Diario de Unga Klara

Días grises

Quizás el largo y obstinado invierno sueco influya en mis percepciones sobre lo que sucede en el trabajo, pero creo que la existencia de días grises en un proceso de ensayos es algo inherente a nuestra profesión.

El viernes finalizamos el día con una fiesta llena de pizzas y futbolines suecos, esto es el futbolín de toda la vida pero con hockey sobre hielo, como debe ser aquí. Es una actividad extra que crea buen rollo y nos desconecta de la pieza. Pero el día anterior había sido mas difícil. Un ensayo más técnico en el cual primaba el uso de la música y las imágenes era terreno abonado para la aparición del ego del actor, siempre sensible a la falta de atención y buscando su «hueco», aun a costa del hueco del compañero. Si soy sincero este día gris resulto muy… liviano. He asistido a días peores, incluso semanas y meses sin que salga el sol. Por lo tanto el tono gris fue algo que me hizo sentir tranquilo. Formo parte de la realidad y no de un sueño, cosa que a veces siento.

El jueves tuve clase particular de sueco. Una lección. «No te preocupes del sentido, deja que las palabras hagan su trabajo. Llámalas, y cuando acudan a tus labios déjalas hacer». Eso me dice Cecilia, y es cierto. El resto, lo que me toca hacer es gimnasia «lingüística». Pequeñas conquistas, terreno ganado a la confusión que confío no ceder. Aunque el enemigo, siempre atento, está al acecho.

El miércoles comenzaba la semana de modo intenso. A pesar de tener nuestro horario claro y definido, mi origen y querencia anarquista me dificultan la «lectura» del mismo. Yo voy al ensayo y que toque lo que sea. Así que me presento en la sala y me reciben los focos encendidos y un montón de gente sentada esperando un pase general. Con las cámaras de SVT de testigos y un micrófono de jirafa para darle más seriedad al asunto. Prueba de fuego me digo. A hacer callo. Y comienza el ensayo con los chicos del grupo de referencia, que por tercera vez asisten a nuestro trabajo. Despistado pero profesional. El resultado parece convincente. A esos chicos de doce años les gusta mucho lo que sucede ante ellos, y es la tercera vez que ven crecer el espectáculo. Está claro, Suzanne sabe muy bien lo que hace. Tiene el extraño y anhelado don de dirigir sin que se le note. Y con una sonrisa y ojos siempre despiertos y generosos. Me abraza y me felicita por el trabajo, y por la mejora de mi sueco.

Los días grises son muy suaves

Lo de la grabación del film con que comenzó la semana es tema aparte. Divertido es poco. Jugar a parodiar Dallas (con Suellen, bobby, etc) es un bombón para un actor con ganas de divertirse. Y si a eso se le añadeun equipo de más de quince personas, aparte de los actores. Una iluminación profesional, dos cámaras, sonido, y un vestuario y maquillaje de, nunca mejor dicho, película, el resultado es… un día inolvidable. Además te pagan. Mi rol como cuidador de piscinas con cierto ramalazo «latin-lover» y pañuelo sudado en el bolsillo que se quiere cepillar a la dueña de la casa resultó la guinda. Quizás algún día lo cuelgan en la red. Os aviso y, como es sin texto, lo podréis disfrutar. Como nosotros al hacerlo. Se acerca el estreno.


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