Estrenos

Denise Despeyroux se enfrenta a su pasado de niña exiliada en ‘Misericordia’

La obra se estrena en el Centro Dramático Nacional, donde puede verse hasta el 25 de febrero

Denise Despeyroux regresa al Centro Dramático Nacional con el estreno absoluto de ‘Misericordia‘, uno de sus montajes más personales en el que la autora y directora de escena se enfrenta a su pasado volviendo la mirada a su infancia como niña exiliada de la dictadura militar uruguaya. ‘Misericordia‘ podrá verse, desde el 19 de enero y hasta el 25 de febrero, en la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán de Madrid.

Denise Despeyroux comparte escenario con Natalia Hernández, Pablo Messiez, Cristóbal Suárez y Marta Velilla. La directora y actriz explica que «se me hizo evidente que la única manera de seguir escribiendo era exponer mi propia frustración y mi propio exilio en la obra. Era eso o dejarlo correr». Para ello, construye una ficción «que navega entre el drama, la comedia y la fantasía, como casi todas mis obras», en la que trata el tema del exilio como un «hecho vital que impide acabar de encontrar tu lugar y de afirmar tu identidad».

Misericordia’ nos presenta a los hermanos Duarte: Darío, Delmira y Dunia que, acompañados de su amigo Dante, tratan de seguir con sus vidas condicionadas por los efectos del exilio de la dictadura militar de Uruguay.

Denise Despeyroux asegura: «Son tres hermanos que, habiendo emigrado tan pequeños, de hecho la menor nace aquí, cargan con el exilio de sus padres. Los tres personajes tratan de salir adelante con sus propias vidas, cada uno en su terreno: Darío se dedica al teatro, Delmira es psicoanalista y Dunia es una cosplay que trabaja como creadora independiente de videojuegos. Cada uno tiene su propio mundo pero los tres están cada uno a su manera fuertemente traumatizados por la vida que han tenido y por ese exilio que marcó a sus padres».

En el mismo sentido, se explican los intérpretes. Pablo Messiez, que interpreta a Darío, destaca «la situación trágica del exilio a partir de la dictadura en Uruguay que marcará la decisión de los padres sobre la necesidad de irse del país y el conflicto de estos tres hijos que se encuentran siendo europeos pero que conservan ese imán de la tierra natal». Para Natalia Hernández, que encarna a Delmira, «los tres hermanos son unos desarraigados. Están buscando sus raíces consciente e inconscientemente». Marta Velilla cuenta que el personaje de Dunia se define por «el proceso del trauma, de tratar de sentirse partícipe de algo y no conseguirlo, esa dificultad social y familiar que viene como consecuencia del trauma del exilio de la anterior generación». Por su parte, Cristóbal Suárez es Dante, figura que «vive su propio exilio interior al renunciar a su profesión teatral y, por ello, busca una familia que lo acoja, lo que encuentra en las hermanas Duarte». Para este actor, «todos los personajes somos diferentes versiones de Denise Despeyroux mirados a través de un crisol que nos muestra el viaje en el tiempo de una niña llamada Denise»

Juego con la autoficción

En el montaje la autora y directora ha retorcido los límites del género teatral de la autoficción jugando con las fronteras entre el teatro y la realidad y convirtiéndose ella, no en personaje protagonista, sino en una figura secundaria. De esta manera, nos presenta a un personaje principal ficticio, el dramaturgo Darío Duarte, que está a punto de estrenar en la Sala Principal del Teatro María Guerrero. Este acudirá a pedir ayuda al dramaturgo Sergio Blanco y, posteriormente, a la propia Denise Despeyroux para que le ayude a recordar el acontecimiento más importante de su vida: el viaje en 1983 a Uruguay en un avión que transportaba a 154 niños, hijos de exiliados y presos políticos, bajo el gobierno socialista de Felipe González, un acontecimiento que la propia Denise vivió siendo una niña.

Denise Despeyroux aclara que «yo soy un personaje secundario dentro del argumento de mi propia obra que se centra en los 4 personajes de ficción que hay pero a la vez me convierto en un personaje clave imprescindible para que Darío pueda contar su propia historia».

La autora y directora concluye con la confesión de que este montaje ha sido sanador para ella porque «se han removido muchas cosas de la historia familiar y de mi propia historia», que es la de «una niña que a sus nueve años emprendió un viaje de regreso que todavía no ha terminado».

El equipo artístico está confirmado por Alessio Meloni que ha elaborado la escenografía con una vivienda en donde transcurre la historia de estos exiliados, David Picazo en la iluminación, Guadalupe Valero en el vestuario que incluye una sorpresa final para el espectador, Pablo Despeyroux en la música y sonido y Emilio Valenzuela y Máximo A. Huerta en el vídeo. Además, se escucha la voz en off de Sergio Blanco y las voces infantiles de Marta Despeyroux y David Despeyroux.


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