desde los márgenes y desde la reivindicación marica, que utilizan en sus textos la imagen del ciervo. Me refiero a ‘ANALPHABET’ de ALBERTO CORTÉS; y a ‘TU HERMOSURA’ de MIGUE LÓPEZ. En este mismo eje habría que situar ‘DANZAS ROMÁNTICAS’ de MONTDEDUTOR – GUILLEM MONT DE PALOL/JORGE DUTOR; y al prodigioso MANUEL LIÑÁN y su exitoso ‘MUERTA DE AMOR’.
‘ANALPHABET’ de ALBERTO CORTÉS (Teatre Rialto, 11/04/25). Desde ‘ONE NIGHT AT THE GOLDEN BAR’, que pude ver en el festival Escenas do Cambio de la Cidade da Cultura de Galicia en 2023, Alberto continúa con su poética marica de la vulnerabilidad y de la intimidad trascendidas. Cortés se ofrece a la mirada de una manera inaudita, con una transparencia sobrecogedora. Así, atravesado por nuestras miradas y juicios, acaba llevándonos a la complicidad de la comprensión. Hay en toda esa exposición el artificio sublimador de la pose amanerada y de la dicción musicalizada, en un espacio liminal, entre el contar y el cantar. Pero, sobre todo, hay un humor genuino de quien se ofrece como objeto y al mismo tiempo se bifurca y se separa de si mismo, permitiéndose esa otra gracia que hace divertido el esconjuro. Aquí, lo «anal» es lo visceral y lo íntimo, que se articula en un alfabeto entre lo angelical y lo patético. Así construye el relato del amor (romántico) con su Lehendakari y el del maltrato y la herida que acompaña a muchas relaciones, incluso a la relación con un mismo. «En el principio todo es gracia. No hay un amante que espere un final», nos dice. Y aparece lo grave y luego el alivio, porque como él mismo señala, no hay que tomarse las cosas al pie de la letra.
‘TU HERMOSURA’ de MIGUE LÓPEZ (Carme Teatre, 13/04/25). Un hombre aparece con faldas de volantes y encajes, a pecho descubierto, evocando a una mujer o a una virgen, quizás a Doña Rosita la soltera de Lorca. Suenan las campanas. ¿Campanas de boda? ¿Campanas de fiesta? «El maricón es una campana […] El maricón es humana como tú y como tú» nos dice, y también nos canta. Lleva el pecho masculino descubierto y nos describe la postal del amor, del objeto del amor huido. Y nos canta los versos del «Cántico espiritual» de San Juan de la Cruz: «A dónde te escondiste amado y me dejaste con gemido. […] Como el ciervo huiste habiéndome herido.» El corazón robado, el enamoramiento y la ausencia del objeto amado, en una dramaturgia que teje el contar y el cantar con un vestuario que genera imágenes hermosas, casi como en un ritual de esconjuro, casi como una misa al amor, como un tótem o una figura expiatoria del dolor y el placer.
‘DANZAS ROMÁNTICAS’ de MONTDEDUTOR – GUILLEM MONT DE PALOL/JORGE DUTOR (Espai Inestable, 11/04/25). Nos hemos divertido y nos ha encantado formar parte de la fiesta-ritual, guiados por Guillem, en la que invocamos y recreamos ludicamente a las heroínas de los ballets del Romanticismo: Coppelia, Swanilda, La Sílfide, Las Willis, Mirtha (la reina de las Willis), Giselle, Raymonda, Scheherezade. Todas ellas presas por la superestructura del amor romántico, por el que mueren, se ofrecen en sacrificio etc. Hasta llegar al baile actual del «Sin ti no soy nada» de Amaral. Un viaje por la selva artificial del amor romántico en la que estamos inmersos. El espectáculo ‘DANZAS ROMÁNTICAS’ es una experiencia participativa, muy lúdica y «queer», apoyada en el imaginario de los ballets y en toda esa mitología que continúa latente. Hay parodia con mucho humor y algunos momentos donde la risa y la provocación se cruzan y nos sorprenden.
‘MUERTA DE AMOR’ de MANUEL LIÑÁN (Teatre Principal, 12/04/25). Es la primera vez que veo alguna obra de Liñán y me ha fascinado, no solo por el poderío flamenco y de la danza española, sino también por la performance vocal y el cante y por cómo todo ese juego con las voces articuladas e inarticuladas, el aliento, el murmullo, el «quejío» se trenza con el baile. Creo que es la primera vez que veo un espectáculo de gran formato con raíz en el flamenco en el que el homoerotismo y las relaciones de amor gay aparecen, son la médula dramatúrgica y, además, son tratadas con elegancia, poesía, sutileza, sin tortura ni morbo, sin regodearse ni intentar provocar o «épater les bourgeois». Momentos enormes de danza y de cante y momentos magnéticos de teatralidad y sensualidad homoerótica, aboliendo la hegemonía de la perspectiva heteropatriarcal. Un canto a la vida y al amor por encima de todo. Un elenco de hombres y una mujer poderosa, grande, de presencia expansiva.
Me ha resultado curioso el gran éxito y la ovación absoluta del público y he pensado: el flamenco es popular y, hasta cierto punto, comercial, tiene éxito, incluso por encima del tema del amor gay. Luego también he pensado en la inmensa minoría que va al teatro y que aplaude y ovaciona esto, frente a las mayorías peligrosas que votan Donal Trump (EEUU), Javier Milei (Argentina), Giorgia Meloni (Italia), Viktor Orbán (Hungría), o al segundo partido de Alemania, perteneciente a la ultra-derecha. ¡Ojalá el arte saliese de los teatros y abriese las mentes!
Otro posible eje de programación, por lo menos desde el punto de vista de la recepción (de la mía, no vaya a pecar yo aquí de mayestático incluyendo al plural), podría ser el de las propuestas que nos rompen los esquemas respecto a lo que podemos considerar como danza y que se acercan a la performance y al teatro posdramático. Yo les llamaría, con todo el cariño y la admiración: “perros verdes” o “los raros”. Aquí situaría, si se me permite el atrevimiento, a ‘LA OPERACIÓN’ de NORBERTO LLOPIS; y ‘CALIDOSCÓPICA’ de SÒNIA GÓMEZ.
‘LA OPERACIÓN’ de NORBERTO LLOPIS (Espai Inestable, 12/04/25). Entre la performance y la instalación, Norberto nos brinda un espectáculo cómico-filosófico-metadiscursivo sobre el teatro, la danza y la vida. Para ello juega con el lenguaje, desde acciones caligráficas a la danza con palabras y frases que, al decirlas y repetirlas, acaban mutando para dar otras que nos sorprenden. Para mí es inevitable la referencia, en este sentido, en lo que atañe a la danza que construye y deconstruye palabras, a los portugueses Sofia Dias & Vítor Roriz. Pero, aquí, en el modo de operar también cuenta la apariencia «no normativa» del propio Norberto, cercana, diría yo, a lo «queer». Además, también, por esa diversión, casi bromista, del «oro señoro», y de las frases que, casi por juego de azar, acaban por revelarnos y hacernos pensar en contestación al mundo en el que vivimos y al modus operandi que nos caracteriza. Por tanto, hay una faceta crítica considerable implícita. Todo ello adobado con movimientos confortables en disyunción respecto a lo que nos dice, en una dinámica entre el absurdo y el homenaje a Gertrude Stein. A mí me flipó y me encantó. Me pareció súper divertido y de una singularidad, por su presencia y humor, espectaculares.
‘CALIDOSCÓPICA’ de SÒNIA GÓMEZ (Teatre Rialto, 13/04/25). Desde ‘LAS VICENTE MATAN A LOS HOMBRES’, en la que Sònia actuaba con su madre, he intentado ir a ver todos sus trabajos, porque siempre me he encontrado con propuestas emocionantes, que dan cabida a aspectos marginales, poco considerados por la denominada «alta cultura». Aquí, en ‘CALIDOSCÓPICA’ me vuelvo a encontrar con una Sònia Gómez que trabaja desde el estómago, desde la necesidad, sin imposturas, fuera de tendencias. Vuelvo a encontrarme con un trabajo enraizado en lo real y en la verdad escénica, lleno de humor y de ternura. Ella nos dice, al comienzo, que se trata de un «quita-miedos», de un espacio de confianza para jugar a la ficción de qué haríamos para sobrevivir en una situación catastrófica. Ella y la Encarni Espallargas, con problemas de visión física, pero no astral y humana, son dos seres especiales que juegan y cantan, que conversan y nos cuentan cosas anecdóticas de las que podemos sacar, si queremos, muchas conclusiones. Sus inquietudes y sus juegos traen lo aparentemente pequeño y poco importante para revelar lo vital. Todo es tan verdadero y afectivo y, al mismo tiempo, cómico, que nos dejan con la boca abierta literalmente. ‘CALIDOSCÓPICA’ es un perro verde adorable y fantásticamente humanizador.
Otro posible eje sería el relacionado con las raíces, las tradiciones y lo ritual, aunque esta pulsión, ligada al conjuro, también atraviese el eje del amor, las heridas, las ausencias y las celebraciones, antes citado como “el ciervo herido del amor gay”. Por ahí gravitarían, de otra manera, ‘TRANSEÚNTE’ de Daniel Rodríguez; ‘LAS ALEGRIAS’ de MARÍA DEL MAR SUÁREZ, LA CHACHI; ‘NO’ de LA VENIDERA; ‘LA QUIJÁ’ de PALOMA MUÑOZ/CÉL·LULA#5 MERCAT DE LES FLORS; y ‘TRÏADE’ de COLECTIVO GLOVO.
‘TRANSEÚNTE’ de Daniel Rodríguez (Plaça del Mercat, 9/04/25). Llego a Danza Valencia y me encuentro, en la Plaça del Mercat, a un gentío en rueda alrededor de unos danzantes. Escucho gritar a un hombre, de entre el público, “¡Fuerza Celta!”. Aida Tarrío, del grupo Tanxugueiras, hace una performance vocal llena de telurismo con canciones de la tradición gallega, como la famosa “Rianxeira”, Artur Puga deambula “TRANSEÚNTE” y toca percusiones sobrecogedoras, con instrumentos de la cocina, con pandero y con castañuelas, Aida utiliza pandereta e incluso una herramienta de labrar el campo. La pieza de DANIEL RODRÍGUEZ, titulada ‘TRANSEÚNTE’, que estrena en Danza Valencia su versión para calle y espacios exteriores, moviliza emociones por su dinamismo indómito y al mismo tiempo nostálgico, también porque se pueden sentir las raíces profundas de un árbol más viejo de lo que podamos recordar, que nos transmite una energía vigorizadora y muy singular.
‘LAS ALEGRIAS’ de MARÍA DEL MAR SUÁREZ, LA CHACHI (Teatre Rialto, 9/04/25) es un contemporáneo que sobrepasa los límites del atrevimiento flamenco. Lola Dolores y La Chahi son genio y figura y su flamenco es teatral, no sólo por las presencias magnéticas, sino también por el diálogo de miradas y energías que intercambian con el público. El “Tirititran tran-tran” es mudo, al principio, sin embargo, se puede sentir su alegría, que estallará al final, contenida con cortes y silencios llenos de complicidad y humor. Además, está el momento mágico en el que Lola le hace el cambio de vestuario en La Chachi, que sale como una muñeca preciosa con un “zapateao” que nos envuelve y nos deja boquiabiertos, antes de la merienda escénica, como si fuera una merienda campestre. ¡Y comemos “tortilla” y reímos y nos lo pasamos bien!
‘NO’ de LA VENIDERA (Estreno de la versión breve en el Almudín, 11/04/25). En general, todas las bailarinas y bailarines que forman parte de los elencos de los espectáculos programados en Dansa València son muy buenos, pero Irene Tena y Albert Hernández me han parecido dos portentos. Quizás ha sido por la delicadeza en el empleo del flamenco y de la danza española y por el manejo virtuoso de los silencios, las pausas y las transiciones, dentro de una musicalidad que armoniza movimiento y creación de sonido, creando escenas de cariz dramático e incluso, me atrevería a decir, lorquiano. La dramaturgia focalizada en los zapatos de tacón, en el zapateado, en las dos viejas sillas y en la relación que fragua entre los dos, es sumamente estimulante y atractiva. Las manipulaciones de ella sobre el cuerpo de él y de él sobre el cuerpo de ella, dan lugar a momentos mágicos en los que se conjuga contención y pasión a partes iguales.
‘LA QUIJÁ’ de PALOMA MUÑOZ/CÉL·LULA#5 MERCAT DE LES FLORS (Teatre El Musical, TEM, 10/04/25). Se puede apreciar y sentir en esta pieza cómo lo colectivo es potencia para la creación y la regeneración, incluso partiendo de un paisaje devastado. Comienza en la penumbra, con una atmósfera de tinieblas. Poco a poco, varias figuras, con vestuario diferente e imaginativo, entre lo real y lo fantástico, van estableciendo relaciones que iluminan escenas sorprendentes, tanto en movimiento como en las imágenes que generan. La dimensión visual es muy relevante y deriva de estas relaciones y de las distribuciones a las que van dando lugar. Hay efectos sorpresa, como la caída, desde arriba, de una especie de tierra que transforma el escenario. Desde aquí germinará un mundo impetuoso, extraño y al mismo tiempo sensual y desafiante. A mí me llevaron del sueño adormilado a la fascinación, por todo el juego de contrastes y por la inventiva dancística.
‘TRÏADE’ de COLECTIVO GLOVO (Plaça dels Furs, 13/14/25). Estoy muy contento de que esta compañía de danza de mi tierra, de Lugo, formada por el portugués Hugo Pereira y la gallega Esther Latorre, nos haya ofrecido este otro conjuro a las mujeres ancestras, generando fascinación y poesía en movimiento. A esto se suma, además, la percepción de que el movimiento no se queda en estilizaciones efectistas sino que entronca con evocaciones enraizadas en un paisaje y una cultura determinadas. Cuando hay raíces hay árbol. Cuando hay memoria hay futuro. Esther Latorre, Sybila Gutiérrez y Paula Serrano aparecen con las caras y las manos tiznadas. El vestuario evoca el de las mujeres campesinas. La coreografía utiliza los corros en círculo, los brazos alzados, las inclinaciones de hurgar en la tierra y movimientos que parecen de inspiración laboral… La música de Baiuca y de Mercedes Peón también nos trae esas sonoridades de la tradición gallega y, por el medio, la voz de Mercedes con otro conjuro a las mujeres que nos dieron la vida. Así esta ‘TRÏADE’ es ritual, homenaje, reivindicación y celebración.
Después estaría el eje más peliculero, el de la danza con voluntad narrativa, la coreografía tras la que late una historia y que también se justifica por los temas que trata. Encajarían aquí, más o menos: ‘CUENTAS CORRIENTES’ de JESSICA CASTELLÓN & BORIS ORIHUELA; ‘TODO ESTE RUIDO’ de QABALUM; y ‘PROMETEO’ de OTRADANZA.
‘CUENTAS CORRIENTES’ de JESSICA CASTELLÓN & BORIS ORIHUELA (La Nau, 10/04/25). Curiosa pieza en la que la danza genera suspense por la voluntad explícita de contarnos una pequeña historia sobre la presión y la competitividad deshumanizadoras del mundo laboral y empresarial. Jessica y Boris, con traje, tirantes y corbata, utilizan movimientos de trazos rectilíneos, simbólicos de la matemática empresarial, puntuados por vistosos pasos de carácter acrobático y momentos de “slow motion”. En ocasiones, la imagen, entre la mesa con el ordenador, metonimia de una oficina, y las cajas de cartón, metonimia de la logística y el almacén, parece cinematográfica. Hay algo, todo el tiempo, inquietante en esa relación y las expectativas que promueve.
‘TODO ESTE RUIDO’ de QABALUM (La Nau, 10/04/25). Me ha parecido una pieza ideal para la gente más joven y la adolescencia, porque Diego Pazó y Lucía Burguete parecen trabajar desde el imaginario de los videojuegos y de la ciencia ficción, haciendo un trío con un dron. En la primera parte, con ellos vestidos casi como astronautas de colores grises, el aparato volador parece mover los hilos y dirigir o condicionar sus movimientos desde el aire. En la segunda parte, vestidos de granate, podría decirse que ya hay como una mayor integración o complementariedad. Los movimientos, en la primera parte, tienen algo de marionetas o autómatas, en la segunda, la fluidez los humaniza, puntuada por gestos icónicos que parecen representar acciones relacionadas con la formación del mundo. Además de todo ese imaginario y del trío con el robot volador, la propia apariencia de Diego y Lucía, creo que conecta con la gente más joven. Esto, claro está, sin que vaya en detrimento de que también nos guste al margen de edades, como ha sido mi caso.
‘PROMETEO’ de OTRADANZA. Coproducción de Les Arts y Dansa València. Dirección y coreografía de Asun Noales (Palau de les Arts, 10/04/25). Como un ballet, Otradanza representa, con lenguaje del contemporáneo, el mito de Prometeo, que roba la luz a los dioses para entregársela a los seres humanos. Para eso utiliza un casting de bailarines y bailarinas con fisonomías y apariencias que se adaptan a aquellos personajes del mito que están en nuestro imaginario colectivo, provenientes de las esculturas griegas y de las obras plásticas y escultóricas posteriores que ilustran estos capítulos mitológicos. La danza va componiendo escenas teatrales que recrean el mito en un entorno escenográfico que también evoca el friso del Partenón y un espacio de fantasía mítica. La propuesta, pese al lenguaje de la danza contemporánea, recurre a lo reconocible y, en este sentido, incluso podría tener un halo viejo y conservador, sin sorpresas ni perturbaciones que nos saquen de nuestro sitio. Todo esto hace que, realmente, no parezca otra danza, sino la de siempre, bonita y agradable, para recrear historias que nos deleiten sin más.
Más allá o más acá de estas percepciones mías, agrupando en ejes, lo visto y lo vivido, me quedarían espectáculos en los que las relaciones de proximidad y separación parecen marcar la tónica, como son: ‘LO QUE LOS ÁRBOLES NO CUENTAN’ de KIKO LÓPEZ & HÉCTOR PLAZA; y ‘STRIP’ de PAULA SERRANO.
‘LO QUE LOS ÁRBOLES NO CUENTAN’ de KIKO LÓPEZ & HÉCTOR PLAZA (Plaça de l’Almoina, 11/04/25). Una pieza que nos despierta ternura, provocada por los abrazos y los contactos entre los dos bailarines. La dimensión acrobática del movimiento no se lleva al exhibicionismo sino a la delicadeza de los encuentros y a la conexión incluso en la distancia. Podría decirse que Kiko y Héctor parecen dos ramas de un mismo árbol. Un árbol que nos da cobijo y buenas vibraciones.
‘STRIP’ de PAULA SERRANO (Plaça de la Verge, 11/04/25). En el dúo formado por Paula e Isabel Álvarez llama la atención el vestuario, con su estampado geométrico y con el juego de contraste y complementariedad entre las dos. Los movimientos son fluidos y amplios, ondulantes. Cuando se juntan se pegan y el separarse suena, por los velcros de los trajes. Hay en ese sonido una metáfora sonora y visual del despegarse y separarse que podría ser muy rentable si se explorase más coreográficamente. En la Plaça de la Verge les falló la amplificación y eso hizo que se perdiese la potencia de la producción sonora de ese juego de contacto y separación.
Y aún me quedaría un espacio para los inclasificables, que casi son todos los anteriores, porque lo más importante no lo he podido contar aquí, sino que está allí, en la propia experiencia artística de asistir a los espectáculos.
Aun así, me queda descolgada la desbordante y fantasiosa propuestas de POLIANA LIMA, titulada ‘THE COMMON GROUND’ (La Mutant, 12/04/25). El terreno común, después de esta experiencia efusiva e intensa, es el cuerpo, su resistencia, su capacidad para desplegar todos sus encantos y alcanzar el frenesí. Aquí tenemos un elenco diverso saliendo al escenario como quien sale a un round de boxeo o a un combate de danza, ante las enardecidas ovaciones de macro-concierto que suenan amplificas, o ante las risas de un show cómico. La libertad de esa diversidad del elenco, se suma y acumula en ese darlo todo, cada una desde sus tendencias y raíces, a ritmo de samba, con mucho funky, con melodías folclóricas… en un ambiente sonoro, por veces, distorsionado, igual que los gestos y algunas poses. Twerking, perreo, genuflexiones, gritos… marcándose, a nivel energético y de “fisicalidad”, un Jan Fabre, un Antonin Artaud o el desborde de los carnavales brasileños. Cuerpos poseídos por la danza, por el show, por lo fantástico.
Así he andado yo estos días por València, poseído por la danza, como si estuviese bajo los efectos de algo que me impedía pensar en otras cosas o comportarme de la manera habitual. En fin, que me he notado algo rarito (o más rarito aun de lo común) y que no es para menos cuando se ven una media de cuatro espectáculos, de este calibre, por día.
P.S. – Otros artículos relacionados:
“El cuerpo que ruge en Dansa València”. Publicado el 22 de abril de 2024.
“Dansa València, celebración y fantasía”. Publicado el 1 de mayo de 2023.
“Dansa València, intensidad de raíz”. Publicado el 24 de abril de 2023.
“Escenas do Cambio 2023. La fuerza y el afecto de lo frágil”. Publicado el 8 de mayo de 2023 (sobre ‘ONE NIGHT AT THE GOLDEN BAR’ de Alberto Cortés).
“La concreción de los cuerpos en Dark Field Analysis de Jefta van Dinther”. Publicado el 14 de mayo de 2018.
“GUIdance 17. Jefta van Dinther y Thiago Granato. This Is Concrete”. Publicado el 27 de marzo de 2017.
“Jefta van Dinther y los efectos del escenario en danza”. Publicado el 3 de julio de 2015.
“Alterar la percepción. Guidance”. Publicado el 22 de febrero de 2014 (sobre ‘GRIND’ de Jefta van Dinther).