Críticas de espectáculos

Desnudas/Manero Teatro

Vodevil posmoderno
Obra: Desnudas
Autor: Roberto Santiago
Intérpretes: Concha Delgado, Cristiana Alcázar, Elvira Cuadrupani, David Lorente
Escenografía: Federico García Cambero
Vestuario: Cristina Rodríguez
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Dirección: David Lorente
Producción: Manero Teatro
Bilborock – 18-08-07
Un cuarteto formado por tres mujeres y un hombre, no es nada más que una manifestación de machismo. Se utilicen los recursos escapatorias que se quieran, se intente dar las vueltas que se quieran, el planteamiento, nudo y desenlace de esta obra es esencialmente inverosímil y muy cargada de machismo latente, de machismo explícito y de reforzamiento de una idea banal en la que los hombres poseen un impulso incontenible para intentar acostarse con toda mujer que se les acerque a menos de dos metros, aunque se disfrace en ocasiones de un supuesto dominio de esas tres mujeres sobre el caballero, con el que conviven y se reparten sus supuestos favores según calendario diario, en una suerte de pacto que vuelve a redundar en el machismo, como si esas tres mujeres no tuvieran suficientes arrestos para mantener su vida fuera de este cuarteto supuestamente progre, pese a las confesiones ante un previsible accidente aéreo en el que se demuestra que todos mienten, que todos son dependientes de sus ambiciones.
Su forma es la de un vodevil, aunque con tintes posmodernos, es decir las cosas suceden con una naturalidad fuera de toda ética, moral o estética. Los personajes forman parte de un compendio básico del progresismo retrógrado. Una actriz con ganas de triunfo, una productora con pocos escrúpulos y una guionista que está muy despistada, él, es el director de la película, que se llama “Desnudas” como la obra, y que es la idea de inicio básica que sí tiene gancho y posibilidades que se va pediendo, precisamente, con esa obsesión por convertir al protagonista masculino en un follador irresistible, y a las mujeres en seres demasiado vulnerables y colgadas y capaces de vivir con el macho y repartirse su goce por días.
Hay que señalar que pese a su contenido, su carpintería funciona, los diálogos son rápidos y en ocasiones ingeniosos, las situaciones tienen gracia y abarcan algo más que el típico sofá, que también existe, y es de destacar el nivel interpretativo, en algunos casos dando consistencia a personajes muy desdibujados como es el caso de Cristina Alcázar dando vida a Daniela, la guionista, ingenua, medio tonta, a la que dota de unas características gestuales que la elevan por encima de la media de su otros tres compañeros que es bastante eficaz, cada uno en su rol y dentro del tipo interpretativo y estilo que reclama el propio vodevil. La escenografía es simplona y de apaño, la iluminación muy plana y el conjunto es la de un producto para la diversión, sin apenas más intenciones, que hasta puede resultar resultón para ciertos públicos.
Carlos GIL


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba