Decisiones e indecisiones
La remodelación del gobierno español que lidera José Luis Rodríguez Zapatero ha servido como un baño balsámico para ciertos sectores sociales. Nosotros, al actual presidente español, le hemos recriminado su manifiesta falta de respeto por la Cultura, que se demostraba en el cambio de hasta tres personas al frente del Ministerio de Cultura en apenas cinco años. Ahora, incidimos en esta apreciación de desinterés cultural, justo por todo lo contrario: si algún ministerio clama al cielo por una revisión urgente de contenidos y de titulares es el de Cultura, y la actual titular se empeña en cada decisión o indecisión en convertir un ministerio de difícil encaje constitucional actual en una herramienta oxidada, caprichosa y sin proyecto.
La falta de fuste de la actual dirección en Cultura es de tal magnitud, que se han planteado de manera muy seria en diferentes estamentos del gobierno y del partido que le da sustento, amortizar el propio ministerio, en subsumirlo con Educación, como ya fue en otras legislaturas cercanas, pero se ha mantenido, se supone que por razones estéticas, de cupo, de insolvencia, de falta de coraje político, ya que nada más ser confirmada en su cargo, cuando la familia socialista estaba remontando el vuelo, al menos anímico, mientras se estaban jurando los cargos, es decir se copaba el interés mediático de manera total, y casi se diría que con un mensaje muy en positivo, tuvo que ser la señora González-Sinde, la que cesara de manera fulminante a una de sus primeras opciones de su acción de gobierno: Ignasi Guardans, al frente del Instituto Cinematografía y Artes Audiovisuales.
Probablemente tenía más que justificado este cese, pero en política, los tiempos y las formas son parte del discurso, y meter este fracaso y bronca en medio de los efectos positivos de la remodelación o crisis de gobierno, no se puede entender nada más que como una imprudencia, como una muestra más de la ausencia de criterio político, de sentimiento de grupo, y que al ser confirmada, se quiso reivindicar cesando a su fichaje estrella. Es como si se hubiera dicho: “ya que no he hecho nada importante, fastidiemos la toma del nuevo gobierno”. No ha gustado este gesto desfasado de estrella decadente en las filas del gobierno.
Pero es que la señora, a las horas, envalentonada por su continuidad, se convierte en estrella negativa en un festival de cine, la SEMINCI, y lo hace sin saber medir sus fuerzas, simplemente para hacerse notar. La actitud machista del alcalde de Valladolid es obvia, reprobable. Ha sido condenada, incluso el propio bocazas ha pedido perdón. ¿Tiene algún sentido no saludarlo institucionalmente? ¿Qué ha ganado el cine español con su ausencia voluntaria y supuestamente reivindicativa de los actos inaugurales? ¿Qué pensará Iciar Bollaín de esta asunción de protagonismo de la mediocre guionista sobrevenida ministra? ¿Antonio Banderas se siente representado por esta señora tan propensa a la vacuidad en el momento que el actor recibe un homenaje y ella lo desprecia? No parece que ni ella, ni sus asesores, estén en sintonía con los tiempos, y si, además mete la pata de manera tan ostensible en lo único de lo que se le supone tiene alguna idea, ¿por qué sigue en sus manos los destinos de los asuntos culturales, entre ellos las Artes Escénicas a las que tanto ignora o condena a los caprichos de un virreinato de opereta?
Y es que hablamos de un cese fulminante, pero ha venido acompañado de un nombramiento igual de fulminante: Carlos Cuadros. Viejo conocido por sus actividades de crítico, de empresario de una opción creativa muy pragmática y utilitaria: teatro turístico. Es decir que hacen visitas guiadas a recintos de interés cultural o patrimonial a base de personajes y dramatizaciones. Viene de ser el director de la Academia del Cine, pero sus destinos anteriores pueden ser parte de sus valores a ojos de la ministra y de quienes la colocan y la manejan: ha estado trabajando para la SGAE y para AISGE, dos sociedades de gestión de derechos varios, por lo que sabe mucho de cánones, digitales o analógicos. Esperemos que su paso por el ICAA sirva para descubrir a una persona con proyectos e iniciativas. Lo único seguro es que la estrella del guión, la señora González-Sinde, no va a tener en él ni un segundo de duda. Lo que mande la ministra o quienes la sustentan, se cumplirá.
Las decisiones y las indecisiones nos conciernen. Lo que queda de legislatura va ser un constante vaivén que irá devaluando todo lo que se había conseguido a base de mucho esfuerzo. Quizás lo único bueno es que el desgaste puede ser tal que después será más fácil la demolición final.