Los más jóvenes son, hoy día, una asignatura pendiente en lo referente a lo público. En cantidad de ocasiones se interviene con complacencia y no con excesivo rigor en un sector, que no protesta, pero que en cambio necesita la mayor dedicación y esfuerzo posible. Por su debilidad, por el momento crucial que atraviesan en sus vidas, momento en el que pueden como en una hoja en blanco ser impregnadas de un color más o menos especial que marque su futuro. Todos los programas desde lo público deberían mantener una coherencia, complementariedad y equilibrio que permitiera acercarse a estas franjas de edad con sentido, de lo público y con la responsabilidad de trabajar por un futuro mejor.
Acercar las artes escénicas a los espectadores del futuro a través de pases escolares es una manera muy importante de inculcar a los más jóvenes el amor por lo escénico, por las artes en vivo. Según van creciendo las niñas y niños comparten, implementaban su aprendizaje académico y vital con el teatro la danza, el circo… se crearán vínculos sólidos entre ellas y ellos con el Arte, vínculos que se perpetuarán durante toda su vida. Si van creciendo acompañados de la creación artística, ésta aportará en su educación y desarrollo valores y conceptos muy importantes para su persona. Además, en el País Vasco, en el caso del teatro de texto, se incorpora el ingrediente del idioma. El euskera se convierte así en un protagonista principal. La vinculación hacia el euskera como lenguaje de expresión artística y como lengua para la comunicación es básico si queremos trabajar a favor del uso del idioma propio como un valor cultural irrenunciable. La fuerza del castellano en la sociedad de hoy día, no pone a éste en peligro pero sí obliga a articular acciones de discriminación positiva en favor del euskera. Cómo es lógico, cada tramo de edad es todo un mundo y la intervención debe hacerse a discreción, con cuidado y de manera adecuada. Buscar calidad y seleccionar los espectáculos por su idoneidad a partir de los tres años hasta los dieciocho. Si se hace bien, los centros educativos que participan, repiten curso tras curso, convirtiéndose en un termómetro del acierto y del éxito.
No deberíamos quedarnos exclusivamente en esto. Tendremos que desarrollar otros programas que permitan ofrecer una intervención global que dé continuidad a proyectos como el anterior y permitir a estos jóvenes participar en otras dinámicas y programas para que el camino comenzado no termine ahí. Muestras de teatro que den visibilidad a los talleres de los institutos y permitan a la gente joven que hace teatro mostrar sus espectáculos en los teatros municipales. En danza, actividades de sensibilización y acercamiento son muy necesarias: ensayos abiertos, master class con coreógrafos de prestigio, sesiones de danza en familia, talleres de danza para adolescentes, actividades abiertas para bailar… Tanto en teatro como en danza, ofrecer a través de los centros culturales y en los propios teatros talleres y cursos de expresión escénica, propiciar encuentros con artistas, facilitar convivencias con compañías, acercar, en definitiva, al Arte por distintas vías a este sector. Todo ello, acompañado con buenas políticas en los precios de las entradas de cara a que los más jóvenes tengan un fácil acceso a las salas. Son acciones importantes que se retro-alimentan la una de la otra y dan sentido a la intervención pública en el sector.
Tampoco está de más la elaboración de guías de formación del espectador que incluyan reflexiones e informaciones sobre los espectáculos, y propuestas de actividades para realizar en las aulas antes y/o después de asistir a la representación. Además de sugerencias que permitan la expresión de las emociones del espectador, no caen en la redundancia. Somos nosotros mismos los que tenemos que dar a estos programas la importancia que tienen, y presentarlos de la manera que merecen porque realmente, tomando conciencia de estas cosas nos podemos sentir orgullosos de trabajar por la Cultura y por la Juventud. Y seguro que dará frutos antes de lo que pensemos.
