Rebel delirium

De festivales…

El festival internacional de mimo de Londres (LIMF, en inglés) es un auténtico clásico de esta ciudad. La primera edición se hizo en 1977, a imagen del Gaukler Festival de Colonia (1976) y del Festival of Fools de Amsterdam (1975). Desde entonces, ya van 35 ediciones, por las que han pasado los más grandes de las artes parateatrales (Jacques Lecoq, Annie Fratellini, Marcel Marceau, Josef Nadj…). El final de la década de los 70 fue un momento de resurrección y gran vitalidad creativa en todas partes. También en Londres, que durante estos años, a parte de este festival, vio nacer el Dance Umbrella (1978) y el LIFT (1981), de quienes hemos hablamos alguna vez. Los tres son eventos de un gran nivel que a lo largo de su historia no han perdido el carácter internacional.

Hemos podido ver cuatro propuestas muy interesantes en esta edición del LIMF, que ahora comentaremos brevemente (para quienes les interese, habrá más en el número de marzo de la revista ARTEZ). Pero ya que hemos empezado hablando de festivales, una pequeña reflexión general. Si tuviéramos que catalogar el LIMF, diríamos que está especializado en teatro visual, lo que incluye circo, marionetas, ilusionismo, clown… o sea, todo aquello escénico donde la palabra no es dominante. ¿Ésta especialización, sin barreras de lenguaje, lo convierte automáticamente en un evento apto para todos los públicos? No tiene por qué ser así. Sin ir más lejos, el festival de circo de Zagreb que tuvimos la ocasión de visitar recientemente y que también es de teatro visual, tiene una programación que podríamos calificar como de alto riesgo o poco convencional. A diferencia del LIMF, en Zagreb no vimos ningún niño en las plateas, la organización está haciendo un buen trabajo en lo que se refiere a la construcción del relato y en la forma de explicarlo a la ciudadanía. En el caso del LIMF, se trata de un festival especializado, pero mucho más transversal, con una clara vocación de acercarse a todo tipo de públicos. En cualquier caso, y sea cual sea el ideario artístico que haya detrás de cada festival, la clave del éxito es que todas las propuestas, las populares y las más underground, sean de altísima calidad. Esto es lo que hay que exigirle a los festivales, que por esto son eventos extraordinarios. De los citados aquí, y por lo visto hasta el momento, todos cumplen y de sobra.

Los jóvenes franceses de la Cie. 111 presentaron «Plan B», dirigidos por Aurélien Bory y Phil Soltanoff, un espectáculo interesante que explora el tema de la gravedad, uno de los temas clásicos de la tradición circense. Una escenografía brillante les permite jugar desde distintos planos. Divertido. El gran descubrimiento de este festival ha sido el del portugués Romeu Runa, dirigido por Miguel Moreira y asesorado por Alain Platel. De hecho la producción es de la gran compañía belga Les ballets C de la B que dirige el mismo Platel. Como decíamos, un gran descubrimiento, un solo aterrador sobre un hombre que ha sido abandonado en un mundo hostil y que trata de sobrevivir en la más cruda intemperie. El portugués se deja literalmente la piel en una obra de una exigencia física terrible. De lo más cautivador que he visto últimamente, junto con el italiano Claudio Stellato. También, vimos «Smashed» de los malabaristas Gandini Juggling en una pieza homenaje a Pina Bausch. Pero sin duda, uno de los platos fuertes del LIMF’13 fue «Hans was Heiri» de Zimmerman & de Perrot, una auténtica filigrana (al estilo «L’immédiat» de Camille Boitel), un espectáculo total que combina acrobacia, danza, clown, música electrónica en vivo… «This is really a must see», que dicen por aquí. Hablaremos más de todo esto en el número de marzo de ARTEZ.


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