¿De qué sexo es la palabra?

Después del dinero

Se puede hablar de la tragedia del capitalismo desde muchas maneras. El arte siempre suma reflexiones y debates. El humor y la bestialidad del enfoque de Scorsese en la película: El Lobo de Wall Street, expone y da una de las mejores clases sobre la decadencia del sistema.

Di Caprio tiene ferocidad, liderazgo. Es sexy. Los quiere a todos. Manipula y vende lo que sea. Lo que sea, es lo que sea. Vemos el derrumbe moral desde un enfoque ácido, con un humor bestial, donde abre a la mitad nuestros deseos constantes: hacer dinero, ser famosos, tener y coger con las mujeres más lindas. Un espectáculo trágico sobre el devenir de las reglas culturales de nuestro tiempo: el éxito. Ese latido que nos marca el camino y que bombardea nuestras vidas desde pequeños. Antes de entrar a ver a la película, justo comentábamos en un bar con un amigo, ¿qué es el éxito? Parecía que estábamos preparándonos para ver la película. Viendo a Di Caprio en los momentos que convoca a sus empleados, que los adoctrina, que los invoca , los arenga y les pide: más, quiero más. Es cuando entendés la lujuria del poder. Ese nudo es el más interesante de la película. Y¿después del dinero, qué, después del sexo qué, después de las drogas, las orgías, qué?

Pensar en la tragedia del capitalismo y su ferocidad insaciable nos hace creer que en algún momento escucharemos un ruido enorme que sacudirá al mundo, seguido de un olor a podrido que no permitirá abrir las ventanas por días, al mejor estilo profético: «algo huele mal en Dinamarca». Estamos seguros que eso sucederá, entonces, volvemos a la rutina, encendemos el televisor, nos quejamos, escribimos puteadas en faceboojk, hablamos con amigos, colegas, nuestra pareja, descargamos el vómito y podemos estirar un poco más «la revolución», ¿qué nos impide elaborar una protesta seria, un levantamiento digno, con propuesta, organizar a la gente? Nos impide saber que eso da muchísimo trabajo, que posiblemente fracasemos y sólo logremos entregar nuestra vida al proyecto colectivo y no al personal, que «perderemos tiempo» porque otros antes que nosotros lo intentaron y «así les fue. La ilusión, y nada más. Lo vimos, ya lo hicieron, pero ¿es tan así? Entonces, ¿por qué el desgano, el mal humor, la bronca, la queja? Deberíamos tener un poco más de madurez y capacidad de reacción acorde a nuestra sensibilidad dañada. Quizá generacionalmente no nos corresponda, en eso estoy de acuerdo, ¿pero por qué será que los más jóvenes no enfocan el problema como debe ser?O …

¿Y si nos desvinculamos completamente del dinero? ¿Si realmente hacemos de él lo que él hace con nosotros? Ignorarnos. Nos usamos, demos un lugar utilitario pero para lo imprescindible. Olvidemos la estética hogareña, la estética de los objetos innumerables que nos acompañan, las actualizaciones constantes de cosas innecesarias. Estoy diciendo la obviedad del consumo.

Pero y sino, ¿qué? ¿Después de la realidad, de la evidencia,de la reflexión y la conclusión, qué?


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