Diálogos en la noche
Escribo. Me obsesionan los diálogos. Dialogar en la vida, lograr ese acuerdo sin renunciar, la dialéctica del intercambio, ¿cuánto cedo, cuánto das? Sucede algo parecido en la escena, cuando dirijo a un actor, cuando tengo una relación amorosa y cuando chateo por internet.Una vez me había interesado solamente ver el límite de las palabras, ¿hasta dónde la seducción sin el cuerpo?¿Se puede concretar? Hasta que uno se da cuenta: en el diálogo está todo. No importan los soportes, uno elige o uno apenas toma lo que la circunstancia le habilita, la economía, la geografía y las posibilidades personales y uno apela a esa herramietna abierta dispuesta y la pone en marcha: a dialogar se ha dicho.Las relaciones con un actor en el trabajo, en la dirección son un diálogo constante, fluído, que se abre y crece y que uno debe aprender ¿cómo hacemos crecer el diálogo sin pelea, sin discusión y sin conflicto aparente?¿Cómo fortalecernos a través del conflicto y no trabajar para resolverlo? El diálogo también tiene su ingeniería no es cuestión de tirar un tema y responder, no funciona solamente con la primera capa-lectura, de acción –reacción, uno avanza sobre el esquema y aparecen pliegues. Ahí se pone linda la cosa. Abrir los pliegues y no volver a perderse en el ritmo, ¿cómo se mantiene el ritmo de un buen diálogo? ¿Qué,quién o cómo,se establece el ritmo? ¿Es sólo tensión y oposición con buenos argumentos en el debate?Sí, y además humor, ingenuidad con inteligencia, inocencia y erotismo, sabiduría y torperza, siempre los opuestos deben estar unidos. Clave para un buen diálogo. Luego el desarrollo y el otro, que es lo más maravilloso de todo, el otro que sabe, se prepara y arremete, pero el imprevisto emocional es el condimento de un diálogo, esa zona que nos eleva y nos hunde a la vez sin desperdicio intelectual. Pero volvamos al ejercicio del diálogo, ¿cómo sería practicarlo?¿Dónde podríamos entrenar buenos diálogos sin caer en abusos morales? Desde mi práctica personal intento avanzar en los recursos
Sociales: diálogos en medio de otras formalidades.
Amorosos: aquellos que tienen que ver con las relaciones eróticas concretas, las virtuales , reales, las fantasías.
Entre actores: diálogos vivos, abiertos, sucios, anárquicos, llenos de nuevos caminos en una ruta instalada.
Escénicos: aquellos que involucran colegas pero también todo comportamiento que adquiere tono, luz y encendido discurso gestual.
De cama: aquellos tontos que no deberían decirse en momentos inadecuados. O, aquellos que nunca pensamos que haríamos.
Sexuales: los que inventan un vocabulario y diccionario para dos, o tres, o más.
De peluquería: los que nos obligan a hacer cuando estamos enojados con alguien.
Culturales y cultos: aquellos que nos impulsan a ser creativos para adentro y para afuera.
De colegas artistas: pelea de egos, a ver quién lo tiene más grande.
Políticos: incluye todo lo escito anteriormente.